La Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC), como mes a mes, realizó un estudio de mercado de febrero a marzo para establecer la variación de precios de 44 productos esenciales en los 32 estados de la República, encontrando lo siguiente: el precio promedio de la canasta básica alimentaria fue de $1,696.69 pesos, reflejando una variación al alza de 1.70%. Tabasco es la entidad en donde los alimentos esenciales de la canasta básica han variado más sus precios que en el resto del país al pasar de $1,934.70 pesos, que costaba en enero, a los $2,070.00 pesos que cuesta hoy. Le siguen los estados de San Luis Potosí, en enero $1860.60, hoy $1,842.60; Chiapas, en enero $1,716.00, hoy $1,702.50; Morelos, en enero $1,497.00, hoy $1,852.50, y Guanajuato, en enero $1,805.00, hoy $1,809.00.
Los alimentos que más variaron su precio al alza son azúcar en Sonora $35; chocolate en polvo en Baja California Sur, Durango y Nuevo León $45; chile en CDMX $120; jitomate en Aguascalientes y Coahuila $37 y pollo en Tabasco $200.
“Es una realidad contundente que los precios de los alimentos en nuestro país están al alza desde antes de la pandemia, ubicándose por encima del poder de compra de más de dos terceras partes de los consumidores mexicanos. Si bien el último reporte del INEGI registra una mejora marginal inflacionaria de cinco décimas, debe ser considerado con precaución, ya que el costo de los servicios se incrementó en .55% (colegiaturas, viviendas) y ni qué decir del costo de los alimentos (huevo, pollo, azúcar, chocolate en polvo, chile, jitomate), que en este último mes tuvieron una variación de precio elevada”, comentó Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC.
Pese a los cantos de sirena que algunos buscan escuchar en este último reporte de INEGI respecto a una mejora marginal de la inflación, podemos asegurar que para la ciudadanía de a pie, la gente del esfuerzo, los trabajadores, la mayoría de este país, lo que importa son los precios de los alimentos y servicios básicos.
En los próximos días, el Banco de México anunciará el incremento a la tasa de interés, hasta ahora ha ido “al alimón” con la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED), no tan sólo para buscar contener la inflación, también para evitar la fuga de capitales. La situación sigue siendo incierta y confusa, no queda claro el futuro económico, ya que la inflación aún no está controlada, desacelera y acelera mostrando un comportamiento errático y manteniéndose elevada. BANXICO no tiene opción, no puede alejarse de la política monetaria de la FED.
El nuevo momento económico en México es producto de la relocalización “nearshoring” de los eslabones de las distintas cadenas productivas que están desglobalizándose en una acción neoproteccionista, buscando situarse lo más cerca del principal centro de consumo del mundo: Norteamérica, ya que las secuelas de la pandemia del Covid evidenció la fragilidad de la globalización con puertos colapsados, verdaderos embudos que retrasaron insumos productivos y mercancías, paralizando el comercio global. Por esto, hoy se busca acortar las distancias de los procesos productivos.
Este entorno favorable para México tiene mucho parecido al que se vivió con la apertura comercial del TLC, que por falta de capital humano calificado, infraestructura y seguridad dejamos pasar oportunidades valiosas de desarrollo. Las ventajas derivadas del NAFTA se ubicaron al norte del país, todo indica que las ventajas que pueda haber en la era del “nearshoring” se ubicarán también en la franja norte de México.
Las compañías buscan estar lo más cerca posible de la frontera con Estados Unidos, claro ejemplo de esto la decisión tomada por TESLA, que optó por ubicar su nueva planta en Nuevo León. Además de cercanía, las compañías buscarán incentivos fiscales, economías laborales, bajos costos de producción y seguridad, en una expresión: buscan certidumbre a bajo costo. Huyen de Asia por la guerra comercial entre China y Estados Unidos, esto es una desglobalización de la economía, el mundo gira hacia un neoproteccionismo animado por el miedo y la desconfianza. Desde la oscuridad, la humanidad nunca encontrará la felicidad. En los 90s se debatió la globalización, ahora en el siglo XXI, despavoridos, regresamos al proteccionismo. Ni en una ni en otra encontraremos la llave del desarrollo y la modernidad sin tener un contrato social más justo e igualitario.
“La cultura política Norteamericana tiene una máxima que sentencia: “Es la economía stupid”, hoy, al tropicalizarla a México, diría: “Es la alimentación stupid”. 70 millones de mexicanos sufren de una inseguridad alimentaria que vulnera su capacidad productiva y hackea la gobernabilidad democrática del país. Debe quedar claro que garantizar el consumo esencial alimentario es un asunto de seguridad nacional, enfocar nuestros esfuerzos en lograr un México sin hambre no es opción, no hacerlo significaría jugar con fuego, dormir con una bomba de tiempo bajo la almohada, se debe entender: no puede haber desarrollo económico ni democracia sin frijoles”, concluyó Rivera.