A dos meses de que comiencen los Juegos Paralímpicos Tokio 2020; los atletas paralímpicos, alistan su participación y requieren contar con dispositivos protésicos y el buen estado de los mismos. De las más de 20 disciplinas adaptadas, son varias las que precisan de aparatos con alta tecnología para permitir la práctica del deporte.
Así, los jugadores de Básquetbol o rugby adaptado cuentan con sillas específicas para poder practicarlo. “Estas sillas son especiales porque deben estar preparadas para el contacto físico. La rueda trasera grande en esas sillas debe tener más inclinación que en una silla normal con el objetivo de poder girar y hacer las curvas estrechas y de manera rápida”, explica Thomas Pfleghar, director regional de Educación y Atención Médica en Ottobock y especialista ortoprotesista.
Explica que las sillas de rugby son muy compactas para facilitar la movilidad. El rugby sobre silla de ruedas es un deporte adaptado que toma elementos de otras disciplinas como el balonmano o el hockey sobre hielo y los jugadores tienen las piernas hacia atrás para que sea menos peligroso y evitar riesgo de caída.
Junto a estas sillas para la práctica de deportes en equipo, también están las sillas de carrera para los 400, 800 metros o larga distancia, las cuales tienen sólo tres ruedas, dos traseras y una delantera de mayor tamaño con sólo un ajuste y una dirección para permitir hacer las curvas en la pista de tartán.
En cuanto a las prótesis, principalmente se usan en atletismo. Estos dispositivos, que pesan desde 540 gramos si son para pacientes amputados por debajo de la rodilla o hasta 1.7 kilogramos si la amputación es por arriba de la rodilla; tienen un encaje al muñón (socket) prácticamente idéntico al del día a día, con un poco más de protección en torno al muñón y un poco más blando.
Además, “estas prótesis tienen un blade (pie deportivo), que no simula un pie convencional, sino que se trata de una lámina de fibra de carbono con un diseño en forma de C para atrás. Esas láminas permiten hacer la impulsión hacia delante, es decir, no simulan el movimiento normal de una pierna, donde la pisada se da desde el talón hacia la punta del pie, sino que simulan una corrida donde se usan las puntas de los pies”, explicó.
Los miembros del equipo técnico provienen de varios países y continentes para cubrir el mayor número posible de idiomas, ya que algunos atletas no hablan inglés. Se tiene personal que habla árabe, mandarín, indio, japonés, vietnamés, además de español, francés, alemán, inglés o portugués.
Los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 contarán con tres técnicos de América Latina. Junto a Thomas, estarán también Emerson Bovo de Brasil y Miguel Espinoza de Chile.
En estas casi cuatro décadas de experiencia profesional, Thomas asegura que sí ha habido un progreso en el desarrollo de prótesis y sillas con nuevos materiales. “Cuando empecé en los años ochenta, todavía se hacían muchas prótesis de madera, y hoy vemos una evolución enorme con rodillas o pies especialmente hechos para correr, sillas de ruedas hechas con titanio o fibra de carbono, así como materiales de protección para el muñón con poliuretano o silicona. Por lo tanto, hay una diversidad en materiales y en tecnología muy amplia con respecto a hace veinte años atrás”, detalla.
Asegura que una prótesis no puede devolver lo que “Dios creó”, ya que el cuerpo humano puede llegar a generar hasta 500 veces más energía en un momento deportivo. “Un pie en fibra de carbono por ejemplo solamente puede devolver parte de la energía que recibe”.
En promedio, en cada paralimpiada participan más de 4 mil atletas y este año podría ser que ese número sea menor debido al difícil contexto de la pandemia que ha dificultado las clasificaciones y las medidas sanitarias con las campañas de vacunación.
Por su parte, Mónica Guadalajara, directora para México, Centro América y Caribe de dicha empresa alemana, señala que desde los Juegos Paralímpicos de Seúl en 1988, se instalan talleres en la Villa Olímpica y en algunos lugares afuera de esta, para reparar y ajustar las sillas de ruedas, prótesis o cualquier otro tipo de equipamiento de los paratletas.
El objetivo es garantizar que todo atleta que llega a los Juegos con su equipamiento pueda participar, es decir, si la silla de ruedas o la prótesis presentara un defecto que le impidiera competir, corregirlo de inmediato.