En un mundo cada vez más tecnológico, es importante ser conscientes de los niveles de electrosmog que se genera y tomar medidas para disminuir la exposición de las personas a radiaciones innecesarias y promover así un entorno más saludable.

De acuerdo con los expertos en la gestión del espectro radioeléctrico, la contaminación electromagnética, también conocida como electrosmog, es la presencia de campos electromagnéticos (CEM) generados por dispositivos electrónicos, sistemas de comunicación inalámbrica y líneas de energía, en especial las de alta tensión.

Estos campos están presentes en casi todos los aspectos de la vida moderna, desde las ondas de radio y televisión hasta las señales de Wi-Fi y los dispositivos móviles. Aunque no siempre se percibe su presencia, la exposición constante a estos campos puede tener efectos sobre la salud.

“En los últimos años, la contaminación electromagnética se ha expandido significativamente en las grandes ciudades debido a la proliferación de dispositivos electrónicos y la implementación de nuevas tecnologías de comunicación, como la red 5G.

La expansión del 5G ha requerido la instalación de un gran número de antenas y estaciones base para garantizar la cobertura y velocidad necesarias para soportar la creciente demanda de servicios de alta velocidad y conectividad. Esta infraestructura adicional ha incrementado la densidad de campos electromagnéticos en las áreas urbanas, exacerbando el nivel de exposición al electrosmog.

La omnipresencia de dispositivos inalámbricos, junto con la adopción masiva de tecnologías inteligentes en hogares y oficinas, ha contribuido a una mayor saturación de ondas electromagnéticas, lo que plantea nuevos desafíos para la salud pública y el bienestar” indica Jorge Barrera, director asociado de la empresa de tecnología TES America.

La contaminación electromagnética se encuentra en numerosos lugares y dispositivos de uso diario: Routers Wi-Fi y puntos de acceso inalámbrico; Teléfonos móviles y torres de telecomunicaciones; Teléfonos inalámbricos y dispositivos Bluetooth; Electrodomésticos y sistemas eléctricos del hogar; y Líneas de alta tensión y subestaciones eléctricas.

Señaló que reducir la exposición a campos electromagnéticos en el hogar es crucial para aminorar el impacto de la contaminación electromagnética ambiental que proviene de las antenas y estaciones de telecomunicaciones en las ciudades.

Esto es importante porque la exposición prolongada y acumulativa a altos niveles de campos electromagnéticos ha sido asociada con diversos efectos adversos para la salud, como trastornos del sueño, estrés y potencialmente un mayor riesgo de enfermedades graves. Aunque los niveles de exposición generalmente aceptados son considerados seguros, es prudente minimizar la exposición innecesaria, especialmente en nuestros hogares y lugares de trabajo.

El experto señala que para reducir la contaminación electromagnética se deben tomar las siguientes acciones: Ubicar estratégicamente los dispositivos como routers Wi-Fi, teléfonos inalámbricos; apagar y desconectar los dispositivos cuando no los utilice; reducir el uso de conexiones inalámbricas; limitar el uso de dispositivos electrónicos en el dormitorio; elejir electrodomésticos certificados como de baja emisión electromagnética; crear zonas libres de Wi-Fi.

De acuerdo con la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante (ICNIRP), los niveles de exposición aceptables para la población general no deben exceder los 28 V/m (voltios por metro) para frecuencias de hasta 2 GHz, y para frecuencias más altas, los límites varían proporcionalmente. Así que superar estos rangos puede traer consecuencias a la salud.

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