La transición hacia modelos de consumo digitales en México ha traído consigo el desarrollo de nuevos problemas y desafíos en términos de seguridad. Por un lado, de acuerdo a datos de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF), hasta el tercer trimestre de 2021 se reportaron 2 millones 745 mil 738 fraudes cibernéticos; en 2020 se alcanzó un pico que superó los 4 millones de delitos de este tipo.
Por otro lado, según registros de la misma CONDUSEF, cada cuatro meses se levantan más de 800 quejas por robo de identidad. Estas cifras revelan algunos de los retos a los que los participantes de la economía digital se tienen que enfrentar.
“Para las instituciones financieras en México esto se ha vuelto un grave problema. Con el aumento del comercio electrónico en los últimos años, las amenazas de fraudes y delitos cibernéticos han crecido también exponencialmente. Sin importar si se trata de la banca comercial o el sector fintech, el robo de identidad cada vez es más frecuente y pernicioso, con delincuentes que han sofisticado muchísimo sus modos de operar”, comenta Ricardo Robledo, director general y fundador de Tu Identidad, plataforma especializada en la validación de identidad.
Según estimaciones del reporte The World in Data Breaches de Varonis, desde 2013, México se encuentra entre los diez países que acumulan más violaciones a seguridad de este tipo, lo que se correlaciona con datos del Banco de México que sitúan a este país en el octavo lugar a nivel mundial con más delitos por robo de identidad.
Frente a la creciente problemática que significa el robo de identidad y los fraudes cibernéticos en México, es imprescindible que cada vez más las empresas implementen estrategias de seguridad integrales que vayan desde el reforzamiento de software de ciberseguridad al interior de una empresa hasta esfuerzos colectivos por parte de las compañías que participan en la economía digital.
“El sector financiero necesita robustecer los mecanismos de identificación incorporados a productos y servicios, pasando por supuesto por pasarelas de pago y métodos de autenticación multifactor en cada una de las transacciones entre empresas y clientes finales, así como validación de identidad a través de fuentes oficiales, biometria facial y dactilar y prueba de vida. Este tipo de estrategias deben volverse parte de la cultura de cualquier institución en este ecosistema”, apunta Ricardo Robledo.
Con la implementación de mejores prácticas y apalancándose del uso de tecnología, las empresas pueden prevenir y mitigar riesgos en materia de robo de identidad de cuentahabientes. Estas amenazas obligan a las instituciones financieras a tomarse en serio el problema y tratar de prevenir estos delitos desde todas las aristas posibles.
El robo de identidad se refiere a un acto en el que una persona se adjudica, transfiere o utiliza los datos personales de alguien más sin su autorización para cometer algún fraude. En muchos casos, la persona que roba la identidad utiliza la información para contratar servicios o productos financieros a nombre de la víctima.
En este contexto, el sector financiero debe construir un entorno de certeza y confianza en su operación digital, al mismo tiempo que con sus usuarios.
“Cualquier tipo de negocio en línea debe tratar de saber que la persona que está del otro lado de la transacción es quien dice ser. Por eso se han incluído mecanismos tan sofisticados de autenticación en los procesos de validación de identidad actuales: validación de comprobante de domicilio, consulta de antecedentes en listas negras y validación de documentos de identidad contra fuentes oficiales, entre otros. Sin ese tipo de certidumbre, cualquier empresa está expuesta a fraudes y robos de identidad. La situación se vuelve más compleja cuando se trata de un sector, como el financiero, que opera con el dinero de sus clientes”, concluyó.