La Cámara Nacional del Cemento (CANACEM) presentó la Hoja de Ruta México – FICEM: “Hacia una Economía Baja en Carbono”, donde la industria del cemento mexicana informa sus acciones a liderar para alcanzar los objetivos trazados en un cronograma de acciones puntuales, apoyando las partes interesadas que correspondan, mediante investigación, capacitación y seguimiento requeridos.
“En la Hoja de Ruta México se formula el análisis sobre la reducción de emisiones proyectadas hacia 2030, tomando como base pautas establecidas por la Academia Europea de Investigación del Cemento, y que señalan como principales indicadores al factor Clinker, al co-procesamiento y a la eficiencia energética”, detalló Jaime Hill Tinoco, presidente de la CANACEM.
La Hoja de Ruta México – FICEM: “Hacia una Economía Baja en Carbono” está alineada con el Acuerdo de París, tratado internacional sobre el cambio climático adoptado por 195 países en diciembre de 2015. El objetivo principal del acuerdo es limitar el calentamiento global a menos de dos grados Celsius por encima de niveles preindustriales.
En ese sentido, Hill Tinoco expuso que “dicho documento es la primera ambición que se desarrolla en México dentro de las denominadas industrias pesadas. Es un hito y representa nuestro interés por aportar a los esfuerzos para limitar el incremento de la temperatura global en comparación con niveles preindustriales”.
La meta es reducir para 2030 la intensidad de emisión directa de CO2 en al menos 17%, tomando como referencia las emisiones registradas de 2016. Esta reducción se alcanzará a través de dos principales ejes de reducción: Aumento de la tasa de co-procesamiento de residuos hasta el 32% proyectado al año 2030, y; Reducción del contenido promedio de Clinker a un 66% al año 2030.
En este contexto, Carlos Medina, presidente de la Comisión de Sustentabilidad de la CANACEM, puntualizó que este llamado a la acción se articula en tres vertientes: 1) consolidar marcos regulatorios, 2) lograr financiamiento verde y 3) consolidar el trabajo colaborativo entre la industria, la academia, clientes y gobiernos, con el fin de impulsar el despliegue de los dos principales mecanismos de reducción de emisiones: El co-procesamiento de residuos a través del trabajo conjunto con autoridades en todos los niveles, y; La promoción de cementos y concretos bajos en carbono a través del trabajo a nivel normativo.
Por su parte, Hill Tinoco recordó que, en México, el sector del cemento está representado por seis empresas, todas, afiliadas a la CANACEM: Cementos y Concretos Moctezuma, Cementos Fortaleza, CEMEX México, Cemento Cruz Azul, Grupo Cementos de Chihuahua y Holcim México.
A través de 35 plantas en funcionamiento por toda la República Mexicana, la industria del cemento emplea a más de 19 mil 700 personas de manera directa y más de 60 mil empleos indirectos, produciendo cerca de 50 millones de toneladas de cemento. El sector está posicionado entre los 20 productores de cemento a nivel mundial y el segundo en América Latina, solo después de Brasil.
La industria del cemento es uno de los sectores más importantes de la economía mexicana. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2022, la producción de cemento en México alcanzó los 49.9 millones de toneladas, lo que representó un aumento del 4% en comparación con producción de 2020.
Cabe destacar, que el consumo de cemento ha experimentado un crecimiento constante en los últimos años, datos de la Dirección de Análisis Económico de la CANACEM, muestran que en 2022 el consumo nacional de cemento fue de 47.8 millones de toneladas.
Por otro lado, con base en un informe de la consultora global Research and Markets, se espera que el mercado de cemento en México alcance los 23.9 mil millones de dólares en 2025, impulsado por el crecimiento de la construcción residencial, comercial e industrial.
Si bien, la industria del cemento también enfrenta importantes desafíos en México, como su impacto en el medio ambiente, a través de la Hoja de Ruta México – FICEM: “Hacia una economía baja en carbono” manifiesta su ambición de alcanzar una reducción de emisiones netas a 2030, en comparación con la línea base de 2016, que equivale aproximadamente a que, por cada saco de cemento producido, se dejarán de emitir los gases de efecto invernadero generados por la carga de 661 teléfonos inteligentes.