El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) de México destaca que con la COVID-19 se han sumado a la pobreza más de 10 millones de personas en el país.
México, dos de cada cinco personas son pobres, dos más son vulnerables de serlo por sus bajos ingresos, y solo una persona no es ni pobre ni vulnerable.
De acuerdo con la última medición de pobreza en el país, con datos de 2018 elaborada por el Coneval, en México se registraron 52.4 millones de pobres y 9.3 millones de ellas vivían en pobreza extrema.
Por ello, diversas empresas están desarrollando campañas de asistencia social y paliar los problemas de pobreza y hambre de las personas.
Un caso es la cadena de neverías Frody; Beatriz Rodríguez, directora general de esta empresa, declaró que la iniciativa de asistencia a un grupo de familias que han perdido su hogar es parte de las acciones de responsabilidad social de Frody, que busca paliar los graves problemas que presenta la pandemia y asistir a personas que tienen muy mala suerte que han caído en problemas de calle.
De acuerdo a la Secretaría del Bienestar, en la Ciudad de México más de 20 familias se han transformado en población de la calle como consecuencia de la pandemia sanitaria y económica.
Según expertos la cuesta de enero, fue la más difícil de afrontar ya que se están combinando tres elementos: la pérdida de empleo, el paro de actividades en las entidades con semáforo rojo y el aumento a productos de la canasta básica.
Por ello, esta cadena de neverías lanzó una campaña de responsabilidad social para donar alimentos y productos sanitarios para este grupo de personas que está siendo muy golpeados por la actual crisis.
“Pensamos que no ha sido muy grave el tema de la pandemia, pero existen familias que además de perder su empleo les paso lo mismo con sus hogares, debemos crear conciencia de apoyar a quienes más lo necesitan”, dijo.
El trabajo de primer piso se realiza con la organización Caracola, quienes realizan trabajos de asistencia social. el compromiso de Frody es recibir donaciones y donaciones propias para superar la meta de 400 kilogramos de alimentos para familias en situación de calle.
Comentó que gracias a las adaptaciones de los 47 establecimientos de la cadena no han sido cerrados por la pandemia. “Como no expendemos alimentos para ser consumidos en el sitio y con la instauración de reglas de sana distancia y sistemas de sanidad se tiene la posibilidad de tener todas las tiendas abiertas, sin despedir a ningún empleado”.
Recordó que los últimos proyectos de responsabilidad social de Frody –apoyo a niñez de orfanatos, alimentos para mascotas y cabello para pelucas oncológicas- rebasaron sus metas y espera que suceda lo mismo con la donación de alimentos.
La falta de acceso a servicios de salud, alimentación completa y espacios dignos para vivir, así como la carencia de seguridad social por casi la quinta parte de la población ubica a México entre los países que más han resentido los efectos de la pandemia del COVID-19, informa la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en la Ciudad de México.
La directiva de Frody catalogó de esencial que todo tipo de empresa, conforme sus capacidades realice acciones sociales para asistir a población vulnerable. “Nadie quería una pandemia y ahora como ciudadanos como empresas tenemos que trabajar juntos para salir de esta grave realidad”.
México necesita de empresas empáticas con el contexto y realidad social del país, pues si las corporaciones quieren ganancias económicas, necesitan que exista una sociedad sana. No podemos pensar sólo en ganancias económicas, sino debemos ser responsables, dijo.
En el caso de la realidad que vive esta empresa, dijo que la crisis les ha impactado en un alza de precios del 18 por ciento en sus insumos que la marca ha absorbido y no aplica estos aumentos en los productos que vende al público, para no crear un círculo vicioso de crecimiento de precios.
El mercado laboral ha tenido un fuerte deterioro. A noviembre de 2020, hay 20 millones de personas que necesitan un trabajo de tiempo completo. Esto se compone por las personas que buscan un empleo, las subocupadas (trabajan menos horas de las que quisieran y necesitan trabajar), y las que no buscan trabajo porque piensan que no lo podrán encontrar (desempleo encubierto). En marzo (previo a la pandemia) había 12 millones de personas que necesitaban un trabajo de tiempo completo. Es decir, hay 8 millones de personas más en esta condición.