En lo que va del 2023, los productos con mayores alzas, sin duda, han sido los que ofrecen las loncherías, fondas, torterías, taquerías, todos los de aquellos giros de negocios de alimentos preparados; desde luego, los restaurantes también. El precio de las tradicionales garnachas mexicanas se ha disparado hasta en más de un 41%, convirtiéndose en una alerta roja para el bolsillo de miles de consumidores que por sus trabajos se ven obligados a dar al menos una comida al día fuera de casa.
El segmento de los antojitos no ha podido resistir las alzas de precio y han tenido que aumentar desde tres, cinco y hasta siete pesos (por pieza o antojito). Asimismo, el rubro de las comidas corridas ha aumentado de diez a quince pesos, pasaron de costar de 55 pesos antes de pandemia a 70 u 85 pesos actualmente; en zonas de oficinas incluso superan hasta 100 pesos.
“¿Pero por qué han subido los tacos del 15 al 30%? Porque han subido el precio del gas, la carne, la tortilla, la cebolla, el pepino, el aceite, los limones y no se diga el bistec y el pollo que han tenido un sobreprecio de hasta el 25%. Cada taco se llega a vender desde los 16 a los 25 pesos”, comentó Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC.
El pozole no se queda atrás y se ha encarecido en un 25% al venderse entre 85 y 90 pesos, de haber costado antes 60 pesos en promedio. En esta larga fila de dolor también se forman los chilaquiles con pollo o con huevo, cuyo incremento ha sido de 41.66%, sin considerar los 20 pesos del café y los 6 pesos del bolillo.
El encarecimiento de la “vitamina T” también incluye a las tortas que hoy se encuentran en hasta 70 pesos cuando no hace mucho tiempo atrás costaban entre 40 y 50 pesos. Las gorditas de guisos se venden hoy entre 20 y 25 pesos, los sopes sencillos entre 18 a 22 pesos, registrando un incremento del 22.22%. De esta masacre no lograron escaparse los elotes, que hoy cuestan hasta 30 pesos cuando costaban 20 pesos, y el vaso pequeño de esquites, el cual hoy se vende en 25 pesos cuando antes se vendía entre 15 y 17 pesos.
Los insumos para la elaboración de los alimentos de la “vitamina T” de los mexicanos se han incrementado de manera importante, varios de ellos impactados a propósito de la guerra de Ucrania. Enseguida el alza de su precio:
- El maíz 18.71%,
- La masa de maíz 23.69%
- Las tortillas 25%
- Los aceites comestibles 52.67%
- La cebolla 169.53%
- El jitomate 59.13%
- La lechuga 29.33%
- El chile serrano 39.57%
- El tomate verde 35.67%
- El huevo 21.13%
- El pollo 14.67%
- El queso fresco 22.84%
- El queso oaxaca 25.87%
- La crema 17.42%
- La costilla de res 19.72%
- El bistec 19.42%
- La carne de puerco 21.09%
En suma, los ingredientes para la elaboración de los alimentos que los mexicanos consumimos en la calle y/o, de tener la fortuna, en la casa subieron de entre un 14% a más de 100%. La inseguridad que priva al país que multiplica los robos carreteros y los cobros de derecho de piso, así como el incremento que ha habido en los combustibles de entre 10% y 15%, resultan ser motivos bastante insuficientes para explicarnos el por qué los tacos, las garnachas, las tortas, el pozole y demás alimentos del paladar mexicano han encarecido su precio.
“En México, 53 millones de personas trabajan, 80% lo hacen en la zona urbana, es decir, 40 millones de personas, las cuales diariamente invierten un promedio de hora y media para trasladarse de su hogar a sus centros de trabajo. Los mexicanos gastan 19% de su salario en transporte y esta circunstancia obliga a dar al menos una comida a día en la calle, cuyo gasto representa el 30% de sus ingresos. Se puede afirmar que hoy por hoy los trabajadores mexicanos de las zonas urbanas del país gastan 50% de lo que ganan en transporte y comida”, agregó Rivera.
No está de más señalar las horas de sueño que los trabajadores pierden para lograr mantener este ritmo cotidiano tan desgastante que les provoca estrés, cansancio y baja en su capacidad productiva. Todas estas realidades están por debajo de la alfombra del manejo de la información que tiene que ver con la inflación y la carestía y el costo de la vida de la gente. La tendencia a la baja de la inflación general anualizada es una buena noticia, pero lamentablemente no nos alcanza aún para cambiar la realidad desgastante y oprobiosa en la que están trabajando los mexicanos en la actualidad.