A nivel global, la industria textil es una de las más importantes: está valuada en 1.3 trillones de dólares y representa el 14% de la producción industrial total. A pesar de su gran valor económico, este sector es el segundo más contaminante: produce el 8% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero y es responsable del 20% de la contaminación industrial del agua, a nivel mundial, debido al teñido y tratamiento de textiles.
Datos de la consultora latinoamericana Kolibri, la industria textil-confección es una de las más relevantes: representa el 10% del PIB del sector manufacturero, lo que coloca al país como el quinto proveedor global.
A pesar de esta relevancia, también genera grandes impactos negativos a la naturaleza: los principales se generan durante los procesos de blanqueado del algodón [durante el que se puede llegar a contaminar los entornos acuáticos y terrestres, así como causar eutrofización, lo que puede derivar en pérdida de la calidad del agua] y de hilado, donde se dan grandes desperdicios de materia prima y sólo el 38% del cultivo se puede aprovechar.
En contraparte, la consultora especializada en estrategias ambientales destaca algunas de las acciones alternativas que ya se realizan en el país en cuanto a la moda. Por ejemplo, en muchas zonas rurales las tiendas de segunda mano son más comunes que las que comercializan ropa nueva. También se trabaja con materias primas innovadoras, tales como la piel de nopal y el henequén, con las que se producen cuero vegetal y fibra blanca, respectivamente.
“En la región, México es uno de los países más importantes de la industria textil por el impacto económico que genera y la fuente de trabajos que ofrece. Sin embargo, es importante que se trabaje para lograr un modelo ambiental regenerativo y socialmente justo para cada uno de los actores de esta industria”, señala Federico Gómez Guisoli, director ejecutivo de Kolibri.
Entre las oportunidades y alternativas que se identifican para reducir el impacto ambiental y social de esta industria, y ser así más regenerativa con el planeta, se encuentran:
Modelos de acceso: aquellos que tienen como objetivo que las personas tengan acceso a la indumentaria y que pueden implementarse como modelos de suscripción, alquiler a corto plazo, venta de prendas durables (de alta calidad y durabilidad, que recibe con garantías) y reventa de prendas reparadas o reacondicionadas.
Modelos de recolección: recolección municipal, diferenciada, a domicilio, devolución a marcas por correo, devolución en las tiendas, donación a organizaciones.
“A pesar de satisfacer una de las necesidades más básicas, la vestimenta, la industria textil está lejos de ser sustentable: tan sólo el 1% del total de textil que se produce mundialmente es reciclado, un número bajísimo si consideramos que hoy en día se fabrica el doble de prendas que hace 15 años”, comenta el directivo.
Para la consultora existen ‘dolores’ que afectan a la industria, algunos de estos son:
Origen de materias primas: la industria de la moda está dominada por el algodón y el poliéster, y la producción de estas fibras consume grandes cantidades de recursos. En el caso del algodón, utiliza 2.5% de la tierra cultivable del mundo; para el poliéster se utilizan grandes cantidades de combustibles fósiles y recursos no renovables. Tan sólo en 2015, por ejemplo, la fabricación de este textil fue responsable del equivalente a 700 millones de toneladas de CO2.
Insumos tóxicos: actualmente se utilizan 43 millones de toneladas de químicos en la producción de textiles. Esto, con el objetivo de añadir propiedades específicas a cada prenda. Hasta 2015, el mercado de químicos para textiles estaba valuado en 21 billones de dólares.
Mermas y pérdidas: pueden alcanzar hasta el 15% de las materias primas, siendo uno de los puntos de más sencillo abordaje en cuanto a recuperación de materiales.
Transparencia y trazabilidad: en cuanto a transparencia, la industria de la moda va lenta, principalmente, entre las 250 empresas más grandes. El score general de todas ellas es sólo de 24% de transparencia.
Tendencias de consumo: el consumo de ropa a nivel global está marcado por dos grandes tendencias, fast fashion y hauls. Fast fashion es cuando se introducen colecciones de ropa, que han sido diseñadas y fabricadas de forma acelerada y a bajo costo, para así ofrecer al consumidor la posibilidad de acceder a prendas a precios asequibles y de forma continua. A diferencia de las tradicionales colecciones primavera/verano y otoño/invierno, el fast fashion introduce unas 50 colecciones diferentes cada año. En el caso de los videos hauls, son liderados por influencers y consisten en incitar a comprar en volumen, son una consecuencia del fast fashion y, a su vez, operan como aceleradores. Esta tendencia se popularizó por la marca china Shein y ha sido adoptada principalmente por la generación Z.
Durabilidad de los productos: ante las tendencias de la moda, la calidad y la durabilidad de las prendas es cada vez menor, debido a que se busca producir con menor costo y más ropa en menos tiempo, lo que lleva a utilizar materias primas de mala calidad.