Hoy, no hay duda de que la salud mental en los espacios de trabajo se ha convertido en un elemento determinante y los Juegos Olímpicos nos han dado una lección sobre este tema. Recordemos cuando en Tokio 2020, la gimnasta estadounidense Simone Biles tomó una decisión histórica al priorizar su bienestar mental sobre la competencia. Su valentía al hablar abiertamente sobre su salud mental abrió un importante diálogo global sobre la necesidad de atender estos aspectos en todos los ámbitos de la vida, incluidos los espacios de trabajo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha resaltado que el agotamiento emocional laboral se ha convertido en una epidemia mundial. México, en particular, enfrenta una crisis significativa en este aspecto, siendo el país con el mayor nivel de estrés laboral a nivel mundial. Se estima que al menos el 75% de la Población Económicamente Activa (PEA) en México padece de estrés laboral, lo que plantea serias preocupaciones para la productividad y el bienestar general de los empleados.
La plataforma MiMente, dedicada a atender la salud mental de los colaboradores en empresas ubicadas en México, destaca que el bienestar emocional del capital humano es un activo importante dentro de las organizaciones sobre todo para atraer y retener el talento y la oportunidad de gestionar su salud integral se ve reflejado en una disminución de rotación de personal y optimización de productividad.
“El entorno laboral nos ofrece una oportunidad para impulsar la importancia de la salud mental de los equipos de trabajo en todos los niveles del organigrama. La ansiedad, la depresión y el estrés son estados naturales del ser humano y deben atenderse con seriedad por parte de los empleadores para contar con un talento que desarrolle su potencial en un contexto de bienestar emocional. Con prácticas adecuadas de atención y prevención por parte de las empresas hacia sus colaboradores se genera un propicio ambiente para la innovación, la creatividad en un buen clima organizacional”, menciona Alberto Fernández, fundador y director de MiMente.
La realidad es que muchas empresas aún mantienen estrategias de recursos humanos que no consideran el abordaje integral de estos temas. Sin embargo, esta inacción tiene un costo oculto enorme. Los colaboradores con problemas de salud emocional no atendidos son menos productivos y contribuyen a altos costos de rotación, ausencias, enfermedades y accidentes laborales.
De acuerdo con un estudio reciente de la OMS, por cada dólar invertido en ampliar el tratamiento de la depresión y la ansiedad, hay un retorno de cuatro dólares en mejora de la salud y la capacidad laboral. Este dato subraya la importancia de que las empresas inviertan en la salud mental de sus empleados no solo como una responsabilidad social, sino como una estrategia financiera inteligente.
El ejemplo de Simone Biles en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y su actuación y triunfo en París 2024, nos recuerda que tomar acción en la salud mental personal y de los colaboradores dentro de una organización, es una inversión que vale la pena.
Promover un ambiente de trabajo saludable, donde los colaboradores se sientan apoyados y valorados, es esencial para enfrentar los desafíos del mundo moderno. Al hacerlo, las empresas contribuyen a la calidad de vida de sus colaboradores y fortalecen su posición en el competitivo mercado global.
Aprender de la experiencia de los atletas de élite en momentos de presión puede ofrecer lecciones valiosas para los entornos laborales. En los Juegos Olímpicos, los competidores enfrentan un estrés inmenso y, a menudo, recurren a la meditación, la terapia y otras herramientas de gestión emocional para mantener su enfoque.
Este mismo tipo de preparación mental puede ser adoptado por las empresas, integrando prácticas como el mindfulness y el asesoramiento psicológico en el lugar de trabajo, lo que ayuda a los empleados a manejar la presión y a mantener un equilibrio saludable entre la vida personal y profesional.