De acuerdo a la primera edición para América Latina y el Caribe del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo, la pandemia puso en riesgo la infancia de 767 millones de niñas, quienes durante el confinamiento son más proclives a absorber el trabajo doméstico y a sufrir violencia intrafamiliar.

Se estima que 11 millones de niñas tal vez nunca regresen a la escuela. “La pandemia provocó una interrupción sin precedentes en la educación en nuestra región y nos ha dejado al borde de una catástrofe generacional”, afirmó Pablo Cevallos Estarellas, director de la Oficina para América Latina del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE UNESCO).

Y es que aunado a dicho problema, la educación inclusiva e intercultural sigue siendo el gran desafío de la región, ya que en voz de Claudia Uribe, directora de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de la UNESCO, “La inclusión y la equidad siguen siendo una tarea pendiente en nuestra región, un tema que en este contexto se ha hecho más profundo y evidente, y cuya atención cobra una renovada urgencia”.

Según un reporte de la UNESCO, más de 160 millones de niños y niñas no han podido asistir a la escuela en América Latina y el Caribe a causa de la crisis sanitaria que provocó la pandemia. En otras palabras, la COVID-19 profundizó las brechas educativas en la región, que ya era la más desigual del mundo: en 21 países, el 20 por ciento de estudiantes de sectores socioeconómicos medios y altos de la población tiene en promedio cinco veces más posibilidades de terminar su formación secundaria que el 20 por ciento más pobre.

El Foro Regional de Políticas Educativas reunió en total a 162 referentes en educación de toda la región, que durante cuatro días de reflexión y debate elaboraron más de 40 recomendaciones fundamentales para la construcción de una educación verdaderamente inclusiva, entre las cuales se destacaron las siguientes:

Reducir la brecha digital es una prioridad para los expertos, “sobre todo pensando en que la reapertura de las escuelas probablemente se dará con restricciones y en formatos de educación presencial y a distancia”, como recordó Renato Opertti, de la Oficina Internacional de Educación (OIE-UNESCO). En este sentido, se defendió implementar esta modalidad híbrida de aprendizaje como una integración entre espacios virtuales y presenciales, para promover el desarrollo personal y las competencias digitales tanto en docentes como en estudiantes.

Se debe fomentar el trabajo intersectorial y la participación de toda la ciudadanía

“Los ministros y los gobiernos son pasajeros, pero la ciudadanía en sus distintas capas es la que puede hacer exigible una política, que la va a sostener y reclamar”, afirmó la ex ministra de educación de Ecuador Gloria Vidal durante el encuentro, agregando como recomendación la necesidad de un gran debate entre los varios actores de la comunidad educativa, “para la construcción de políticas de Estado, más que de políticas de gobierno”. Según esta experta, la construcción de políticas públicas que contrarresten formas de discriminación en los sistemas educativos debe tener como base además una mirada universal, intersectorial e integral.

Otro concepto que recorrió el foro fue el de trascender el paradigma de segregación de los sistemas educativos, incorporando la diversidad en todos sus aspectos. Este cambio de enfoque implica que la inclusión no es sólo incorporar a las diversidades sino celebrarlas como oportunidad de construir sociedades mejores. La incorporación de la educación no formal, la sociedad civil, las familias y la voz de los mismos estudiantes, el enfoque holístico de la educación vinculada a otros factores como la salud y el desarrollo social y el aprendizaje de experiencias acumuladas en la región fueron todas recomendaciones de los participantes que giraron en torno al pasaje hacia un paradigma transversal, multidimensional, horizontal y colaborativo.

Por último, se remarcó la idea de avanzar hacia sistemas educativos más resilientes, flexibles e inclusivos, que tengan la capacidad de responder a las diversas necesidades, habilidades y características de todo el estudiantado, particularmente durante las cada vez más frecuentes crisis de todo tipo que sufre la región. Como señaló Manos Antoninis, Director del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo de la UNESCO (GEM), “en un mundo que se enfrenta cada vez más a la incertidumbre y la precariedad, la inclusión debe ser un componente central del futuro de la educación”.

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