La Dra. Carmen Alicia López Forero indicó que la diabetes gestacional se puede presentar entre el segundo y tercer mes de embarazo y afecta en promedio a un 5 por ciento de las mujeres preñadas, quienes pueden enterarse que están padeciendo dicha situación con un examen de rutina que deben aplicarse de forma rutinaria en las clínicas de atención médica.

Entre los riesgos confirmados para padecer esta enfermedad se encuentran no solo la cesárea y el parto prematuro, sino también una preeclampsia -trastorno que se manifiesta por la hipertensión y puede evolucionar hacia convulsiones peligrosas- o un peso anormalmente alto en el recién nacido.

La experta menciona que el progreso de cada embarazo varía y depende de cada paciente, ya que al ser un factor de riesgo para desarrollar diabetes tipo 2, debe estar bajo un adecuado control y cuidado.

Aunque la glucosa sanguínea suele volver a la normalidad poco después del parto, entre la semana seis a 12 después de este se requiere elaborar una reclasificación de la mujer idealmente con una curva de tolerancia a la glucosa.

Por fortuna, dijo, los sistemas médicos ya consideran la aplicación a todas las embarazadas para saber que no presentan este tipo de diabetes, que en su mayoría de los casos desaparece tras el dar a luz, sin embargo, deja secuelas y predisposición de las mujeres para en edades posteriores enfermar de otros tipos de diabetes.

Debemos tener una gran conciencia clínica y que las mujeres den seguimiento de este padecimiento y no existan subdiagnósticos. En México se tienen altas prevalencias más que el común mundial, debido a que mucha población femenina padece de obesidad, aunado a la predisposición de la raza latina a la diabetes, indicó.

Por ello, pidió dar un seguimiento adecuado tras el parto y las mujeres monitoreen su estado de salud para así evitar cualquier padecimiento o tipo de diabetes. Se requiere manejar un control alimentario, ejercicio y no sólo controlar con medicamentos.

“Es urgente que la gente se concientice sobre este mal y no lo subestime, pensando que al desaparecer tras el parto no conlleva consecuencias. Se debe manejar un esquema de difusión para que las embarazadas cuiden su salud y no a los 5 ó 10 años posteriores a su embarazo comiencen con problemas de diabetes mellitus”, dijo.

Por otra parte, el riesgo de desnutrición es particularmente alto en las gestantes. Esto obliga a un difícil equilibrio para controlar la glucosa en sangre sin frustrar las necesidades energéticas. De ahí la importancia de consultar al médico y al nutricionista, aunque ellos mismos carezcan de puntos de referencia y recurran a enfoques muy diferentes.

Detalló que este padecimiento se da en algunas mujeres, porque ya de por sí, el embarazo es un estado diabetogénico, en el cual, por una serie de cambios hormonales hay un impacto en la regulación de la glucosa.

La insulina es la que ayuda a llevar la glucosa a las células y entonces si la mamá tiene una resistencia a la insulina es decir que está insulina que actúa como la llave no va a lograr qué la glucosa entre en las células y va a tener demasiada glucosa en la sangre.

Fisiológicamente esto pasa, porque en el embarazo, el cuerpo de la mujer requiere de glucosa que le genere energía, para ella y para el bebé, pero si hay una resistencia a ésta, entonces no hay una compensación y es cuando se da la diabetes gestacional.

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