La producción continua de plásticos vírgenes tiene un impacto significativo en el medio ambiente. Esto se debe al uso de combustibles fósiles durante la extracción del material, las emisiones asociadas a la producción por el uso de energía, el transporte de los materiales y, en su caso, la incineración al final de su vida útil. Esta eliminación inadecuada de polímeros afecta negativamente a los ecosistemas, especialmente a la vida marina cuando estos llegan a los océanos, indica Julio Barrientos, Recycling Sales Manager de TOMRA en México.

A menudo, se asume que las actividades de reciclaje de artículos de plástico son las mismas para todos los productos, sin embargo, hay ciertos tipos de envases que son más fáciles de reciclar que otros.

Al examinar el impacto potencial de una variedad de productos, resulta evidente que aquellos que son fabricados con polímeros pueden estar compuestos por numerosos tipos de materiales diferentes que, a su vez, influyen en su reciclabilidad.

Es importante aclarar que existen múltiples tipos de plásticos, pero algunos han sido clasificados dentro de siete categorías para ayudar a los consumidores a identificarlos, especialmente aquellos presentes en los empaques. Sin embargo, materiales como el ABS, PA6, PA66, PC, POMM, entre otros polímeros «técnicos», que son ampliamente utilizados, no entran en estas categorías, pero igualmente deben ser recuperados. La categorización más general consiste en:

Tereftalato de polietileno (PET o PETE): botellas de bebidas, botellas/frascos de alimentos;

Polietileno de alta densidad (HDPE): envases de leche, botellas de detergente, revestimientos de cajas de cereales, juguetes, cubos, bancas de parques y tuberías rígidas;

Cloruro de polivinilo (PVC o vinilo): tubos de fontanería, tarjetas de crédito, juguetes para personas y mascotas, bolsas de fluidos intravenosos, tubos médicos y máscaras de oxígeno;

Polietileno de baja densidad (LDPE): envolturas, bolsas para alimentos o basura;

Polipropileno (PP): popotes, tapas de botellas, contenedores de comida caliente, pañales desechables y estuches de DVD/CD;

Poliestireno (PS o Styrofoam): vasos, recipientes de comida para llevar, embalajes para envíos y productos, cartones de huevos y;

Otros: botellas y termos deportivos, dispositivos electrónicos, accesorios de iluminación y cubiertos de plástico transparente.

Los empaques de plástico provenientes de los residuos domésticos son los que más se recuperan (de 1 a 6 tipos de polímeros) en comparación con los materiales provenientes de otras fuentes como la construcción, la electrónica o la industria automotriz, quienes se quedan atrás en su restitución ya que estos suelen contener una mezcla de componentes químicos que los hace más complejos de reintegrar a la cadena de producción.

El proceso de reciclaje de plásticos se realiza principalmente a través del procesamiento mecánico de flujos de residuos mixtos, y se clasifica como reciclaje descendente (también conocido como «ciclo abierto»). En un sistema de ciclo abierto, el plástico se recicla pero no puede usarse para el mismo fin debido a su menor calidad. Para crear materiales de alta calidad que puedan servir para aplicaciones de mayor nivel, se requiere un proceso de reciclaje mecánico avanzado. Las soluciones de última generación en clasificación pueden superar con éxito el reto de eliminar materiales no deseados como metales, cartón, caucho y muchos otros elementos del flujo de residuos no homogéneos y con ello, lograr el máximo aprovechamiento final de los plásticos.

En México, la industria del plástico representa el 2.8% del Producto Interno Bruto manufacturero, según la Asociación Nacional de la Industria del Plástico. Debido a su gran importancia, tanto la sociedad como el gobierno firmaron en 2019 el Acuerdo Nacional para la Nueva Economía del Plástico en México, el cual refleja el compromiso de avanzar hacia un modelo circular para el uso de los plásticos.

En su 1er informe, se encontró que de las 74 grandes empresas firmantes, el 66% se inclina por el uso del Polietileno de Alta Densidad (HDPE), así como el Polietileno de Baja Densidad en el mismo porcentaje, en la producción de envases y embalajes.

A través de este informe, la industria afirma que el 71% de las botellas y empaques ya son reutilizables, reciclables o compostables. Para alcanzar esta cifra, el 24% de las empresas optó por reducir el uso de material plástico no reciclable; el 23%  apostó por un rediseño de sus envases y embalajes; el 18% sustituyó materiales; y el 5% se inclinó por el uso de materiales compostables, entre otras acciones.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de la industria plástica mexicana, aún queda un largo camino por recorrer para contrarrestar el desperdicio de este material, ya que de acuerdo con Ciencia UNAM, en México se producen 300 millones de toneladas de plásticos al año, de los cuales sólo se recicla el 3%, esto significa que en promedio se producen alrededor de 200 botellas de PET por cada mexicano.

Los plásticos, que desempeñan un papel indispensable en nuestra vida cotidiana, dan lugar a una gran cantidad de residuos, lo que supone un grave problema medioambiental. La clasificación de los polímeros es un paso muy importante y necesario para permitir un reciclaje de alta calidad, la recuperación de recursos y para mitigar el cambio climático, no sólo para el país sino para todo el planeta.

En la actualidad, la tecnología de clasificación basada en sensores se utiliza de forma generalizada en todo el mundo, ya que los beneficios están al alcance y las perspectivas de crecimiento de la demanda de estas tecnologías son prometedoras, sobre todo porque las plantas de reciclaje y clasificación son cada vez más grandes, los flujos de residuos más complejos y la cantidad de residuos mayor.

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