Las crisis económica en América Latina y el Caribe tienen efectos duraderos sobre la estructura del empleo y podrían expulsar a muchas personas permanentemente de la economía formal, de acuerdo con un nuevo informe del Banco Mundial.
La pandemia de COVID-19 impacta mayoritariamente a los trabajadores poco calificados y también exacerba la elevada desigualdad de la región, de acuerdo al estudio “El Empleo en Crisis: Un Camino Hacia Mejores Puestos de Trabajo en la América Latina Pos-COVID-19”, luego de una crisis, los trabajadores poco calificados a menudo tienen menores ingresos a lo largo de una década, mientras que los muy calificados experimentan una pronta recuperación.
Como resultado, las políticas públicas deben enfocarse en proteger a los trabajadores de este fuerte impacto a largo plazo mediante el uso de seguros de desempleo, redes de seguridad social y programas de reconversión, además de facilitar la creación de empleo y ayudar a los trabajadores a estar donde están los empleos.
Algunos de los shocks más grandes que tuvieron lugar en la región latinoamericana en las últimas décadas, tiene consecuencias duraderas y dejan huellas profundas en el empleo. Por ejemplo, los datos de empleo antes y después de la crisis de deuda brasileña, los efectos de la crisis financiera asiática en Chile y el impacto de la crisis mundial de 2008-2009 en México muestran que las recuperaciones rápidas no se materializaron.
En promedio, luego de tres años una recesión genera una pérdida neta de 1,5 millones de puestos de trabajo, con una contracción de 3 por ciento en el empleo formal y una expansión del empleo informal. La crisis actual podría ser incluso peor y provocar una contracción en el empleo formal de hasta 4 por ciento.
Asimismo, dos tercios de los países de la región carecen de programas de seguro de desempleo. Con el fin de minimizar las secuelas a largo plazo, los gobiernos deben poner en marcha políticas para apoyar la reactivación sostenible de la economía y facilitar la recuperación del empleo.
“Debemos aprovechar la oportunidad de reconstruir mejor”, dijo Joana Silva, economista senior del Banco Mundial y autora principal del informe. “Debemos fortalecer nuestros mercados de trabajo para que sean capaces de sobrellevar y revertir rápidamente el impacto de los shocks futuros”.
El primer paso clave es avanzar hacia un contexto macroeconómico sólido y prudente, con estabilizadores automáticos que protejan a los mercados laborales frente a cualquier crisis potencial. Una política fiscal y monetaria sana puede preservar la estabilidad macroeconómica y evitar las presiones financieras sistémicas de cara a un shock.
No es suficiente contar con estabilizadores macroeconómicos más fuertes y reformas en los sistemas laborales y de protección social. También se debe impulsar la recuperación del mercado laboral a través de una fuerte creación de empleo. Esto requiere solucionar problemas estructurales. La política de competencia, la política regional y las normas laborales son áreas clave. Si los países no tratan de resolver estos temas fundamentales, la recuperación seguirá caracterizándose por una escasa creación de empleo.