Ante las diferentes crisis globales que convergen actualmente, en las que se encuentran la crisis de salud generada por la COVID-19, la emergencia climática y los vaivenes económicos subsecuentes, urge impulsar acciones para movilizar financiamiento que permita hacer frente a todas estas crisis de manera conjunta.

En este contexto, el Grupo de Financiamiento Climático para Latinoamérica y el Caribe (GFLAC), en conjunto con aliados regionales e internacionales, lanzan la Campaña “Finanzas Sostenibles para el Futuro: poniendo la vida en el centro de las inversiones” la cual busca enfatizar que para alcanzar las metas de reducción de emisiones causantes del cambio climático y alcanzar el desarrollo sostenible, es necesario alinear los flujos de financiamiento a dicho desarrollo, como lo mandata el Acuerdo de París.

La campaña incluye el “Índice de Finanzas Sostenibles” (IFS), una herramienta que permite monitorear los ingresos y egresos nacionales e internacionales de los países en desarrollo para atender el problema de cambio climático y los objetivos de desarrollo sostenible asociados a él, así como conocer aquellos recursos que podrían estar obstaculizando dicho progreso.

En la primera edición del IFS 2020, se identificaron y midieron los niveles de finanzas sostenibles de los 21 países más emisores de América Latina y el Caribe. Para ello,  el Índice mide 4 variables:  Ingresos Sostenibles (IS) conformados por el financiamiento bilateral y multilateral que los países reciben para cambio climático; Ingresos Intensivos en Carbono (IIC) que se recaudan por la exploración y extracción de hidrocarburos y minerales, y por impuestos a los combustibles; Presupuestos Sostenibles (PS) que los países asignan, de manera etiquetada para cambio climático, eficiencia energética, energía renovable y desastres naturales; y, por último, Presupuestos Intensivos en Carbono (PIC), relativo a las inversiones públicas en la explotación de hidrocarburos.

De acuerdo con los resultados del Índice, no hay ningún país que cuente con 4 puntos, es decir, ninguno tiene finanzas sostenibles “muy altas”. Sin embargo, el país con las finanzas más sostenibles con un nivel “alto” es Honduras (con 3,2 puntos), seguido de Costa Rica (con 3,1). Mientras que Jamaica (con 2,9), Nicaragua (con 2,7), Guatemala (con 2,7), y Perú (con 2,6) tienen finanzas sostenibles “medio altas”.

Por su parte República Dominicana (con 2), Panamá (con 2) y El Salvador (con 2) tienen finanzas sostenibles en un nivel “medio”. En el caso de Venezuela (con 1,9), Colombia (con 1,9), Brasil (con 1,9), Paraguay (con 1,7), Ecuador (con 1,7), Cuba (con 1,7), Uruguay (con 1,6) y Bolivia (con 1,6), se encuentran en la categoría de finanzas sostenibles “medio bajas”. Mientras que los países con las finanzas sostenibles en un nivel “bajo” se encuentran México (con 1,5), Argentina (con 1,3) y Chile (con 1,2). Y finalmente, Trinidad y Tobago (con 0,7) se encuentra en la categoría de finanzas sostenibles “muy bajas”.

Los resultados del índice deben analizarse en el contexto de los países de estudio y de acuerdo con el desempeño de los países en cada variable. Lo anterior, porque hay países que pueden tener altos niveles en una variable, pero bajos en otra, por lo que su promedio puede no resultar positivo.

En el caso de los ingresos sostenibles se identifica que los países que más recibieron financiamiento internacional dedicado a cambio climático del total desembolsado en 2018 fueron México, Costa Rica, Bolivia, Brasil, Guatemala y Perú. Mientras que Colombia, El Salvador, Panamá y Argentina son los países que menos ingresaron por este concepto. Por su parte, los países con los mayores ingresos intensivos en carbono fueron Ecuador, México y Trinidad y Tobago, donde estos ingresos representan 28,5%, 23,5% y 19,3% de sus ingresos públicos totales.

En cuanto al presupuesto sostenible, los datos arrojados por el IFS muestran que en ninguno de los países analizados las inversiones públicas en sostenibilidad superan el 1% del presupuesto total. Jamaica, Colombia, Nicaragua, Costa Rica y Cuba fueron los países que más presupuesto dedicaron a este fin.

Mientras que El Salvador, Trinidad y Tobago, Bolivia, Panamá y Paraguay fueron los que menos. Esto contrasta con el presupuesto intensivo en carbono, que en 11 de los 21 países supera el presupuesto sostenible. El país que más invierte recursos públicos en extracción y producción de hidrocarburos es Bolivia, quien destinó 29,3%; seguido de México con 11,1% y Paraguay con 7,7%. Por su parte, los países que invirtieron más en sostenibilidad que en la extracción y producción de hidrocarburos, fueron Jamaica, Colombia y Nicaragua.

Las dos conclusiones generales que arroja el índice son:

1)    La cooperación y el financiamiento internacional han tenido un importante rol en la implementación de la agenda de cambio climático y de desarrollo sostenible en la región. Sin embargo, aún existe una inequitativa distribución de este financiamiento y su monto es inferior a lo que ingresa por actividades intensivas en carbono, lo que limita la capacidad de transformación de los recursos internacionales, pese a que muchos de los países apuestan al financiamiento internacional para implementar sus metas nacionales de cambio climático.

2)    En 20 de los 21 países analizados los ingresos intensivos en carbono superan a los sostenibles. Si bien hay países que han mantenido esfuerzos por presupuestar acciones en materia de cambio climático y desarrollo sostenible, y lo han hecho explícito a través de etiquetas en sus presupuestos, la asignación de recursos para acciones asociadas a la explotación de hidrocarburos aún es mayor. Por lo que, si los países desean alcanzar la neutralidad de carbono, deben desacoplar sus finanzas públicas de la extracción y producción de hidrocarburos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *