A pesar de que se estima que la región de América Latina y el Caribe cuenta con alrededor del 35% de los recursos hídricos renovables del mundo, desde el inicio de este año la Ciudad de México y su área metropolitana han experimentado cortes o carencias en el suministro.

De acuerdo con un estudio detallado de la firma Kolibri, consultora latinoamericana de gestión estratégica que diseña e implementar estrategias ambientales de alto impacto, el cambio climático, la sobreexplotación de acuíferos, la deforestación, la infraestructura hídrica inadecuada y el crecimiento demográfico se perfilan como las principales causas de esta crisis hídrica.

El sector agropecuario en México, que consume el 76% del recurso de acuerdo con cifras de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), también es el que más la desperdicia, pues del 57% del total usado se pierde principalmente por infraestructuras de riego ineficientes que se encuentran en mal estado, son obsoletas o tienen fugas.

“Si consideramos que solo el 2.5% del agua disponible en el planeta corresponde al agua dulce y que solo el 0.007% sirve para consumo humano, mejorar el monitoreo del uso del agua en sectores como la agricultura y la ganadería es fundamental”, comentó Santiago Martínez, head of business development de Kolibri en México.

De acuerdo con Kolibri, para mejorar la eficiencia en el uso de los recursos e identificar las principales fuentes de impacto, el primer paso es realizar un diagnóstico.

El más reciente estudio de la consultora sobre huella hídrica es una evaluación completa de la cantidad y calidad del agua utilizada directa o indirectamente en un proceso, producto, empresa o sector, lo que permite a los usuarios tomar decisiones informadas sobre cómo reducir su impacto en el recurso hídrico. Este desafío requiere de un enfoque sistémico, que comprenda la medición para luego trazar estrategias de colaboración entre las organizaciones, los gobiernos y la sociedad, para juntos:

1)      Identificar y conocer los niveles de estrés hídrico a partir del análisis de las regiones donde se está suministrando el agua.

2)     Facilitar el reconocimiento en áreas específicas donde se puede mejorar la eficiencia en el uso del agua, evitando desperdicios y optimizando su gestión.

3)     Determinar insumos, productos y procesos de mayor consumo y/o impacto en el agua para la toma de decisiones y el diseño de una estrategia de agua o estrategia ambiental.

4)    Planificar para la prevención especificando las necesidades futuras e identificando los recursos disponibles.

5)     Evaluar y ampliar las tecnologías para garantizar la resiliencia climática al desarrollar fuentes de agua resistentes a accidentes climáticos, incluido el uso de reservas de agua subterránea a través de redes alimentadas por energía solar, el almacenamiento mediante estructuras de retención, la recarga gestionada de acuíferos y la recolección de agua de lluvia.

6)     Concientizar sobre el valor del agua y la importancia de una gestión responsable de los recursos hídricos.

«El agua es un recurso fundamental para la vida y alcanzar una gestión eficiente requiere un enfoque sistémico y el compromiso de cada uno de nosotros desde nuestros distintos roles. Su escasez es un problema local y estacional, por ello, se debe invertir en monitorear los niveles de demanda, estrés hídrico y recarga de los cuerpos de agua que se utilizan en los distintos sectores para poder contar con información actualizada a la hora de tomar decisiones”, concluyó Mateo Saavedra, cofundador de Kolibri.

 

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