Ante las inusitadas ondas de calor primaverales y la llegada de la tercera ola de calor que traerá consigo temperaturas de hasta 50° en una gran parte del territorio, las cuales “bofetearán” el pavimento, convirtiéndolo en un verdadero comal ardiente en las distintas metrópolis del país, la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) realizó una inmersión en el mercado de las bebidas para informar de su situación.
La ciudadanía, ante esta adversidad climática, se verá obligada a continuar con su derrotero, una cotidianidad asfixiante y desgastante. La gente no trae suficiente “varo” en los bolsillos, pero tiene que saciar su sed, tienen que tomar algo estos días de mayor beber que comer pese a que, en lo que va del año, las bebidas han sufrido de un incremento del 10.5% sus precios, donde el agua embotellada y los refrescos han subido de dos a tres pesos y la cerveza de tres a cinco pesos.
Los niveles de inventario no van a la velocidad de la demanda. Las ventas se han incrementado en el último mes en un 56.6% en lo que refiere al agua embotellada, mineral y de sabor; en un 32.9% los refrescos de cola; en un 9.8% los refrescos de sabor y la cerveza en un 80%.
“En al menos una tercera parte del país las temperaturas rondarán los 50° y resulta preocupante el eventual desabasto de bebidas que pudiera existir. En esta temporada, las enfermedades gastrointestinales, los golpes de calor y quemaduras de piel se multiplican. Resulta dramático que 12 millones de personas no tengan agua potable domiciliada y 10 millones más no tengan energía eléctrica en su hogar. La sequía ha llevado a un estrés hídrico al territorio nacional, poniendo en jaque el abasto para el consumo humano y la producción agrícola. El conjunto de todos estos elementos explica, en gran medida, el incremento del consumo de agua embotellada, jugos, néctares, refrescos, cervezas, tés y cafés (fríos) que la población, obligada por el calor, está consumiendo a gran escala”, explicó Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC.
La gran mayoría de la población trabajadora, en el mejor de los casos, vive en casa propia de interés social diminuta, de techos bajos, donde se está más fresco afuera que adentro de estas viviendas. Subir a la azotea tampoco es opción, ya que las placas de concreto terminan el día acumulando una enorme cantidad de calor, que no les alcanza la noche para enfriarse. Total, ni adentro de la casa ni en el techo, sino en el patio, de haberlo, o, si no, de plano en la banqueta es donde se puede refrescar aunque sea un poco.
“La “danza de los sedientos” en este México se resume a la cotidianidad que se vive en esta primavera caliente y verano ardiente. Mecedoras y catres como cama, buscando ganar alguna hora de sueño, en el seno de esta incertidumbre y adversidad. Despertar y encontrar poca presión de agua para terminar dándose un baño “vaquero”, de medio cuerpo. Dirigirse al trabajo con el estómago vacío, tal vez con un café y una bolsa de estraza mantecosa con cinco tacos de huevo, frijol o papa envueltos en una bolsa de plástico. Gastar una hora y media en el traslado al trabajo con al menos uno o dos trasbordos para lograrlo, apellizcados en la pecera, metrobús o metro, sumando olores y sudores. Seres humanos con mal dormir y sedientos, portadores de una sed ancestral, de generaciones”, comentó Rivera.