Por: Andreas Schoetz, PCC; Director Investigación, ICF Capítulo México

El coaching es el arte y la ciencia de acompañar a un cliente en la consecución de sus metas, enfrentar nuevos desafíos y, en general, apoyarlo en la búsqueda de un cambio positivo en su vida, tanto en el ámbito profesional como personal. A través de un proceso de orientación e inspiración que invita a la reflexión y la creatividad, el coach ayuda al cliente a descubrir su potencial, desarrollar nuevas habilidades constructivas y tomar decisiones que lo lleven a alcanzar un mayor bienestar y éxito en todas las facetas de su vida.

Desde la década de 2000, ha crecido la necesidad de que los coaches fundamenten su práctica en una sólida comprensión conceptual del proceso y en modelos empíricamente probados. Esta nueva actitud de un coaching basado en evidencia científica reemplaza los dogmas sui géneris basados exclusivamente en la experiencia subjetiva y casos anecdóticos. Al mismo tiempo, los clientes organizacionales exigen pruebas y fundamentos más allá de la experiencia e ideología personal del coach. En respuesta a estas demandas, vemos mayor interés en la investigación y en la práctica del coaching basada en la evidencia científica.

Por ello, observamos una creciente tendencia a reconocer el coaching como una disciplina académica. La ahora denominada «ciencia del coaching» integra teorías, conocimientos y evidencias de diversas disciplinas, como la psicología, la sociología, la antropología, las ciencias de la gestión y, de manera creciente en los últimos años, las neurociencias. Esta integración permite un enfoque riguroso y fundamentado, elevando el estándar y la credibilidad de la práctica del coaching.

Las neurociencias son un conjunto de disciplinas científicas que estudian el sistema nervioso, su estructura, función, desarrollo, genética, bioquímica, fisiología, farmacología, informática y patología. Y son los descubrimientos de las neurociencias los que tienen el potencial de revolucionar la efectividad del coaching. Estos hallazgos proporcionan una comprensión profunda de cómo el cerebro influye en el comportamiento y las emociones humanas, permitiendo a los coaches aplicar estrategias más efectivas y basadas en la evidencia para el desarrollo personal y profesional de sus clientes.

Una ventaja significativa de las neurociencias en el ámbito del coaching es su carácter como ciencias «duras» o «naturales». Las neurociencias tienen una orientación cuantitativa, emplean métodos experimentales y empíricos, y proporcionan resultados medibles. El coaching basado en neurociencias puede atraer a individuos y organizaciones que valoran sobre todo la evidencia científica y los datos en su toma de decisiones.

Las neurociencias permiten hacer entender a los clientes la importancia de las emociones y apoyarles a manejarlas en todos los aspectos de su vida, incluyendo el ambiente laboral y organizacional.

Un coach con conocimientos en neurociencias puede explicar en menor o mayor detalle las diferentes estructuras del cerebro responsables del razonamiento y de las emociones clarificando también que estas estructuras están estrechamente conectadas para integrar la razón y el sentir en la toma de cualquier decisión que tomamos.

Las neurociencias brindan una vasta cantidad de conocimientos que pueden enriquecer notablemente la práctica del coaching. Un concepto esencial es la neuroplasticidad, que denota la capacidad del cerebro para reorganizarse a lo largo de la vida. Este conocimiento permite a los coaches ayudar a los clientes a reconocer que sus cerebros pueden cambiar y adaptarse, incentivándolos a adoptar nuevos comportamientos y patrones de pensamiento. Asimismo, es crucial comprender y superar las limitaciones innatas del cerebro que podrían obstaculizar el progreso.

Otro conocimiento clave es la comprensión del sistema de recompensa del cerebro, fundamental para la motivación y el establecimiento de metas. El neurotransmisor dopamina desempeña un papel crucial en este proceso. Los coaches pueden utilizar esta información para ayudar a los clientes a establecer metas alcanzables que ofrezcan refuerzos positivos regulares, manteniéndolos comprometidos y motivados. Al dividir grandes metas en tareas más pequeñas y manejables, los clientes experimentan éxitos frecuentes que estimulan el sistema de recompensa y refuerzan comportamientos positivos.

La integración de la neurociencia en el coaching mejora la comprensión del comportamiento humano y provee información cuantitativa, que en el caso de las organizaciones es fundamental para comprender y medir los resultados.

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