COLABORACiÓN ESPECIAL: Adriana Alatorre
En México las mujeres y los hombres tienen una relación diferenciada con el agua y son principalmente la visión de las mujeres la que ha sido poco comprendida y carente de políticas adecuadas.
Durante 2006 se creó la Red de Género y Medio Ambiente (RGEMA) que realizó la Agenda Azul de las Mujeres, en la cual se enunciaron explícitamente las problemáticas de las mexicanas asociadas a su condición de género en torno al agua.
Las propuestas de seguimiento de la Agenda Azul propone la profundización y el enriquecimiento del estudio de los temas, poniendo en el centro de debate los intereses de las organizaciones tanto de mujeres como mixtas, interesadas en el uso sustentable y en una gestión democrática y equitativa del recurso.
Brenda Galindo Mesa, investigadora de Políticas de Género de la UNAM, aseguró que los análisis acerca del uso y gestión del agua han dado preferencia a los aspectos técnicos y han prestado insuficiente atención a los aspectos sociales.
“Aunque muchas investigaciones recientes están poniendo de manifiesto que las mejoras en la gestión proceden de un enfoque adecuado de los aspectos sociales, con dos actuaciones fundamentales: priorizar la toma de decisiones a escala local e introducir la perspectiva de género”, aseguró.
El enfoque social en la gestión del agua ha permitido comprobar que mucha de la infraestructura de abastecimiento de agua instalada durante los años ochenta ha fracasado, dijo, en buena medida porque los hombres habían asumido el protagonismo en la gestión de un recurso que no conocían adecuadamente, mientras las mujeres habían sido excluidas de la misma.
“La aplicación de una perspectiva de género a la gestión del agua permitirá considerables mejoras en su explotación, como se desprende de numerosas actuaciones llevadas a cabo en Malawi, Tanzania, Nepal o India”, enumeró.
Más aún, aseguró que sin un cambio en los roles tradicionales de género, como el de las tareas domésticas, la participación de las mujeres en la gestión y manejo del agua comunitaria significará más horas de trabajo que se sumen a las inequidades cotidianas que de por sí ya viven las mujeres.