Superar los estereotipos dentro y fuera del campo de futbol es un reto por superar en el corto plazo, pues a pesar de que en varias parte del mundo se han ido creando ligas femeniles a nivel profesional, en promedio el salario de los varones que juegan este deporte es diez veces más alto que el de las mujeres, e incluso en el actual mundial de Qatar, el arbitraje se compone de 36 varones y sólo tres mujeres, afirmó la maestra Maricruz Gómez López, asesora técnica de la Unidad de Prevención y Atención de la Violencia de Género de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en la Ciudad de México (CDMX).

Durante la mesa Las niñas no juegan futbol: Estereotipos de género y violencias, que forma parte del ciclo El Lado B del Mundial –organizada por la Dirección de Comunicación del Conocimiento de la UAM– se ahondó en la importancia de naturalizar la diversidad de prácticas deportivas y romper con la masculinidad hegemónica en muchos deportes, pero en especial en el futbol.

Los estereotipos son aún bastante fuertes, tal es el caso de las llamadas WAGs, etiqueta que se ha colocado a las esposas o novias de los futbolistas para calificar los cuerpos de quienes además se dice que lo único que las mantiene junto a ellos es su ambición por el dinero, o bien están las conductoras de deportes o comentaristas de TV quienes para ser aceptadas en la pantalla chica deben cumplir con estereotipos de belleza muy específicos, debido a que muchos de los deportes están pensados para el disfrute masculino.

Ernesto Saucedo, jugador, capitán y director interino del Club Deportivo Zorros LGBT, equipo que ha participado y ganado múltiples torneos futbolísticos nacionales e internacionales, explicó que es muy complicado practicar este deporte en un país altamente machista.

Por lo que junto a su equipo ha conformado una Asociación Civil que desde 2017 ha intentado entrar al terreno de esta actividad, a pesar de tratarse de una actividad altamente discriminadora y heteronormada en el que estructuralmente está arraigada la masculinidad, y en el cual la feminidad y cualquier otra diversidad sexual es mal vista.

En este mismo sentido reflexionó respecto de las multas que la FIFA ha puesto a la Federación Mexicana de Futbol en dos ocasiones debido a que la afición mexicana utiliza el grito homofóbico “eeeh pu…” para insultar a los jugadores contrarios, la cual impuso una sanción que incluyó dos juegos a puerta cerrada y una multa por 110 mil dólares y más de dos millones de pesos por tratarse de una reincidencia.

Saucedo señaló que “de qué sirve que se impongan multas si los comentaristas o conductores de entretenimiento justifican este grito homofóbico justificando la acción como si se tratase de un insulto culturalmente aceptado, pues sin conciencia profunda de lo que es la aceptación plena frente a las diversidades, no habrá cambio real en nuestras sociedades”.

La doctora Kissy Guzmán Tinajero, quien ha sido miembro de la asociación Pumitas A.C. por más de 22 años desde donde impulsa la creación de categorías femeniles, resaltó que es fundamental abrir el debate y la discusión a estos temas y romper para siempre con la idea de un sexo débil, que no permite integrar o generar esa comunión y que puedan participar en deportes en los que han sido relegadas y empezar a generar conciencia real y no de apariencias.

Las transmisiones de los partidos de mujeres son muy escasos y nunca en horarios estelares, ello junto a viejos estigmas como que las futbolistas son todas lesbianas o bien tienden a ser masculinas; en conjunto se van concatenando una serie de elementos que hace que prevalezca una discriminación que no debería existir.

Resulta muy importante redoblar los esfuerzos en políticas públicas para ampliar la cultura del deporte y derrumbar los estigmas y estereotipos, además de tratar de implementar planes y programas con énfasis en el derecho irrestricto de lo que tiene que ver con la igualdad sustantiva, y para ello es relevante que desde pequeños se inculque la igualdad de oportunidades y el respeto a las diferencias, porque en el microcosmos educativo de las escuelas se encuentra una llave significativa para abrir la inclusión y la equidad.

 

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