México es el segundo país consumidor de azúcar blanca en el mundo (38 kilos por año en promedio por persona) factor determinante en el desarrollo de obesidad y con serias consecuencias en la salud de la microbiota, informó la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México.

El doctor Jaime García Mena, investigador del Departamento de Genética y Biología Molecular del Centro de Investigación y Estudios Avanzados, Cinvestav, Unidad Zacatenco del IPN, explicó que un desequilibrio en la flora intestinal propicia que una persona enferme. Para comunicarse, el cuerpo usa el torrente sanguíneo, el nervio vago y el llamado segundo cerebro, integrado por un conjunto de nervios en las vísceras.

Por otro lado, indicó que las partículas de los alimentos que no se digieren llegan al colon, donde hay tres tipos de bacterias que transforman esos residuos: butirato, acetato y propionato, moléculas con distintas funciones en el tracto digestivo, entre las que se encuentra la producción de otras, como por ejemplo las antioxidantes y las anticancerígenas.

En su intervención, Nimbe Torres y Torres, investigadora con 40 años de trayectoria en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), explicó el tema alimentario vinculado a una flora saludable. El cuerpo humano posee entre 20 mil y 25 mil genes, pero son muy pocos los que hacen el trabajo de degradar lo que consume, especificó.

Recomendó el consumo de frutas y verduras para mantener una correcta condición. Por la importancia de sus componentes deben consumirse zanahorias, hongos, aguacate, ajo, cebolla, nopales, plátano verde, frijoles o jícama, por ejemplo.

El nopal, que solo aporta 27 kilocalorías por cada 100 gramos, tiene compuestos como ácidos fenólicos, flavonoides, mucílago y peptina con efectos favorables en la microbiota.

En contraste, una dieta alta en grasa y azúcar rápidamente eleva los niveles de inflamación, y el nopal ayuda a reducirla y a incrementar la diversidad bacteriana.

Después de estudiar los edulcorantes, Torres y Torres refirió que la miel y el mascabado tienen una gran cantidad de antioxidantes, no son tan refinados y aumentan poco la línea de la glucosa.

También investigó el aceite de coco y detalló que contiene 90 por ciento de grasa saturada, de efecto negativo en el hígado, además de propiciar una mayor inflamación. Ante ello recomendó el de soya por sus ácidos grasos polinsaturados y monoinsaturadas, y aceite de oliva con aún más ácidos grasos monosaturados y efectos favorables hepáticos y en la microbiota.

 

 

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