En noviembre de 2022, el saldo nominal de la cartera de crédito vigente otorgado por la banca comercial al sector privado no financiero (SPNF) creció a una tasa de 12.8% % anual (4.7% real), ligeramente menor al crecimiento registrado el mes inmediato anterior (MIA, 13.1%), aunque mayor en términos reales. A tasa real mensual, se observa también un mejor desempeño (1.0 vs. 0.5% en el MIA). Por séptimo mes consecutivo, las tres carteras que componen este agregado de crédito crecieron a tasa anual en términos reales, aunque la cartera de empresas registró una ligera desaceleración, indica la banca BBVA.
Este menor crecimiento es debido a la dinámica de los saldos a los servicios en su conjunto, aunque el desempeño de la cartera presenta alta heterogeneidad entre sectores. Por carteras, el crecimiento de 4.7% registrado en noviembre se explica por el crédito al consumo, que aportó 2.0 pp, el de empresas 1.8 pp y el de vivienda 0.9 pp.
El crédito vigente a empresas (54.8% de la cartera total al SPNF) registró un crecimiento anual real de 3.3% en noviembre (11.3% nominal), menor al desempeño observado el MIA (3.4% real). Por monedas, destaca el incremento registrado en los saldos vigentes denominados en moneda nacional (78.3% del total del crédito a empresas), que alcanzaron un crecimiento de 4.1% real en noviembre, tercer mes consecutivo en terreno positivo, mientras que los saldos de crédito a empresas en moneda extranjera se desaceleraron significativamente, al registrar aumento de 0.5%, bastante menor al 5.4% del MIA.
El menor dinamismo del crédito a empresas podría estar asociado al desempeño de algunos sectores: En noviembre, las ventas de establecimientos comerciales registraron una desaceleración, según las ventas de tiendas iguales registradas por la ANTAD[1], creciendo tan sólo 6.1% (en comparación con el 10.0% en el MIA). Dichos datos apuntan a que en noviembre continuó la tendencia de reducción en las tasas de crecimiento de los ingresos en los sectores comerciales que se ha observado desde septiembre, particularmente en el comercio al por mayor.
Por su parte, el crédito vigente al consumo (21.8% del total) alcanzó una tasa de crecimiento anual real de 9.0% al cierre de noviembre de 2022 (17.5% nominal), un mayor dinamismo que el registrado en el MIA (8.3% real anual). Asimismo, el crédito automotriz registró un aumento real de los saldos por primera ocasión en 30 meses. Este desempeño es consistente con los datos de ventas de automóviles, que en noviembre de 2022 aumentaron 3.9% y se esperaría que la tendencia al alza continúe hacia finales de 2022, ya que las ventas presentaron en diciembre un crecimiento de 11.7%, el mayor en 18 meses.
El resto de los segmentos de crédito al consumo presentaron tasas de crecimiento mayores a las registradas en octubre, lo cual puede responder al dinamismo del salario real, a pesar de un desempeño ligeramente menor del empleo durante el onceavo mes del año. En el caso del saldo vigente de crédito a través de tarjetas, en noviembre se registró un crecimiento real anual de 12.3% (mayor al 11.3% del MIA), representando la mayor tasa real registrada desde febrero de 2013. Por su parte, el crédito de nómina creció 8.3% real (7.1% en el MIA) y los créditos personales se incrementaron 6.0% real (5.7% en octubre).
En el caso del crédito vigente a la vivienda (22.5% de la cartera vigente al SPNF) se registró un mayor dinamismo por tercer mes consecutivo. En noviembre, el crecimiento real anual de los saldos vigentes se ubicó en 3.9% (12.0% nominal). Esta tendencia podría mitigarse a pesar del impulso (con rezago) que representa el empleo formal, debido al aumento en las tasas de interés de largo plazo, que podrían frenar la demanda por créditos hipotecarios.
En resumen, las distintas carteras de crédito bancario al SPNF siguen mostrando una recuperación, aunque con una ligera desaceleración del crédito a empresas. La inflación parece haber pasado su punto más alto, lo cual, de continuar con una tendencia a la baja, podría implicar menores afectaciones al poder adquisitivo de las familias por el alza en precios y una recomposición de las necesidades de financiamiento hacia fines menos inmediatos.
Los índices de morosidad se han mantenido en niveles acotados (2.9% para consumo, 2.6% para vivienda y 2.1% para empresas en noviembre), debido, en buena parte, a la buena gestión de riesgos por parte de las instituciones del sistema bancario. Asimismo, los indicadores del mercado laboral han registrado un buen desempeño, contribuyendo a una menor afectación a la capacidad de pago de los hogares, incluso en un escenario inflacionario como el que se ha suscitado.