En el marco de la conmemoración del Día Mundial de la Conservación del Suelo, de acuerdo con estimaciones hechas por la Protección de Cultivos, Ciencia y Tecnología (PROCCyT) en un estudio publicado el año pasado, hasta 2015 se tenían identificadas 247 plagas agrícolas, las cuales representan un riesgo para la conservación del suelo agrícola en México y un reto importante para atender por parte del sector del campo en el país.
Luis Osorio, director de PROCCyT, indica que los impactos de la degradación del suelo son variados e incluyen la reducción de la capacidad de fertilización, cambios en los niveles de acidez y salinidad, pérdida de estructura del suelo, erosión acelerada por viento y agua, disminución de la materia orgánica y biodiversidad.[1]
A pesar de contar con diversidad en los tipos de suelo, el Programa Universitario de Estudios Interdisciplinarios del Suelo (PUEIS) y el Instituto de Geología de la UNAM estiman que el 64% de estos tienen altos niveles de degradación.[2] Debido a estos problemas, PROCCyT plantea que es importante enfocar las prácticas y recursos hacia la preservación del suelo, especialmente por el rol que toma en la sostenibilidad agrícola.
Una de las maneras en las que se pueden desempeñar proyectos para atender este problema, es a través del Manejo Integrado de Plagas (MIP), este método utiliza técnicas ecológicas y prácticas agrícolas para lograr controlar las poblaciones de plagas y mantener la salud del suelo simultáneamente. Al adoptar prácticas que minimizan los impactos negativos, el MIP fomenta un equilibrio natural en los ecosistemas agrícolas. Estas técnicas funcionan para mantener el suelo libre de contaminantes, mejorar su estructura y mantener la fertilidad.
Luis Osorio, Director Ejecutivo, comenta: «La utilización de productos de protección de cultivos es crucial para prevenir y controlar la aparición de plagas. Al incorporar estos productos simultáneamente con un mejor manejo de prácticas agrícolas, podemos asegurar cultivos sanos y productivos, protegiendo a su vez la integridad del suelo y promoviendo la sostenibilidad a largo plazo.»
De acuerdo con PROCCyT, en México, la mayor amenaza en la producción agrícola es la aparición de plagas que atacan de manera directa los diferentes tipos de cultivos. Entre las plagas más nocivas se encuentran:
Pulgón: Afecta principalmente cultivos de papa, tomate y chile, detiene el proceso de formación y maduración del fruto.
Mosquita Blanca: Afecta cultivos como el tomate y la calabacita, daña la savia de las hojas y afecta la calidad de los frutos.
Picudo: Principalmente en los cultivos de chile, causa la caída de los frutos.
Araña Roja: Genera daños en hojas y frutos, decolora y pudre.
Gallina Ciega: Larvas de escarabajo que se alimentan de las raíces, afecta los cultivos de maíz y sorgo.
Moscas de las Frutas: Las larvas se alimentan dentro de los frutos, afectan diversas cosechas.
Minadores de Hoja: Marcan canales en las hojas, reducen la capacidad de fotosíntesis y provocan la muerte de las plantas.
Al respecto, Luis Osorio remarca que desde la industria de protección de cultivos se trabaja para seguir innovando en productos que hagan frente a este tipo de retos y que se desarrollan soluciones avanzadas que no solo son eficaces contra las plagas más comunes, sino que también son amigables con el medio ambiente y promueven la salud del suelo. Nuestro compromiso es apoyar a los agricultores mexicanos con herramientas efectivas y sostenibles para garantizar la seguridad alimentaria y la conservación de nuestros recursos naturales.