Pérdida de empleo, disminución de ingresos, inflación de la canasta básica y aumento de gastos son algunas de las consecuencias en México de la pandemia por COVID-19. Por ello, para intentar equilibrar sus finanzas personales, el 59.6 por ciento de los mexicanos ha buscado otra fuente de ingreso, ya sea a través de un segundo empleo o la venta de diversos artículos, de acuerdo con datos de la plataforma de servicios financieros, Coru.
En este escenario económico, datos de la plataforma revelan que el 63.8% de los mexicanos tiene dificultades para cubrir sus gastos básicos del mes, como el pago de luz, gas o renta y sólo el 18 por ciento de la población puede cubrir la totalidad de su gastos sin mayor problema, esto habla de que la mala gestión de las finanzas personales.
“La capacidad para llegar a fin de mes depende en gran medida del equilibrio entre los ingresos y egresos; no obstante, el contexto actual es sumamente complejo, pues al menos el 74 por ciento de los mexicanos han experimentado algún grado de disminución de ingresos en los 12 meses recientes y con ello, la buena gestión de las finanzas personales se ha convertido en todo un reto”, afirma Fernando González, Partner en QED Investors.
El alza en la tasa de desempleo del país también ha sido una consecuencia de la pandemia, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), la tasa de subocupación (población económicamente ocupada pero que tiene necesidad y disponibilidad de ofrecer más tiempo de trabajo) pasó de 4.3 millones de personas durante el tercer trimestre de 2019 a 8.7 millones durante el mismo periodo de 2020.
Esto ha generado que, en un intento por aumentar sus ingresos y poder saldar sus pagos, los mexicanos recurran a diversas actividades que abarcan desde ventas, dar clases, repostería, cocinar, invertir, revender o trabajos como albañilería o labores de limpieza, para generar un ingreso extra.
Además de los ingresos, el nivel educativo también está relacionado con la capacidad para solventar los gastos de cada mes, ya que las personas que tienen un grado académico universitario o mayor, gestionan sus finanzas personales de forma más eficiente en comparación a quienes sólo cursaron la educación básica.
“Las principales barreras de la inclusión financiera se relacionan con la falta de conocimiento, comprensión y confianza en los servicios financieros; si se logran superar estos retos, la penetración y acceso de estos servicios tendrán grandes alcances y beneficiarán a un gran número de personas que requieren de herramientas para mejorar su salud financiera”, agrega.