Las empresas de agronegocios más grandes del mundo obtuvieron ganancias de miles de millones de dólares desde el 2020, cantidad que, según estimaciones de la ONU, podría cubrir las necesidades básicas de los más vulnerables del mundo, según un nuevo informe de Greenpeace, que expone la especulación desenfrenada generada por estas empresas a partir de la guerra en Ucrania y de la pandemia por coronavirus.

Greenpeace Internacional llevó a cabo una investigación para analizar los ingresos de las 20 empresas transnacionales de agronegocios más importantes a nivel mundial; la investigación se llevó a cabo del 2020 al 2022, el período de la pandemia por Covid-19 y de la invasión de Rusia a Ucrania; con el objetivo de saber cuántas personas se han visto afectadas por la inseguridad alimentaria y el aumento extremo en el precio de los alimentos. Los hallazgos obtenidos muestran cómo las grandes corporaciones agrícolas explotaron estas crisis para obtener ganancias grotescas, hundiendo a millones más en el hambre y reforzando su control sobre el sistema alimentario mundial, solo para pagar cantidades escandalosas de dinero a sus dueños y accionistas.Las 20 transnacionales, las más grandes en los sectores de granos, fertilizantes, carne y lácteos, repartieron $ 53.5 mil millones de dólares a sus accionistas en los años financieros de 2020 y 2021, mientras que la ONU estima que una cifra menor, $ 51.5 mil millones, sería suficiente para proporcionar alimentos, vivienda y apoyo para salvar las vidas de las 230 millones de personas más vulnerables del mundo.

Davi Martins, campañista de Greenpeace International, mencionó: “Lo que estamos presenciando es una enorme transferencia de riqueza a unas pocas familias ricas que básicamente son las propietarias del sistema alimentario de todo el mundo, en un momento en que la mayoría de la población mundial está luchando por llegar a fin de mes. Estas 20 compañías podrían, literalmente, salvar a las 230 millones de personas más vulnerables del mundo y les sobraría dinero de sus millonarias ganancias. Pagar más a los accionistas de unas pocas corporaciones de alimentos es simplemente escandaloso e inmoral”.

Davi Martins agregó: “Solo cuatro empresas, Archer-Daniels Midland, Cargill, Bunge y Dreyfus, controlan más del 70 % del comercio mundial de granos, pero no tienen la obligación de revelar lo que saben sobre los mercados globales, incluídas sus propias reservas de granos. Greenpeace descubrió que la falta de transparencia en torno a las cantidades de grano almacenadas después de la invasión rusa de Ucrania fue un factor clave que alimentó la especulación en los mercados de alimentos y el incremento de precios. Estas corporaciones son tan codiciosas que han expulsado del sistema a los  agricultores y agricultoras de pequeña escala y productoras locales, cuyo propósito es alimentar a la gente. Los gobiernos y los tomadores de decisiones deben actuar ahora para proteger a las personas de los abusos cometidos por estas grandes empresas. Necesitamos políticas que regulen y reduzcan el poder de las empresas sobre el sistema alimentario mundial, o las desigualdades sólo se profundizarán aún más. Esencialmente, necesitamos cambiar el sistema alimentario. No hacerlo está costando millones de vidas”, dijo Martins.

De las 20 corporaciones analizadas en la investigación realizada por Greenpeace Internacional, 7 no tienen presencia en México (correspondientes al sector de fertilizantes, carne y leche.) De las 13 corporaciones que sí tienen presencia en nuestro país, Danone, Nestlé y Cargill Inc., presentan una mayor presencia. Esto confirma que el control de la alimentación mexicana se encuentra en manos de pocas empresas que son las dueñas de las marcas de muchos de los productos que se comercializan y se consumen en México.

De acuerdo a la investigación de Greenpeace Internacional, México tuvo una variación de 6.5 % en los precios locales de los alimentos en el periodo del 14 de febrero del 2020 al 09 de julio del 2020. De acuerdo al CONEVAL en las zonas rurales, el cambio porcentual anual de la línea de pobreza extrema, tomando en cuenta la capacidad de adquirir la canasta alimentaria, tuvo  un incrementó del 14.7% en 2022, respecto a septiembre de 2021, mientras que en las zonas urbanas el aumento que se presentó fue de 14.4% en el mismo periodo de tiempo.

Greenpeace apoya la transición a un modelo de producción de alimentos agroecológico que tenga por objetivo la soberanía alimentaria, un sistema de alimentación que sea sustentable, y socialmente justo, donde las comunidades tengan el control y la decisión sobre cómo producen, qué consumen y cómo se organizan; los gobiernos a nivel internacional, nacional y local tienen roles clave que desempeñar para poner fin al control corporativo y de los oligopolios en el sistema alimentario. Corresponde a los gobiernos y las y los tomadores de decisión crear y adoptar políticas públicas que garanticen la transparencia y una regulación más estricta en las operaciones del sector.

“En México se debe garantizar el derecho a una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad tal como lo dicta el Artículo 4º de la Constitución. Se debe realizar un cambio de raíz que transforme el sistema agroalimentario de uno industrializado hacia uno agroecológico que evite el uso de transgénicos y su paquete tecnológico. Para lograrlo, es necesario generar políticas públicas y asignación de presupuesto que apoyen la transición agroecológica en México, siempre, buscando garantizar la soberanía alimentaria.” Concluyó Viridiana Lázaro, campañista de Agricultura de Greenpeace México.

 

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