México es uno de los países más felices de América Latina, de acuerdo con el World Happiness Report 2024, elaborado por la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de la ONU en alianza con Gallup y el Centro de Investigación del Bienestar de Oxford. Este año, el país figura en el lugar 25 de 143 países a nivel mundial y avanzó más de 10 posiciones.
El informe evalúa el estado actual de la felicidad en 143 países y explora cómo la Ciencia de la Felicidad explica las diferencias que hay en los niveles de felicidad a escala individual y nacional. La medición de bienestar que hace el reporte toma en consideración el valor numérico que otorgan los individuos a la calidad de sus vidas de acuerdo con una escala de 0 a 10, las emociones positivas y las emociones negativas.
Además, la evaluación se basa en seis variables: el PIB per cápita, vida saludable, apoyo social, libertad para tomar decisiones de vida, generosidad y la percepción de corrupción.
A pesar de que muchos países latinoamericanos como México enfrentan problemas importantes como la corrupción, inseguridad o desigualdad socioeconómica, muchos de ellos tienen elevados índices de felicidad.
El doctor Tal Ben-Shahar, cofundador de la Academia de Estudios sobre la Felicidad (Happiness Studies Academy), dijo que “hay un efecto que se conoce como la paradoja latinoamericana, que tiene que ver con que muchos países de esta región presentan índices elevados de felicidad a pesar de las circunstancias desfavorables, y lo que muestran las investigaciones es que el factor determinante que explica este fenómeno son las relaciones interpersonales”.
Las culturas latinoamericanas tienen un alto nivel de cohesión y apoyo social, lo que funciona como un factor de protección contra la adversidad”, comenta Arlen Solodkin, directora del Instituto de Bienestar Integral, organización mexicana que desde hace diez años promueve el bienestar individual, familiar y social-comunitario.
De acuerdo con la especialista, tener este apoyo del tejido familiar y comunitario, el sentir que perteneces y no sentir que vives aislado o en soledad genera niveles más altos de felicidad. “En varios de los modelos existentes sobre el bienestar y la felicidad, las relaciones interpersonales son el predictor número uno de felicidad.
De hecho, en el estudio longitudinal más grande de la historia que realiza la Universidad de Harvard, el cual inició en 1938 y que sigue vigente hasta la fecha, ha demostrado que las relaciones positivas tienen un mayor impacto en la salud física y emocional que los logros profesionales, el dinero, el ejercicio y la dieta. Las relaciones que tenemos impactan incluso nuestra longevidad”, explica.
De hecho, los altos niveles de soledad prevalentes en culturas individualistas y que se recrudeció durante la pandemia incluso en culturas con fuertes lazos sociales, genera estados de hipervigilancia. “El ser humano es un ser social por naturaleza y al sentirse solo necesita estar más alerta y a la defensiva”.
La soledad prolongada genera por lo tanto trastornos de sueño, un estado anímico irritable y altos niveles de desconfianza, iniciando así un círculo vicioso del que se vuelve difícil salir. Es por ello, que algunos países como el Reino Unido y Japón detectando la amenaza que esto representa para la salud pública”, comentó.