En México se cuenta con aproximadamente dos mil de las 20 mil especies de abejas que se conocen en el mundo y que juegan un papel fundamental en la polinización, tanto de plantas silvestres como de cultivos agrícolas, afirma el académico del Instituto de Biología (IB) de la UNAM, Ismael Alejandro Hinojosa Díaz.
El doctor en Entomología explica que estos insectos sufren riesgos, principalmente relacionadas con las actividades humanas que han impactado la biodiversidad, como son: destrucción de zonas con vegetación natural, remoción de suelos, explotación masiva de los recursos. “El factor más importante es la destrucción del hábitat donde las abejas puedan anidar”.
También constituyen amenazas el uso de herbicidas y agroquímicos en la agricultura con los que se busca controlar plagas y que los cultivos sean más eficientes, pero que afectan de manera importante a otros organismos.
“Hay insecticidas que se han prohibido en varios países, cuyo nombre genérico es neonicotinoides. Tienen un efecto fuerte y negativo en la abeja al afectar su sistema nervioso, de modo que pierden sus capacidades de orientación, entre otros daños”, señala el experto universitario.
Agregó que, conservadoramente, más de la mitad de los alimentos depende de la intervención de polinizadores –como abejas, murciélagos y pájaros, pero principalmente las primeras– e impactan favorablemente en dos terceras partes de las tierras agrícolas.
El especialista universitario sugirió conocer y revalorar a estas miles de especies nativas en México, pues señala que la población en general asocia a este insecto con la que produce miel, pero esta no es originaria de nuestro país.
“Esa especie la trajeron los europeos. Aquí tenemos más de dos mil, casi todas son nativas”, insiste.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU) las abejas y demás polinizadores forman parte de la lucha contra el hambre en el mundo. Algunos alimentos que dependen de la fecundación de estos insectos son: las manzanas, los tomates, los chiles, el aguacate. El alfalfa, por ejemplo, necesita directamente de un cierto tipo de abeja.
Hinojosa Díaz explica que la fertilización es un proceso evolutivo de millones de años en los que se desarrollaron interacciones específicas. Cuando una planta es visitada por estos insectos para alimentarse “obtiene una ganancia muy grande”, porque le ayuda a transportar sus gametos -a través del polen que llevan pegado al cuerpo- a otra flor de la misma especie para que se fecunden.
En el caso de las productoras de miel, el Atlas Nacional de las Abejas y Derivados Apícolas, de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, señala que en México se producen 57 mil 995 toneladas de miel en promedio por año y es el octavo productor a nivel mundial.
La mitad de dicha producción se consume en el país y la ingesta anual per cápita es de aproximadamente 300 gramos. Se estima que nuestro país continúa como el tercer mayor exportador del mundo y cuenta con 43 mil apicultores; 30 por ciento de la producción se concentra en Yucatán, Campeche y Quintana Roo.