El Centro de Estudios Espinosa Yglesias  (CEEY) analizó el impacto que tienen las becas gubernamentales de apoyo a estudiantes;  y entre los hallazgos destaca que éstos apoyos no garantizan que los estudiantes logren superar su nivel de pobreza social y académica.

Dicho estudio demuestra que un niño que nació en estrato social alto tiene casi 6 veces más oportunidades de ingresar a la educación media superior que un niño que proviene del estrato socioeconómico más bajo.

Según investigaciones del CEEY muestran que la movilidad social se amplía en la educación superior: una persona del estrato más alto tiene una oportunidad 18.4 veces mayor.

Los logros educativos de una generación están determinados por los de la anterior y, como consecuencia, las características del primer empleo de los hijos se subordinan a la trayectoria laboral de los padres.

Las circunstancias de origen, como la escolaridad de los padres, la naturaleza de su ocupación y la riqueza del hogar, determinan al menos 48 por ciento de la desigualdad de oportunidades que conduce a muy diferentes grados de movilidad social de los hijos.

Con la pandemia, los estudiantes con mayor desventaja socioeconómica tuvieron que dejar las aulas para estudiar en sus casas, cuya situación era muy similar a la de sus escuelas: condiciones de hacinamiento, falta de servicios y escasa conexión a internet.

El Reporte sobre Movilidad Social Educativa 2020 del CEEY, la baja escolaridad de una generación explica el 58 por ciento de los magros logros educativos de la siguiente. Estos resultados muestran que no es posible fundamentar una mayor movilidad social educativa exclusivamente en las transferencias monetarias.

Una política pública de transferencias de ingreso podría mejorar —que no resolver— el desempeño de quienes se encuentran en el sistema educativo público, reduciendo la desigualdad de oportunidades, aunque de forma modesta, ¿significa esto que el papel central de las becas es más bien redistributivo? En pocas palabras, sí, aunque el asunto tiene claroscuros.

Las Becas de Educación Básica para el Bienestar Benito Juárez son el instrumento con mayor impacto redistributivo en la presente administración, pues están concentradas en el 30 por ciento de la población con menores ingresos, según reporta la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

Si se comparan las Becas del Bienestar con PROSPERA (el programa de la administración anterior al que reemplazaron) las becas a la educación básica han perdido su capacidad redistributiva, según las propias cifras de la Secretaría de Hacienda.

Estos apoyos no son suficientes: las becas deben de ir acompañadas de otros tipos de programas que reduzcan la brecha educativa existente, sobre todo, mejorar la infraestructura de las escuelas y la calidad de su enseñanza.

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