Para lograr una transición energética sustentable es necesario promover la reducción del consumo, dejar los patrones actuales en el entendido de que tanto las fuentes renovables como fósiles son finitas, aseguró el doctor Víctor Berrueta Soriano, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), de la Ciudad de México (CDMX).
El profesor reconoció que hay aspectos técnicos, ambientales y económicos que no hacen posible que con fuentes renovables puedan atenderse todos los requerimientos. Entonces, “debemos primero promover la conciencia de que estamos ante una problemática grave porque los recursos son finitos y los impactos son muy grandes y, por otro lado, que el desperdicio energético nos lleva a situaciones como las que vivimos”, dijo.
Sin embargo, en los dos instrumentos de planeación de la Ciudad de México el término de energía se ve como infraestructura física para proveer suministro eléctrico y combustible al transporte privado o de carga, “si bien en el discurso gubernamental se ha manejado de manera acertada este concepto de transición energética”, señaló el profesor del Departamento de Administración en la División de Ciencias Sociales del citado campus.
La Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) del gobierno de la capital mexicana presentó el diagnóstico de transición energética –que contó con el apoyo de la Cooperación Alemana al Desarrollo Sustentable en México– que plantea seis ejes y recomendaciones para los sectores residencial, industrial, agropecuario, público y de transporte.
“Personalmente traté de encontrar el vínculo entre el Programa General de Ordenamiento Territorial y el Plan General de Desarrollo y la Estrategia Ciudad Solar del gobierno de la CDMX presentada como una propuesta de sustentabilidad para instalar sistemas de energía solar en micro, pequeñas y medianas empresas, con lo que podría reducirse hasta en 80 por ciento el consumo de gas LP y hasta en 95 por ciento el de electricidad”.
Lo más interesante de dicha estrategia “es que presenta un mecanismo que traza la ruta hacia la transición energética que va mucho más allá de la mera infraestructura física para contar con energía limpia”, también aborda el fomento al biodiésel, la generación de técnicos especializados y la divulgación de la ciencia y la tecnología.
Al proyectar la creación de un Sistema de Información Energética, incentivar medidas de eficiencia para reducir el consumo y fomentar la inversión en energías renovables e impulsar la investigación, la educación y un transporte menos contaminante, así como disminuir la pobreza”, anotó.
Berrueta Soriano detalló que la población que habita en la zona rural es la que en mayor medida carece de electricidad y mucha de ella utiliza leña para cubrir sus necesidades básicas.
Además este fenómeno tiene un componente de género que tampoco está considerado y que es preciso contemplar porque exacerba los efectos negativos de la carencia de servicios de energía, es decir, que a las mujeres se les impone una carga de trabajo doméstico mayor que podría ser minimizada si se contara con servicios suficientes y de calidad.
En resumen, “el diseño de políticas públicas debería de tomar en cuenta la accesibilidad, disponibilidad y confiabilidad de fuentes de energía con un carácter geográfico y social específico considerando los impactos económicos, sociales y ambientales”, refirió.
Por su parte, los maestros Christos Vassis Armeni y Moisés Vargas Soto, docente del Departamento de Evaluación del Diseño en el Tiempo de la UAM, en cada caso, confiaron en que la crítica positiva constructiva tenga un impacto importante dentro de estos dos instrumentos de planeación formulados para la capital.
“El Plan General de Desarrollo 2020-2040 presenta una perspectiva casi metafísica muy positivista donde se asume que en este periodo de tiempo muchos de los problemas se van a resolver, pero la realidad es que no ha pasado y se siguen trabajando temas pendientes”, coincidieron.
En ambas propuestas “las metas tienden a ser utópicas y en algunos casos lejanas a la realidad, porque se relega el papel de la sociedad civil como ente de transformación o de lucha, y así ¿cómo podemos prospectar algo que no se ha resuelto históricamente?”.
Los especialistas establecieron la necesidad de encontrar una forma para vincular la consulta pública, “toda vez que se está hablando de un instrumento de planeación territorial que trae detrás los programas parciales de ordenamiento urbano y toda una serie de instrumentos, muchos de ellos ya obsoletos porque no cuentan con una capacidad de actualización constante”.