México, apuesta erróneamente a una economía de asistencialismo y de carbón

Las políticas ambientales actuales sólo atienden al 55% de los contaminantes

Luísa Santiago, líder de América Latina para la Fundación Ellen MacArthur, declaró a este reportero que la pandemia de COVID-19 puso en evidencia la fragilidad de la economía lineal actual de «tomar, hacer y desperdiciar».

A medida que los gobiernos y las industrias de todo el mundo buscan reconstruirse a partir de los impactos económicos generalizados de este choque del sistema, debe apreciarse que la economía circular ofrece oportunidades para un nuevo y mejor crecimiento que también contribuye a alcanzar los objetivos de la Agenda 2030.

Al darse cuenta de los impactos de este modelo lineal de «tomar, hacer y desperdiciar», los gobiernos de las ciudades han mostrado un interés creciente en las oportunidades que ofrece una economía circular y ya existen varios ejemplos de prácticas de economía circular en las urbes, a diferentes escalas.

Por ejemplo, São Paulo, Brasil, ya está trabajando en objetivos de economía circular para los plásticos, así como liderando la colaboración de múltiples partes interesadas para crear un sistema alimentario circular regenerativo en la Amazonia.

Para las Naciones Unidas (ONU), debido a la desaceleración de las actividades humanas que ha provocado el confinamiento por el COVID-19, el planeta experimentó una disminución en la emisión de gases de efecto invernadero del 30 por ciento comparado con los niveles habituales.

Sin embargo, el ritmo al cual avanza el calentamiento global no se ha detenido e inclusive, científicos pronostican que con el regreso a la “normalidad”, las medidas para estimular las economías podrían resultar en el aumento de emisiones contaminantes de manera exponencial, sobrepasando las cifras registradas en 2019, de 55.3 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente de las emisiones totales en la Tierra.

En el caso de México, la crisis del COVID-19 ha tenido consecuencias devastadoras; por ejemplo, el Banco de México (Banxico), la recuperación económica podría tomar varios años para regresar a los niveles del primer trimestre de 2019. Mientras las empresas y los gobiernos buscan una recuperación resiliente de la crisis de la pandemia, los objetivos de la política de economía circular ofrecen soluciones a los principales desafíos globales, como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.

La economía circular se basa en tres principios fundamentales, previstos desde el diseño: eliminar los desechos y la contaminación, mantener los productos y materiales en uso y regenerar los sistemas naturales.

La investigación de la Fundación Ellen MacArthur y Material Economics ha identificado que los mecanismos de mitigación ambiental del planeta sólo abarcan una atención a sectores que generan el 55 por ciento de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en el planeta.

Por eso, la transición a una economía circular busca abordar y mitigar el 45 por ciento del restante de las emisiones de gases de efecto invernadero, que se derivan de la fabricación y uso de productos, así como de la producción de alimentos.

La crisis del coronavirus tiene consecuencias humanas y económicas desastrosas, muchas de las cuales se han dejado sentir con mucha fuerza en América Latina y el Caribe. Las interrupciones en las cadenas de suministro mundiales, las dificultades económicas y el aumento resultante del desempleo y las desigualdades han revelado la exposición del sistema económico actual a una amplia variedad de riesgos.

Abundó que “la crisis económica arroja luz sobre las deficiencias del modelo económico lineal actual y refuerza aún más la necesidad de cambiar hacia enfoques más resilientes capaces de generar prosperidad a largo plazo. Incluso cuando los gobiernos y las empresas se enfrentan a las limitaciones financieras a corto plazo de la crisis, una economía circular ofrece una alternativa económicamente atractiva”.

Ejemplificó que la economía circular da la oportunidad de regenerar activamente la naturaleza y los sistemas agroalimentarios. En la actualidad, 10 por ciento de la humanidad padece hambre y la pandemia provocará que desde el 2021 crezca este porcentaje, por ello, se necesita un sistema adecuado para el aprovechamiento de los alimentos y todos sus nutrientes. Expuso que este trabajo no se acota sólo a los campos agrícolas, sino a las propias ciudades donde se ubica casi un 70 por ciento de la población humana.

Cabe mencionar que la Fundación Ellen MacArthur forma parte del grupo de organizaciones líderes que acaban de presentar una coalición para apoyar a la región de América Latina y el Caribe en la transición hacia la economía circular.

A medida que la región se enfrenta a los impactos económicos de la pandemia del COID-19, dicha transición ofrece nuevas y mejores oportunidades de crecimiento para lograr una recuperación económica resiliente y con bajas emisiones de carbono.

La Coalición de Economía Circular – América Latina y el Caribe servirá como plataforma para intercambiar las mejores prácticas y promover la cooperación Sur-Sur y Norte-Sur, además de destacar los beneficios de lograr un enfoque de economía circular.

Mencionó que una economía circular ofrece avenidas prácticas para reducir la dependencia de recursos y descarbonizar el sistema, con estrategias que van desde el diseño para la recirculación de materiales hasta modelos comerciales destinados a maximizar las tasas de utilización de activos.

En el caso de México, “vemos señales de avances en economía circular. Por ejemplo, nuestro Compromiso Global de la Nueva Economía del Plástico ya cuenta con ocho signatarios de México, incluidos el Estado de México, la ciudad de Toluca y grandes empresas como Arca Continental y Coca-Cola FEMSA.

En los últimos cinco años, la economía circular ha evolucionado de una conversación de nicho en América Latina y el Caribe a figurar en las agendas de los tomadores de decisiones locales en todos los sectores de la economía. Y lejos de despriorizar la economía circular, muchos se han dado cuenta de que ahora es más relevante que nunca como respuesta a la pandemia que crea nuevas y mejores oportunidades de crecimiento que benefician a las empresas, la sociedad y el medio ambiente.
Un análisis reciente del Banco Central Europeo, el Banco Mundial y la OCDE, las economías «más verdes» con actividades menos intensivas en carbono están en mejores condiciones para garantizar recuperaciones más rápidas.

Detalló que en la región de América Latina y el Caribe ha sido una de las más afectadas por la pandemia, tanto en términos sanitarios como económicos. Su histórica dependencia excesiva de las actividades extractivas de bajo valor agregado y la volatilidad de los mercados de productos básicos la han dejado particularmente vulnerable a los shocks del sistema.

Indicó que esta coalición regional ayudará a construir una visión común ambiciosa para una transición de la economía circular en América Latina y el Caribe y facilitará la acción coordinada para lograrlo. Ofrecerá una plataforma regional para facilitar la cooperación interministerial, intersectorial y de múltiples partes interesadas para difundir el conocimiento de la economía circular, promover oportunidades de creación de capacidad y prácticas avanzadas.

La líder de América Latina para la Fundación Ellen MacArthur, indicó que esta organización ha notado que en los últimos años ha crecido la conciencia y la práctica de la economía circular a nivel regional en Latinoamérica.

“Quizás el cambio más significativo es que tanto los gobiernos como las empresas se están dando cuenta de que la economía circular es una idea mucho más grande que una simple agenda de gestión de residuos, una que ofrece oportunidades para el desarrollo económico al tiempo que ayuda a resolver desafíos clave como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, y contaminación plástica”.

Detalló que la aceptación empresarial ha avanzado en varias industrias, y actualmente, suman más de 1000 organizaciones que se han comprometido con ambiciosos objetivos de economía circular para los plásticos, a través de nuestra red de Pactos y Compromiso Global de la Nueva Economía del Plástico.

ECONOMÍA CIRCULAR Y EL FUTURO

Por su parte, Carlos Scheel, Profesor Emérito en el EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey (ITESM), indicó a este reportero que la economía circular debe ser un paso transitorio para esta finalidad y sólo ser visto como la meta final.

“Tenemos que concentrar la atención en los cómo, que es donde se ubica la economía circular, que no debe ser la finalidad sino un paso más para llegar a una sociedad equilibrada”.

Explicó que el manejo de los contaminantes sólidos urbanos es uno más de los problemas ambientales urbanos que padece la humanidad. “No debemos sólo concentrarnos en prohibir uso de los productos contaminantes se deben establecer alternativas reales para su sustitución como pensar cuál será su último fin”.

Abundó que ser sustentable es costoso y se debe acabar esa realidad con generación de riqueza y oportunidades para todos los sectores sociales, sin dejar a nadie fuera de la cadena de valor de sectores como es el reciclado.

“El sistema económico actual invita a que el ciudadano se vuelva perezoso y no dimensione sobre la realidad insustentable que le rodea, debe aprender a modificar su educación, cultura y por ende, su sistema social para apostar por una real sustentabilidad”, dijo.

PNUMA, REQUIERE LATINOAMÉRICA DE INDUSTRIAS CIRCULARES

Dolores Barrientos, representante para México y Centroamérica del PNUMA, declaró a este reportero que se requiere un alto compromiso para establecer una responsabilidad extendida del producto de parte de las empresas y autoridades.

Mencionó que es esencial el compromiso de las empresas para establecer esquemas de recuperación y reutilización como disposición final de los productos que llegan a producir.

Dijo que “no sólo debe pensarse que su labor concluye tras la venta de sus productos o servicios, sino que se deben involucrar en un esquema de recuperación y economía circular de aquello que pusieron a disposición del público”.

Recordó que la ONU ha informado que se genera un kilogramo de residuos al día genera un habitante latinoamericano, además que padece que 40 millones de personas viven en comunidades donde no existe un sistema de recolección de residuos.

Lo cual, redunda que existan 145 mil toneladas al día acaban en tiraderos al cielo abierto y de esa cantidad, unas 17 mil toneladas son basura plástica, todo ello a nivel Latinoamérica.

Lamentó que esta realidad se presenta mayormente en ciudades medianas y pequeñas, pues sigue al alza la generación de basura. Por ello, el manejo adecuado de los residuos a nivel municipal es un gran reto en el continente y se requiere de integrar el concepto de economía circular, para que los productos sean usados, reciclados y reutilizables, siendo ahí esencial que las empresas participen.

SITUACIÓN DE LAS CIUDADES EN MÉXICO

La experta de la Fundación Ellen MacArthur mencionó que ciudades como Querétaro, Guanajuato y Aguascalientes –de mediano tamaño-, deben avanzar en sus estrategias de desarrollo industrial y agrícola, adoptar un enfoque de economía circular que ofrezca oportunidades para generar resiliencia y capturar valor adicional.

“Como se atestiguó en los países gravemente afectados por el virus, ser capaz de adaptar rápidamente las instalaciones industriales y cambiar la producción, de piezas de automóviles a equipos médicos, por ejemplo, ha sido crucial. Tener en cuenta esa flexibilidad en las fases iniciales, mediante el diseño de herramientas y productos para que sean reutilizables y versátiles, es una forma de mejorar el potencial de creación de valor y lograr una mayor resiliencia de la industria, que son valiosos más allá de la situación actual”, dijo.

En el sector de la movilidad (uno de los más afectados por COVID-19), por ejemplo, la refabricación de piezas de vehículos puede aumentar los requisitos de mano de obra calificada hasta en un 120 por ciento.

Las ciudades también pueden encontrar beneficios significativos al cambiar a sistemas alimentarios circulares. Una investigación de la Fundación muestra que las ciudades de todo el mundo podrían captar 700 mil millones de dólares adicionales cada año mediante el uso de materia orgánica para producir nuevos productos alimenticios y reducir el desperdicio de alimentos comestibles.

Cifras de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), indican que en México se producen alrededor de 14.9 millones de toneladas de residuos sólidos que pueden reutilizarse, el 39 por ciento corresponde a papel y cartón, 30.7 por ciento al plástico, 16.6 por ciento al vidrio.

La economía circular no propone una agenda adicional para ser incorporada por los líderes políticos de las ciudades, sino que ofrece un marco útil que puede ayudar a progresar en sus prioridades existentes y al mismo tiempo alcanzar sus objetivos climáticos.

La vivienda, la movilidad y la contaminación son algunos de los desafíos clave que enfrentan las ciudades, pero aún así, la mayoría de los materiales utilizados en las ciudades se desperdician, se depositan en vertederos o se incineran, y los edificios, vehículos y productos se infrautilizan constantemente.

Estos son síntomas del modelo económico lineal de ‘tomar, fabricar y desperdiciar’, cuyo derroche y fragilidad sistemáticos se hicieron aún más evidentes en los últimos tiempos, ilustrado, por ejemplo, por interrupciones en el suministro de alimentos y equipos médicos, o automóviles y oficinas inactivos. Una economía circular ofrece la oportunidad de responder a estos desafíos al repensar la forma en que se produce usan los insumos en los hogares y edificios.

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