A medida que se aproxima la competición deportiva mundial más esperada del año en París, Francia, Babbel, la plataforma premium de aprendizaje de idiomas para la vida real presenta un estudio que analiza cómo ha evolucionado el lenguaje mediático en relación con las mujeres en el deporte durante los últimos 30 años.

Aunque las mujeres han estado autorizadas a participar en los Juegos Olímpicos desde 1928, no fue hasta las décadas de los 80 y 90 que se observó un aumento significativo en su tasa de participación y, en consecuencia, en su visibilidad mediática. El equipo de expertos lingüistas de Babbel examinó de cerca el tratamiento de estas atletas en los medios mediante un análisis de artículos seleccionados de la prensa generalista francesa desde 1992 hasta la actualidad, destacando una evolución significativa que refleja los cambios en nuestra sociedad contemporánea.

«El lenguaje no es solo un medio de comunicación; también es un reflejo de nuestra percepción del mundo y de quienes lo habitan. La forma en que hablamos de las mujeres en el deporte no solo revela nuestras actitudes hacia ellas, sino también nuestra voluntad colectiva de reconocer y valorar sus contribuciones y logros», explica Sophie Vignoles, Jefa de Contenido de Aprendizaje de Babbel. «Mientras que el vocabulario utilizado en la década de 1990 podía ser relativamente neutro, ha ido evolucionando gradualmente para adaptarse a los cambios en la sociedad. Este cambio refleja la transición de un simple reconocimiento de su presencia a una reflexión más crítica y profunda sobre los desafíos de la igualdad y la inclusión en el deporte.»

Desde el lenguaje infantilizado y de género hasta el reconocimiento de las actuaciones deportivas

Según los lingüistas de Babbel, durante las décadas de 1990 y 2000, el lenguaje empleado para describir a las atletas femeninas solía ser frecuentemente infantilizado y connotativo de género. Términos como «fille» (niña) o «descente dames» (descenso de damas) eran comúnmente utilizados, a veces reduciendo la percepción de las deportistas a una imagen menos seria y competitiva. Estas expresiones reflejaban a menudo una visión estereotipada de las mujeres en el deporte, confinándolas a roles asociados tradicionalmente con la feminidad. Por ejemplo, las esquiadoras frecuentemente eran descritas como «coureuses» (corredoras) o «misses» (señoritas), términos que podrían minimizar sus logros deportivos y reforzar normas de género preestablecidas, relegándolas así a un papel secundario. Mientras tanto, a los hombres se les describía más a menudo como «champions» (campeones), «stars» (estrellas) o «phénomènes médiatiques» (fenómenos mediáticos), en claro contraste con los adjetivos de empoderamiento utilizados para las mujeres.»

A lo largo del tiempo, y especialmente desde el inicio del milenio, Babbel ha observado una evolución positiva hacia el uso de terminología más valorativa y respetuosa. Los medios de comunicación comenzaron a reconocer los logros deportivos de las mujeres utilizando términos como «Championne» (Campeona) o «Femme des Jeux Olympiques» (Mujer de los Juegos Olímpicos), destacando sus actuaciones deportivas de manera más elogiosa. Finalmente, desde la década de 2010, las deportistas son reconocidas en su justa medida con el uso más frecuente del término «sportives professionnelles» (atletas profesionales). Esta evolución lingüística refleja una creciente conciencia sobre la importancia de reconocer los logros individuales de las deportistas con un enfoque neutro, independientemente de su género.

Una conciencia colectiva hacia una redefinición más inclusiva y equitativa en el deporte

Según el análisis de los lingüistas, la evolución de las mentalidades hacia el reconocimiento de las mujeres en el deporte ha allanado el camino para una reflexión social más profunda. Desde la década de 2010, el discurso mediático ha adoptado un enfoque más analítico y crítico, reflejando una conciencia creciente sobre las persistentes desigualdades en el ámbito deportivo. El uso de términos como «sous-représentation» (subrepresentación) y «bastion du sexisme» (bastión o baluarte del sexismo) resalta los desafíos a los que se enfrentan las mujeres para acceder a oportunidades iguales en diversos aspectos de sus vidas, incluido el ámbito deportivo. Sin embargo, a pesar de estos avances, las deportistas a menudo siguen siendo reducidas a su identidad de género, como sugieren términos del tipo: “section féminine” (sección femenina) o “carrière sportive des femmes” (carrera deportiva femenina), e incluso formulaciones redundantes como “entraîneuses femmes” (entrenadoras mujeres). Esta evolución del lenguaje mediático no solo refleja una conciencia creciente de los problemas de igualdad de género, sino también subraya la importancia de cuestionar las normas sociales y las estructuras institucionales discriminatorias.

Desde 2020, se ha observado un cambio de paradigma, con el lenguaje mediático evolucionando hacia una perspectiva más inclusiva y equitativa. Los medios de comunicación ahora abordan también las cuestiones relacionadas con la integración de personas transgénero e intersexuales en el deporte. Términos como “athlètes intersexes» (atletas intersexuales), «athlètes transgenres» (atletas transgénero) e «inclusion et équité» (inclusión y equidad) se utilizan cada vez más, reconociendo la diversidad de identidades de género en el deportive. Esta evolución ilustra una reflexión urgente sobre la necesidad de crear entornos deportivos que sean verdaderamente un espacio de aceptación e igualdad para todas las personas, independientemente de su identidad de género.

Desafíos en la cobertura mediática de las deportistas en México

En México, la situación es similar a otros contextos internacionales de la región: la cobertura de los deportes femeninos sigue siendo escasa y poco a poco va mejorando la visibilidad y canales de transmisión debido a acuerdos y derechos de varias televisoras o plataformas. Según especialistas de género, las mujeres están representadas sólo en 32 de cada 100 noticias y baja 7 por ciento cuando son protagonistas, sólo 20 por ciento son consideradas como fuente de información y apenas una de cada 100 portadas coloca a una mujer como figura central de la noticia.

En cuanto a periodismo deportivo, se comienza a ver un mayor peso en la participación de mujeres que destacan por sus coberturas especiales o por sus opiniones sobre las mesas de debate junto a una mayoría de hombres; especialmente en deportes como el fútbol, el americano o el automovilismo y no solo asignadas a deportes considerados «soft» como la gimnasia olímpica, artística o el voleibol de playa. En contraste, no es sino hasta 2024 que una mujer es nombrada la primera directora editorial de uno de los medios deportivos clave en el país (Récord) después de muchos años de trabajo.

La trillada frase sobre que “el futbol femenil no vende” ha demostrado ser falso pues según mediciones, las audiencias de la Liga MX Femenil (que tan solo lleva 7 años desde su creación) se incrementó de la Apertura del 2020 con cuatro millones de espectadores a la Apertura del 2021 a 4.8 millones.

Desigualdades en el trato mediático: Ejemplos de sesgo de género en la cobertura deportiva Argentina

Nombrar a las mujeres por su nombre de pila cuando a los varones se los reconoce por el apellido. Por ejemplo: cuando se refieren a Osmar Olvera como “Olvera” y a la clavadista Gabriela Agúndez como “Gabriela” o “Gaby”. Esto puede sugerir que el único ámbito admisible para las mujeres es el familiar e íntimo.

Referirse a las mujeres como “las chicas”, independientemente del deporte, su edad o categoría. Un ejemplo de esto es llamar a las seleccionadas nacionales del equipo de clavados como “las chicas de los clavados”. Este tratamiento desvaloriza a las mujeres mediante el paternalismo y la condescendencia, minimizando sus individualidades y logros.

Mirada androcéntrica en el deporte. A menudo se escucha que una futbolista talentosa es “la Messi femenina”, implicando que el estándar de comparación y el referente universal en el deporte son los varones.

Según el informe “Igualdad de género en los medios deportivos” de la UNESCO en 2018, el 40% de los participantes en los deportes son mujeres, pero solo reciben cerca del 4% de la cobertura mediática. Además, esa cobertura limitada a menudo objetiva o degrada, a las mujeres, enfocándose más en su aspecto físico, su vida familiar y amorosa que en su capacidad atlética.

En 1924, las mujeres representaban sólo el 4% de todos los atletas olímpicos. Hoy, muchas mujeres atletas compiten regularmente y alcanzan niveles de élite. Un siglo después, se espera que los Juegos Olímpicos de París 2024 logren por primera vez en la historia olímpica un pleno equilibrio de género en el número de participantes.

 

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