La tendencia al nearshoring, también denominada relocalización o reubicación, ha dominado los foros de opinión y análisis en los últimos años. El 2020, es un buen punto de partida. Por aquel entonces, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, las primeras interrupciones en las cadenas de suministro provocadas por la entonces pandemia de COVID-19 o el inestable panorama geopolítico en Europa del Este provocaron que las empresas transnacionales, que hasta entonces confiaban en China y Asia para asegurar su abastecimiento global y no estaban dispuestas a cubrir los incrementos en las tarifas de los transportes transoceánicos, decidieran cambiar su estrategia de mercado volcándose hacia Norteamérica, especialmente hacia México y en concreto hacia las regiones del Norte y Bajío.
Sin duda, los efectos de esta tendencia han permanecido y, de una u otra forma, han evolucionado. Así como en 2021 observamos un incremento en la entrada de empresas manufactureras, especialmente en las industrias automotriz y electrónica, hoy somos testigos de un «boom» en el sector inmobiliario. De acuerdo con información publicada recientemente por BBVA, “se observa un boom en otras regiones del país, además de las ubicadas en los estados del norte.” De hecho, es un hecho la entrada de nuevas inversiones en la Riviera Maya (en ciudades como Mérida, Cancún o Campeche), la región del Istmo de Tehuantepec (especialmente los estados de Veracruz y Oaxaca) y la zona norte del Valle de México (en los estados de México y Querétaro). De estas regiones, que hoy reciben un mayor flujo de Inversión Extranjera Directa (“IED”), podemos destacar que en todas ellas existe un incremento en la inversión en bienes raíces, tales como: desarrollos residenciales, comerciales e industriales.
En opinión de Juan Carlos Izaza, este nuevo fenómeno tiene una explicación sencilla: la decisión de una empresa, pensemos en una manufacturera, de reubicar a otro país sus centros de producción, implica trasladar o formar una nueva fuerza laboral que, normalmente, estará conformada en gran medida por personas de poblaciones cercanas a la fábrica, maquila o centro de producción. Esto desencadena un sinfín de oportunidades en materia de construcción de vivienda social y residencial, así como de servicios, educación, transporte y un largo etcétera.
Por otro lado, las empresas que llegan a México requieren de un espacio suficiente, bien acondicionado y conectado para desarrollar su industria; los parques industriales son hoy un campo muy fértil para la inversión. Tan sólo las zonas metropolitanas de Monterrey, Saltillo y la Ciudad de México suman casi 500,000 m² de parques industriales, captando más del 70% de las industrias a nivel nacional.
El objetivo inmediato de México consiste ahora en dirigir y canalizar nueva IED a estas regiones que han estado mostrando crecimiento y desarrollo durante el 2024, donde las industrias encontrarán un entorno fértil con infinitas oportunidades, según se explica más adelante.
Según apunta Juan Carlos Izaza, durante décadas, el Sur-Sureste de México ha sido considerado como una importante fuente de recursos naturales y cuenta con una ubicación geográfica privilegiada para conectar y establecer alianzas comerciales con Europa, lo cual, en opinión del abogado, transformarán realmente esta región en un polo de progreso y desarrollo social y económico.
En ese sentido, los beneficios que se derivan de este escenario son ya palpables y se pueden constatar con la publicación en junio pasado del Decreto por el que se fomenta la inversión en los Polos Industriales del Bienestar Progreso I y Mérida I del estado de Yucatán, en virtud del cual, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y el gobierno de Yucatán otorgarán diversos estímulos fiscales y facilidades administrativas, a empresas que se instalen en esas regiones.
En suma, el crecimiento de México está lejos de haber terminado. Aun así, la situación actual nos obliga a analizar las necesidades de las empresas extranjeras ante el fenómeno del Nearshoring, las cuales, se pueden resumir en 3 áreas clave: seguridad, infraestructura y energía, que pueden agruparse en una sola, la certidumbre y certeza jurídica. El crecimiento acelerado de la IED en nuestro país es una clara señal de la gran oportunidad que tenemos para el futuro: ser una nación rica en recursos, con el potencial humano, económico e industrial para beneficiarnos ampliamente de las tendencias globales.
La industria inmobiliaria ha propiciado antes la expansión económica de México y lo seguirá haciendo en la medida en que se generen las condiciones adecuadas para ello, las cuales, gracias al nearshoring, son cada vez más palpables.