Dos de las 17 de especies de ajolotes que se distribuyen en el país, el ajolote mexicano Ambystoma mexicanum y A. altamirani, también llamado ajolote de arroyo de montaña, habitan en los cuerpos de agua y humedales remanentes de la Ciudad de México y tienen una gran importancia para conservar los ecosistemas.
Sin embargo, los dos no comparten la misma suerte. Aunque ambos son especies endémicas de la cuenca de México, al ajolote mexicano se le encuentra en varias colonias repartidas en el mundo, lo que ayuda a su conservación ex situ; mientras que el ajolote de arroyo de montaña forma parte de la lista de especies prioritarias para la conservación.
Además, porta la categoría “en peligro de extinción” en la Lista Roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, en donde también se indica que la población está disminuyendo.
Para coadyuvar a esta última especie, la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI) de la CDMX auspició el proyecto “Estudios para la conservación de la biodiversidad en la Ciudad de México: ajolote de arroyo de montaña Ambystoma altamirani, como especie sombrilla”.
Con su protección se impacta favorablemente al resto de especies con las que se relaciona (unas 10 familias), de ahí el concepto “sombrilla”; también indica la calidad ambiental en zonas clave para la provisión de servicios ecosistémicos: abastecimiento de agua, absorción de bióxido de carbono, generación de agua, incluso de alimentos, y paisajismo.
El doctor José Antonio Ocampo Cervantes, coordinador del Centro de Investigaciones Biológicas y Acuícolas de la UAM Xochimilco, quien encabeza el proyecto, explicó que si el ajolote de arroyo vive en un ambiente con alguna perturbación, química o física, las poblaciones empiezan a descender; por ello se eligió a esta especie para conocer la calidad del ecosistema acuático.
Así, uno de los objetivos es trabajar la conservación de estos animales ex situ. Para ello se creó una unidad de manejo para la conservación de la vida silvestre (UMA) en el Parque Nacional del Desierto de los Leones; hasta ese sitio se trasladan ejemplares, se estudia su adaptación bajo un manejo profesional y se evalúa la posibilidad de reproducirlos bajo cuidado humano, para luego reintroducirlos en sitios donde la población no sea tan numerosa. Sin embargo, reconoció que hasta al momento no se ha logrado el ciclo reproductivo dentro de la UMA.
La calidad de vida de los habitantes de la Ciudad de México depende en buena medida de los servicios ecosistémicos que ofrece el Suelo de Conservación, que se localiza en el poniente y sur de la ciudad y cubre casi el 60 por ciento de su territorio. Un indicador para conocer la salud de estas comunidades biológicas es el A. altamirani.