El cambio climático y su impacto es cada vez más evidente en todo el mundo. Hoy más que nunca es prioritario ante los recientes acontecimientos ocurridos en nuestro país (huracán Otis en Guerrero, la sequía en Monterrey, etc.) tomar consciencia de que los riesgos climáticos derivan en riesgos financieros que provienen de factores no nada más físicos, sino también de las actividades que realizamos como comunidad.

En este contexto, la Jornada LATAM de Riesgos Climáticos, organizada por la Embajada Británica en México y por Rhisco -empresa tecnológica británico-mexicana enfocada a gestión de riesgos, cumplimiento y competitividad- llevada a cabo en esta ciudad, toma gran relevancia pues “El fenómeno del cambio climático está impactando tanto a las empresas como a las personas y a los gobiernos; y requieren acción por parte de todos”, señaló Elizabeth Marván Fragoso, Co-founder y Chief Growth Officer de Rhisco y especialista en riesgos financieros y gobierno corporativo.

Al término de las mesas de trabajo, se presentaron las principales conclusiones, resultado de la participación de entidades financieras y de capital que operan en la región, así como expertos independientes e investigadores en energía, sostenibilidad y adaptación al cambio climático. Los especialistas discutieron y compartieron aprendizajes sobre innovación y soluciones tecnológicas basadas en datos, con el objetivo de tomar acción en México y América Latina.

Entre las principales conclusiones se destaca:

I – El efecto del cambio climático requiere acción por parte de todos. Es prioritario encontrar cuáles son los motivadores individuales que permitirán actuar a las empresas.

Uno de los motivadores que se analizó es que se requiere expresar en dinero (monetizar) los riesgos, es decir, ¿cuánto es lo que significa si una empresa no hace nada?

Adicionalmente es importante hacerlo desde la perspectiva del costo que tendrá si se actúa hoy. “De acuerdo con estudios, se establece que, si no hacemos nada en este momento, el costo o la pérdida que se tendría en la economía, puede llegar a ser el 20% del PIB. Por otro lado, si actuamos hoy de forma alineada a lo que los científicos están aconsejando, puede significar un costo de entre 3% y 5% del PIB”, destacó la experta en la materia.

En torno a los riesgos financieros, hoy se conoce con más claridad que también hay oportunidades de negocio para las empresas que requieren acción en dos sentidos:

 

  1. Por un lado, en mitigación, es decir, atacando lo que ha causado el cambio climático, buscando ir hacia una economía baja en emisión de gases de efecto invernadero para lograr carbono neutralidad y reducción del nivel actual de esos gases, y por el otro,
  2. En adaptación, es decir, motivando que las empresas actúen para que el impacto de eventos climáticos no sea tan dañino. Ello dado que la modificación del clima ya es un hecho, no es algo que se revertirá, al menos no en varias décadas o incluso más si no actuamos en ambos sentidos.

 

II – Otra conclusión a la que llegaron los especialistas, es que es mucho más barato hacer algo hoy, que esperarnos.

En COP 26 (celebrado en Glasgow, UK en 2021) el sector financiero decidió tomar acción y proactivamente establecer metas, concretamente definir y movilizar capital en el sentido que requiere el cambio climático. Actualmente a nivel global, se cuenta ya con el 75% del sector financiero involucrado tanto en definir metas de visión, como en lograrlas a través de:

  1. Analizar y medir el riesgo climático específico que enfrenta cada entidad, por ejemplo en la cartera de crédito de cada una.
  2. Conocer y definir cuáles políticas pueden influir en los clientes y proveedores para que reduzcan sus emisiones de carbono a fin de hacer la transición paulatinamente.
  3. Reaccionar oportunamente ante los cambios en los patrones de consumo, mismos que se intensificarán conforme los jóvenes crezcan y comiencen a ser generadores de ingresos.

Hoy en día algunos bancos ya restringen el otorgamiento de nuevos créditos a ciertas actividades económicas. Otros buscan ayudar o acompañar a sus clientes para hacer una estrategia de transición y adaptación. Asimismo, varios bancos no aceptan ya nuevos clientes en actividades económicas que no se alineen con sus objetivos para mitigación del cambio climático.

III – En cuanto al tercer grupo de conclusiones, se trata de cómo gestionar los riesgos y convertirlos en oportunidades. Las tecnologías han avanzado y pueden coadyuvar. La gestión de riesgos financieros relacionados al fenómeno mundial es atendida mediante soluciones de datos y diferentes tecnologías innovadoras (incluyendo IA – inteligencia artificial), lo que apoya a la identificación y generación de oportunidades de negocio.

Los participantes en la Jornada LATAM de Riesgos Climáticos, discutieron respecto a  tres elementos principales para gestionar los riesgos:

  1. Riesgo por ubicación. El riesgo físico ante un evento climático es muy específico a la localidad física en donde se encuentra la organización (huracán en costas, inundaciones en ríos, y otras manifestaciones inesperadas de la naturaleza). Una forma de gestionarlo es moverse o crear otras sucursales o entidades.
  2. Riesgo por probabilidad de ocurrencia. Es decir, ¿cuál es la probabilidad de que, por ejemplo, una tormenta pase de categoría dos a nivel cinco en cuatro horas? Eso es algo que actualmente está presente en la naturaleza y no hay forma de modificarlo; lo que se puede hacer es monitorear cómo está cambiando esa frecuencia o esa probabilidad en las localidades donde se manifiestan.
  3. Riesgo por Severidad. Qué tan severo es el daño causado por un evento climático. Esa severidad se puede reducir si se prepara la empresa con varias acciones según su actividad económica, por ejemplo, mejorar o adaptar la infraestructura, poner muros de contención, una mejor preparación del entorno, pólizas de seguro para mitigar la pérdida.

Al dar a conocer las conclusiones del evento, la Co-founder y Chief Growth Officer en Rhisco, Marván Fragoso, aseguró que “Como humanidad sí podemos lograr adaptarnos y buscar esas oportunidades, tanto de negocio como para gestionar los riesgos y mitigar el cambio climático, se requiere voluntad”.

Concluyó que “El riesgo de transición deriva del esfuerzo que colectivamente debemos hacer en la sociedad para movernos hacia una economía de bajas emisiones de carbono. Lo podemos reducir o gestionar diversificando fuentes de ingreso, buscando platicar con los reguladores e influir para que haya incentivos alineados para que las empresas tengan el ángulo sostenible y tengan estrategias de transición”.

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