Entre 70 y 80 por ciento de los árboles en las calles y áreas verdes de urbes como la Ciudad de México (CDMX) son especies exóticas, que brindan oxígeno y captan dióxido de carbono, pero no interaccionan con otros organismos como los polinizadores, lombrices, hongos y bacterias.
Por ello, se deben privilegiar las especies oriundas, para conservar la biodiversidad. “Si quitamos una especie nativa para poner una exótica -que crecen en otras zonas o vienen de otros países-además de perder esa especie, alteramos la red de interconexiones que hay”, afirmó Ivonne Olalde Omaña, encargada del Programa de Propagación de Plantas Nativas para Uso Urbano, del Jardín Botánico de la UNAM.
Generalmente las personas piensan en poner el árbol más raro que puedan encontrar, el que nadie tiene, sin analizar si es grande o idóneo para su cepa de 50 por 50 centímetros. De esta manera empiezan los problemas: rompen la banqueta, compiten con los cables que hay en las calles, topa con edificios y propicia los “mochen” constantes, o los poden y haya árboles totalmente mutilados, manifestó.
“Eso pasa porque no hay planeación, no sabemos qué especies nos conviene poner y las características que tiene”, agregó la bióloga.
Subrayó que las áreas verdes urbanas deben considerarse infraestructura verde y cuidar su calidad. En 2019 en la capital del país había, en promedio, 12.75 metros cuadrados de área verde por habitante; sin embargo, en la alcaldía Miguel Hidalgo se registraron 35.2; en Benito Juárez, 8.1 metros; y en Iztapalapa, 3.1.
Una especie nativa, explicó la especialista, es la que crece y se desarrolla de manera natural en una zona y se interrelaciona con plantas, polinizadores, lombrices, protozoarios, hongos, bacterias: toda la red de organismos que existen en un ecosistema.
Las áreas verdes urbanas son creadas artificialmente casi en su totalidad y en ellas se colocan especies exóticas que le agradaron al contratista, quien las adquirió baratas o son las que predominan en los viveros porque son más fáciles de reproducir, crecer y vender. Ejemplo de ello son los eucaliptos.
Otro árbol que abunda en la capital mexicana es el fresno y aunque es nativo de la zona, debería limitarse su instalación porque las banquetas son pequeñas y pueden alcanzar hasta 20 metros de altura, en tanto que sus troncos llegan a medir aproximadamente 80 centímetros. También están los truenos, los ficus como la higuerilla, el laurel de la India; el hule, las casuarinas y últimamente las palmas.
Entre los árboles ideales para la ciudad están el tejocote y el capulín, los cuales además dan frutos que sirven de alimento a aves y mamíferos; los tepozanes, pinos, encinos, madroños, bursera, tecoma o tronadora, esta última da una flor parecida a la jacaranda, de color amarillo.