En el Día Mundial de la Alimentación, es imperativo reflexionar sobre cómo nuestras elecciones alimentarias pueden influir en la salud del planeta. Un tema que ha estado emergiendo como un posible salvador de la salud global y ambiental es el consumo de lácteos fermentados. Estos productos no solo pueden enriquecer la salud individual, sino que también desempeñan un papel crucial en la sostenibilidad y el bienestar del planeta Tierra.
La producción de alimentos y el cambio climático están entrelazados de manera compleja. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la agricultura y la ganadería son responsables de aproximadamente el 14% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Esto significa que las elecciones alimentarias tienen un impacto significativo en el medio ambiente. La producción sostenible de alimentos es un reto apremiante, y aquí es donde los lácteos fermentados entran en juego, pues, según el Instituto de Investigación de Impacto Medioambiental de Estocolmo, la producción de un litro de leche de vaca genera aproximadamente 2,4 kg de emisiones de CO2, mientras que un litro de kéfir o yogur produce menos de 1 kg de CO2.
Además, se debe recordar que la población mundial está en constante crecimiento, y para 2050, se espera que haya 10 mil millones de personas. Por tal motivo se deben encontrar formas más sostenibles de producir alimentos y satisfacer la creciente demanda. En este sentido, los lácteos fermentados, que están llenos de probióticos benéficos para la salud digestiva, pueden ayudar a reducir la dependencia de alimentos menos sostenibles. Además, hay que reflexionar acerca de las elecciones alimentarias, mismas que pueden marcar la diferencia para tener una perspectiva fresca y significativa en el Día Mundial de la Alimentación.