Como parte de la quinta fase del Movimiento por la Salud “No está chido” que encabeza el Consejo de la Comunicación en colaboración con la Fundación Gonzalo Río Arronte, se llevó a cabo el webinar “Consumo de alcohol y tabaco en menores de edad: impactos cerebrales y emocionales” con la participación de la Dra. Claudia Montesinos, Presidente de la Sociedad Mexicana de Pediatría; y de la Dra. Maura Ramírez, Jefa de Laboratorio de Neuropsicología y Cognición de la Facultad de Psicología de la UNAM.
La Dra. Claudia Montesinos destacó que las y los menores de edad son más vulnerables a consumir alcohol y tabaco, ya que se encuentran en una etapa en la que desean probar cosas nuevas ya sea por curiosidad, para sentirse bien o para pertenecer; y en general, son más propensos aquellos con problemas emocionales o que tienen un historial de adicciones en casa.
También mencionó que México ocupa el tercer sitio con el mayor número de adolescentes consumidores de cigarro, así como el 10° lugar en consumo de alcohol entre jóvenes a nivel Latinoamérica.
El consumo de tabaco entre adolescentes puede provocar bajo rendimiento escolar, ya que tiene afectaciones en el cerebro que todavía está en desarrollo. Mientras que entre las complicaciones tempranas de consumir alcohol se encuentran: lesiones, violencia, alteraciones mentales, problemas de aprendizaje, memoria, y concentración, intoxicaciones, comportamientos sexuales de riesgo, suicidio, depresión, ansiedad, y baja autoestima.
Por su parte, la Dra. Maura Ramírez, coincidió en que el consumo de sustancias como el alcohol y el tabaco durante la pre adolescencia y la adolescencia es particularmente dañino en el desarrollo cerebral, provocando que las habilidades cognitivas, motoras y conductuales se afecten. Mencionó que entre más temprana sea la edad de inicio del consumo, las afectaciones pueden ser permanentes en las habilidades básicas como atención, aprendizaje, memoria y habilidades motoras.
En particular, mencionó que el consumo de cigarrillos electrónicos tiene que ser observado más detenidamente, ya que se encontró que 10% de los adolescentes mexicanos los ha probado, y que 4% lo ha hecho de manera exclusiva. Señaló que lo preocupantes es que, con este tipo de dispositivos, el cerebro recibe la nicotina con mayor rapidez, lo que podría provocar que haya un mayor grado de dependencia.
Para finalizar, las especialistas señalaron que es clave trabajar en la prevención con medidas destinadas no solo a impedir la aparición de las adicciones, sino a detener su avance y atenuar sus complicaciones. Para ello es importante no normalizar el consumo de estas sustancias entre niños, niñas y adolescentes, fortalecer los programas gubernamentales existentes para inhibir el consumo, así como seguir difundiendo campañas educativas como la del Consejo de la Comunicación, y contar con acciones específicas para atender a los grupos más vulnerables.