En el centro del país se tienen las condiciones ideales para producir concentraciones elevadas de ozono troposférico (O3), uno de los contaminantes atmosféricos que más daña a la vegetación a nivel mundial. Una de las zonas de bosques con mayor deterioro han sido denominadas “cementerios de oyamel”.
Un ejemplo de estas zonas, se ubica dentro del Parque Nacional Desierto de los Leones (PNDL) –al poniente del valle de México- y sus zonas de influencia, señaló Alicia Mastretta-Yanes, catedrática CONACYT asignada a la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO).
Se considera que los cementerios de oyamel se originaron por la alta incidencia de ozono a partir de 1980, aunado a la falta de buen manejo forestal, la excesiva extracción de agua (que conlleva a estrés por sequía), al aumento de escarabajos barrenadores y a los incendios forestales de cada temporada.
Desde entonces se han realizado diversos programas de reforestación, con germoplasma nativo y externo al sitio. Estos programas han sido poco exitosos. Se cree que en parte esto se debe a que la zona está justo en la salida de los vientos del valle de México, por lo que su exposición a ozono troposférico es mayor, y por ende también el daño que éste causa en las plantas jóvenes tanto regeneradas como reforestadas.
“En 2017 exploramos las bases genéticas de cinco árboles tolerantes y cinco dañados para determinar diferencias estructurales en su tejido foliar, contrastar la presencia y cantidad de terpenos (compuestos orgánicos que se caracterizan por dar olor y color en las plantas), identificar si eran producto de germoplasma local o introducido por reforestación, y observar expresión diferencial de genes entre categorías de daño y periodos de concentración de O3.
Nuestros resultados sugieren que efectivamente existe variación relacionada con la tolerancia a O3 entre individuos de oyamel de los bosques peri-urbanos de la CDMX, y que dicha variación está presente en el germoplasma local”, subrayó.
En cuanto al impacto de este fenómeno de cementerios de arbolado, la Comisión Nacional Forestal (Conafor) indica que la región del bajío (Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes y San Luis Potosí), existen 1.4 millones de hectáreas (ha) con cobertura de bosques, que requieren de ser protegidas.
Específicamente en el caso del estado de Querétaro, las acciones primordiales en materia forestal se centran en la conservación de los recursos forestales, de ahí la importancia de los trabajos realizados con apoyo de servicios ambientales, sanidad e incendios forestales y manejo forestal comunitario.
El organismo federal destaca que tiene especial atención en la Reserva de la Biósfera Sierra Gorda, fuera de esta área natural protegida, se encuentran los municipios de San Joaquín y Cadereyta de Montes, donde se tiene producción no maderable a través del aprovechamiento del piñón, orégano, damiana y poleo, en el municipio de Peñamiller, por ende, se pretende conservar las zonas de amortiguamiento de los bosques.
En el caso del estado de Guanajuato no es considerado como potencialmente forestal, pero tiene ocho áreas de interés a cuidar (Sierra de Pénjamo, Sierra Puroagua, Sierra de los Agustinos, Sierra de Santa Rosa, Sierra de Lobos, Sierra del Cubo, Sierra Gorda y Pinal del Zamorano), en este sentido, los aprovechamientos activos de mayor importancia se encuentran en la Sierra de Puroagua y Sierra de Santa Rosa.
Para la Conafor dentro de la región del bajío, se identifican acciones que podrían conducir a un manejo sustentable de los recursos mediante el aprovechamiento de productos no maderables, la promoción a que los pequeños propietarios, dueños y poseedores de terrenos forestales se incorporen al manejo forestal.