Un conjunto de estudios recientes sobre el destino de los ecosistemas de agua dulce que se publicó el pasado 12 de mayo en la revista científica Sustainability, muestra que solo el 17% de los ríos del mundo son libres de infraestructura que afecte su régimen de caudales (free-flowing en inglés) y están dentro de zonas protegidas, lo que deja al resto de estos sistemas altamente amenazados y a las especies que dependen de ellos en riesgo.

“Las especies de agua dulce se han reducido en un 84% en promedio desde 1970, siendo la degradación de los ríos la causa principal de esta disminución. Como fuente de alimento de cientos de millones de personas, necesitamos revertir esta tendencia”, comentó Ian Harrison, especialista de agua dulce de Conservación Internacional.

Mientras el mundo busca establecer nuevos objetivos de conservación en la reunión del Convenio sobre la Diversidad Biológica de la ONU a finales de este año, los científicos piden a los gobiernos priorizar la protección de ecosistemas y especies de agua dulce, e integrar mejor la conservación de tierra y de agua.

“Los ríos libres y otros ecosistemas de agua dulce mantienen la biodiversidad y la cadena de suministro de alimento, el agua potable, las economías y las culturas de miles de millones de personas en todo el mundo. Por ende, su protección es crítica para mantener estos valores”, dijo Jonathan Higgins, asesor científico principal de agua dulce en The Nature Conservancy.

Una recién formada coalición de expertos en recursos hídricos, que incluye a representes de la academia así como de WWF, Conservación Internacional y The Nature Conservancy, entre otras entidades, coordinó esta colección de artículos –la primera de su tipo– centrados en la protección a largo plazo de los ríos cuyo caudal escurre libre, con el objetivo de ofrecer un plan a los gobiernos para que puedan integrar la mejor ciencia disponible en los planes de acción ambiental. Actualmente, no hay un marco global centrado en la protección de ríos como corredores en un clima cambiante, desde la fuente hasta el mar, y éstos reciben mucho menos atención y financiamiento que los ecosistemas marinos y terrestres.

La colección de 15 estudios realizada por autores de todo el mundo ofrece ejemplos de protección y conservación de ríos libres mediante la aplicación de investigación científica, leyes, políticas e implementación en campo de estrategias de restauración y gestión.

Este número está coeditado por Denielle Perry, quien dirige el laboratorio de ríos libres de la Escuela de Tierra y Sostenibilidad de la Universidad del Norte de Arizona (NAU), e Ian Harrison, especialista de agua dulce para el Centro Moore para la Ciencia de Conservación Internacional, copresidente del Comité de Conservación de Agua Dulce de la Comisión de Supervivencia de Especies de la UICN, y profesor adjunto en la NAU. Ambos son miembros fundadores de la Coalición para la Protección de Ríos Libres, que tiene como objetivo incentivar a que la investigación científica y las políticas ayuden a las comunidades locales, gobiernos nacionales, instituciones internacionales e inversionistas privados y públicos a proteger mejor estos recursos valiosos pero vulnerables.

“Estos ecosistemas están entre los menos estudiados y protegidos en el mundo y corren el riesgo de sufrir una mayor alteración y degradación por una serie de amenazas, como la construcción de presas mal ubicadas, la sobre pesca, la extracción excesiva de agua y la contaminación”, comentó Perry.

Los artículos abordan desde evaluaciones globales hasta estudios de casos locales, incluyendo discusiones sobre un marco conceptual para definir la protección a largo plazo de ríos libres. También integran estudios en ríos de África, Australia, China, Estados Unidos, India, México y Mongolia, entre otros.

El caso mexicano destaca por la evaluación del desempeño de las reservas de agua establecidas en cerca de 300 cuencas. Estas reservas consisten en un volumen anual de agua destinado a permanecer en el ambiente para la protección ecológica, según la Ley de Aguas Nacionales. El estudio muestra que en cerca del 75% de los casos las reservas establecidas alcanzan niveles aceptables de consistencia conforme a los volúmenes teóricos a partir de métodos detallados de evaluación.

A su vez, se aborda el caso del río Usumacinta en el sureste del país en donde, con base en un estudio hidráulico único para este tipo de análisis, se determinó la conectividad entre el cauce principal del río, su llanura de inundación y el subsuelo. Asimismo, se destacó la importancia de ésta para especies como el palo de Campeche o palo de tinte y la lechuguilla, que son dependientes de las inundaciones para su dispersión y establecimiento, el robalo que migra a lo largo de la cuenca y es de interés comercial, el manatí y otras especies catalogadas en riesgo tanto en México como en el extranjero.

Al respecto, Sergio Salinas Rodríguez, Investigador Asociado de El Colegio de la Frontera Sur adscrito al Grupo de Manejo de Cuencas y Zonas Costeras del Departamento de Ciencias de la Sustentabilidad, indicó que “el conocimiento generado en el país y el avance logrado a la fecha es invaluable porque brindan un capital que implica tanto información robusta para la ciencia y práctica de los caudales ecológicos, como certeza de protección administrativa en más de 44,000 km de ríos libres con todo el potencial como instrumento de manejo del agua para la conservación y conectividad de los ecosistemas acuáticos”.

El también investigador invitado del Departamento de Manejo de Recursos Hídricos en Delft University of Technology agregó que “aún falta evaluar o validar la calidad de los caudales ecológicos en otras zonas de reserva, pues no todas alcanzan el nivel de detalle ni protección del río Usumacinta. Urgen instrumentos complementarios para garantizar la implementación de las reservas (por ejemplo reglamentos) y un sistema de monitoreo socioambiental desarrollado e implementado con las comunidades rurales para evaluar su desempeño en sitio. Por otro lado, aún quedan sin protección cerca de 52,000 km de ríos libres cuya conectividad se mantiene íntegra, además de atender los casos donde la presión por el agua es significativa y que es sin duda el gran reto hacia adelante”, enfatizó.

Las reservas de agua no solo representan un gran esfuerzo de conservación y transformación de la gestión del agua en México. También propician una coordinación y participación interinstitucional, de la sociedad civil y académica nunca antes vista en el país, y que se ha consolidado con la formación de una red a nivel nacional para el monitoreo del desempeño de las reservas de agua (REDMORA), comentó Ignacio González Mora, Subdirector del Programa Agua de WWF. El ejemplo de México, dijo, es solo el inicio de la conservación y protección de ríos libres, pues ahora las reservas de agua trascienden fronteras con una iniciativa regional impulsada desde México hacia Latinoamérica.

“Las recomendaciones formuladas en este número para una mayor protección y un uso racional de nuestros recursos acuáticos continentales son oportunas. Los humedales son una solución poderosa natural a los muchos retos que enfrenta el mundo. Conservarlos es fundamental para construir el futuro que queremos”, comentó Martha Rojas Urrego, secretaria general de la Convención sobre Humedales de Ramsar.

Mientras los legisladores se reúnen virtualmente este mes para desarrollar nuevos objetivos globales de conservación, los expertos piden que se mejoren los objetivos de protección de ríos libres. Hay pruebas claras de su valor, como el aporte de sedimentos necesarios para mantener los deltas de los ríos, que además de ser el hogar de 500 millones de personas representan las tierras agrícolas más productivas del planeta.

“Mientras que el 17% de todos los ríos libre están dentro de áreas protegidas, en la mayoría de los países el nivel de protección de ríos más grandes es mucho más bajo”, comentó Jeff Opperman, científico principal de agua dulce de WWF, “y estos grandes ríos son cruciales para apoyar pesquerías que apoyan a las comunidades locales.”

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