La Central Termoeléctrica “Francisco Pérez Ríos”, ubicada en el municipio de Tula de Allende, en el estado de Hidalgo, genera 3 por ciento de la electricidad del país y utiliza como principal fuente de generación al combustóleo, con entre 3.5 y 4 por ciento de contenido de azufre, excediendo normas oficiales.

La Central Termoeléctrica aporta, por sí misma, 68 por ciento de las emisiones de dióxido de azufre y 36 por ciento de las emisiones de partículas PM2.5 de la cuenca de Tula.

Debido a que esta termoeléctrica quema combustóleo con alto contenido en azufre para la generación eléctrica, es una de las mayores fuentes de emisiones contaminantes hacia la atmósfera de la región, entre los que destacan el dióxido de azufre (SO2) y las partículas PM2.5 y PM10, lo que representa gravísimas amenazas para la salud.

Durante la presentación del estudio Impacto de la Central Termoeléctrica “Francisco Pérez Ríos” en la calidad del aire y en la salud pública en Hidalgo, Gabriel Quadri de la Torre, socio director de Sistemas Integrales de Gestión Ambiental (SIGEA), consultora que elaboró el documento, señaló que las emisiones de PM2.5 de la central termoeléctrica de Tula causan 1,710 muertes prematuras anuales en la zona conocida como la Cuenca de Tula y gastos en salud por 3 mil millones de dólares, lo que equivale a 66 mil millones de pesos.

Las partículas menores a 2.5 micras (con un diámetro varias veces menor a un cabello humano) son reconocidas por ocasionar daños irreversibles en la salud de las personas, pues se relaciona con un número importante de enfermedades graves como son las cardiovasculares, cerebrovasculares, neurológicas, y respiratorias, específicamente con cáncer de pulmón y otras enfermedades como el Alzheimer, Parkinson, autismo y un menor desarrollo cognitivo en niños y jóvenes.

Del mismo modo, estudios internacionales han demostrado la relación entre los índices de mortalidad del COVID-19 por exposición a altos niveles de contaminación atmosférica. “Llama la atención la incidencia del nuevo coronavirus en la región, pues datos recopilados hasta el 24 de junio demostraron que los municipios circundantes a la CT Tula presentaron un mayor índice de defunciones acumuladas en todo el estado de Hidalgo”, comentó.

Los efectos negativos de quemar combustóleo en la CT Tula van más allá de no tener un cielo limpio. Los efectos son reales y se manifiestan en casi dos mil muertes anuales; el costo en vidas humanas equivale a que cada 5.2 años ocurra un Chernóbil en el municipio de Tula.

Asimismo, alrededor de 8,550 muertes se podrían haber evitado desde 2015 a la fecha si se considera que la CT Tula finalizó la conversión a combustible dual de sus cinco unidades de generación eléctrica en ese año.

Por su parte, el doctor Adolfo Hernández Moreno, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y consultor Químico Ambiental, indicó que el combustóleo que utiliza la Central Termoeléctrica de Tula contiene entre 3.5 y 4 por ciento de azufre, lo que incumple la NOM-016-CRE-2016, que establece un máximo de 2 por ciento para las zonas críticas, como lo es el área industrial ubicada en este municipio.

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