Especialistas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en la Ciudad de México (CDMX) trabajan en identificar, tanto “genes maestros” que participan en los cambios epigenéticos de respuesta de las células a la infección por SARS-CoV-2, como biomarcadores que ofrecerían alternativas en la lucha contra las infecciones virales con el reposicionamiento de epifármacos como nueva terapia.
Junto con colegas del Instituto Nacional de Cancerología, la Technical Munich University y la Universidad de Copenhague, Dinamarca, Ernesto Soto Reyes Solís, profesor de la Unidad Cuajimalpa de la UAM, participa en un estudio aprobado en la convocatoria de Proyectos de Investigación Científica, Desarrollo Tecnológico e Innovación en Salud ante la contingencia por COVID-19, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) del gobierno mexicano.
El académico del Departamento de Ciencias Naturales de la UAM explicó que los objetivos centrales son la búsqueda de biomarcadores epigenéticos relacionados con la infección de SARS-CoV-2 y el logro de la caracterización de dichos procesos, por lo que “nuestros resultados podrían emplearse como pronósticos de sobrevida de la enfermedad e impactar en la toma de decisiones desde una perspectiva clínica”.
Dichos biomarcadores servirían –en el mediano plazo– al reposicionamiento de medicamentos de uso contra distintos padecimientos, contribuyendo así a nuevas propuestas en el tratamiento de pacientes con coronavirus.
Ese patógeno representa un problema de salud pública a nivel mundial ante el cual “vamos contra reloj” para evitar su propagación, dado el gran número de defunciones que está provocando cada día, puntualizó el docente.
Una de las características de la mayoría de estos gérmenes es su capacidad de infectar y provocar partículas virales, al utilizar “toda la maquinaria de las células” para producir las proteínas y los ácidos nucleicos necesarios, por lo que ha sido siempre de interés fundamental conocer por qué estos entes –ya que no se puede decir que estén vivos– pueden “secuestrar dicho engranaje”, al pretender “adueñarse de lo que se conoce como maquinaria epigenética”, subrayó.
La epigenética data de 1940 y se define como la facultad de una célula para responder a los estímulos del medio ambiente, por ejemplo, si es atacada por una bacteria, los genes deben ser competentes para reconocer de inmediato este tipo de procesos y “dictar a la célula en qué momento prenderse y apagarse”, es decir, son sus reguladores maestros y “una especie de antena parabólica que permite censar lo que pasa en el entorno al transmitir la señal”.
Muchos patógenos trastornan los mecanismos y entonces la comunicación con el ambiente se transforma y en lugar de recibir una reacción “la tapan y evitan que la interacción se dé en forma abierta, así que la contestación de las unidades de información no se provee de la misma manera”.
El doctor Soto Reyes Solís añadió que una de las estrategias para abordar este proyecto –dado que el equipo debe entregar conclusiones en seis meses– fue realizar una búsqueda bioinformática de grupos de investigación dedicados a analizar el contexto de expresión de los genes de células que ya hayan sido infectadas por el virus.
Además de que la unidad anatómica responda cuando llega un patógeno prendiendo y apagando muchos genes, pues está reportado en la literatura científica que aquellos que se encuentran cambiados son los vinculados con la respuesta inmunológica, pero hay información que sale de ese orden y “estamos interesados en observar estas pequeñas partículas o que no se ven en la mayoría de los trabajos, es decir, queremos recabar estas secuenciaciones masivas que ya están libres y públicas para cuestionarlas”.
Muchos biomarcadores son utilizados en el diagnóstico, el tratamiento y el pronóstico del cáncer, pero para la exploración de patógenos virales existen muy pocos y “en particular para SARS-CoV-2 no existe una molécula que permita conocer la predicción sobre esta enfermedad”.
La bioinformática ha permitido contar con más de 70 secuencias masivas de muestras, a diferencia de otros casos basados en una o dos y esto “nos posibilita un análisis con una mayor capacidad de finura para conocer cuáles son los genes que se encuentran desregulados, en relación con esta infección”.
Las secuencias que se tienen son, tanto en líneas celulares de pulmón infectado por el virus como en muestras de pacientes, lo que “nos permite traslapar todos los estudios que se han hecho muy meticulosamente en líneas celulares, en muestras obtenidas de pacientes”.
En conjunto, la búsqueda de biomarcadores epigenéticos podría impactar a mediano plazo en el reposicionamiento de fármacos que se emplean en distintas enfermedades, contribuyendo a nuevas propuestas farmacológicas en el tratamiento del SARS-CoV-2.