El uso de etanol en el trasporte México ayudaría a mejorar el aire que respiramos, fortalecería la seguridad energética e impulsaría el desarrollo del sector agrícola, especialmente de la caña de azúcar para la elaboración de combustible con los excedentes de producción, por lo que urge que se cree una industria nacional de etanol en México, lo anterior lo concluyeron diputados y expertos en el tema durante el foro realizado por la Comisión de Desarrollo y Conservación Rural, Agrícola y Autosuficiencia Alimentaria, en conjunto con la Asociación Biomovilidad.org.
Al dar la bienvenida al evento, la diputada que preside dicha comisión, María de Jesús Aguirre Maldonado; explicó que, si en algún momento el mercado del azúcar se complica, por diversas situaciones, una salida viable para los excedentes es la producción de bioetanol, que en América Latina ya hay países como Brasil, Colombia, Bolivia y Argentina, por mencionar algunos, que ya utilizan el bioetanol como oxigenante en mezclas superiores al 10 por ciento. “En nuestro país la mayoría de los automóviles están adaptados para gasolinas, pero también para etanol”, puntualizó la diputada.
En su ponencia “El desarrollo de una nueva industria del bioetanol en beneficio del campo mexicano”, Galo Galeano Herrera, de la Asociación Biomovilidad.org, explicó que el bioetanol es un alcohol que cumple con una serie de requisitos y está diseñado para utilizarse en el sector transporte como biocarburante.
Por ello, advirtió que es importante revisar la hoja de ruta para ver cuál es la transición que más conviene y para el caso de México, la asociación propone que se utilice un activo ambiental, social y económico que favorece la salud, como es el bagazo de caña y el sorgo dulce, en el noreste del país.
En su oportunidad, Benito López Martínez, presidente de Biomex, al exponer el tema “Experiencia en la producción de sorgo para la elaboración de biocombustibles”, subrayó que México no tiene ni el 2% de las reservas mundiales de hidrocarburos, y lo que se ha estado haciendo es extraer lo que se tiene de manera acelerada, al grado de llegar a importar petróleo crudo para procesarlo. “No somos tan petroleros como lo habíamos pensado”.
Precisó que existen lagunas regulatorias que no permiten producir y usar etanol, por lo que demandó reformar la Norma 016, para que se homologue la cantidad de etanol a Estados Unidos y se pueda utilizar gasolina de 84 octanos sin aditivos, además de quitar la prohibición de las tres zonas metropolitanas, que es donde más falta hace el uso del etanol.
Al exponer el tema “Viabilidad técnica para la producción de biocombustibles de segunda generación”, Arturo Sánchez Carmona, del Cinvestav Jalisco, indicó que estos biocombustibles se producen con residuos agrícolas o cultivos especiales, como pajas de trigo, de sorgo, cebada, bagazos, agave, caña de azúcar y restrojos de maíz, que no hacen conflicto con la producción de alimentos.
En este sentido, afirmó que los biocombustibles de segunda generación están tomando un papel muy relevante como herramientas para combatir el cambio climático, pues contribuye a reducir las emisiones del gas de efecto invernadero y alcanzar en 2050 las cero emisiones netas.
Para concluir, durante el encuentro, también se llevaron a cabo las mesas de diálogo denominadas “Uso de excedente de la caña para el impulso de una nueva industria nacional de bioetanol” y “Experiencia en la implementación de biocombustibles como política pública en América Latina”.
La oxigenación de gasolina con etanol aumenta su octanaje y tiene una combustión más limpia. El uso de etanol reduce las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmosfera entre 30% y 50% comparado con la gasolina. De las emisiones globales de contaminantes, 25% de la contaminación mundial es emitida por vehículos. Por cada litro de etanol se reducen 2.5 kilogramos de emisiones de CO2.