CIAL Dun & Bradstreet, Centro de Información de América Latina, parte de Dun & Bradstreet, que se ha convertido en referente para PYMES y multinacionales que operan en la región; presentó el Global Bankruptcy Report 2024, que destaca el riesgo para 14 países, entre los que se encuentran: Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Canadá, por reportar tasas de quiebra superiores a los niveles prepandemia. Este aumento es multifactorial, por ejemplo: la disminución de las reservas de efectivo, el proceso de normalización, posterior a la crisis de Copenhague, la presión prolongada de los tipos de interés más altos y la debilidad de la demanda mundial.
El reporte menciona que se han mejorado las perspectivas que se tenían un año atrás y han aumentado las probabilidades del llamado aterrizaje suave: inflación más baja sin recesión significativa. Lo que permite anticipar un crecimiento para Estados Unidos, Alemania, Japón, China continental, India y Brasil. Sin embargo, este será un crecimiento más débil persistente, lo que ejercerá presión sobre las empresas y podría llevar a un nuevo aumento de las insolvencias empresariales.
De igual forma, se prevé que la inflación descienda más lentamente y de forma menos lineal en 2024, puesto que los bancos centrales, reacios al riesgo, se mostrarán cautelosos sobre la senda hacia los objetivos de estabilidad de precios, dada la limitada capacidad excedentaria de algunas economías.
El efecto pleno de los altos tipos de interés aún no se ha sentido. Incluso cuando bajen, la política monetaria seguirá siendo restrictiva por largo tiempo. Los elevados costes de endeudamiento y la escasa liquidez del mercado podrían plantear importantes retos en la gestión de tesorería de las empresas en dificultades. El coste del servicio de la deuda, la renegociación a tipos más altos y el limitado apoyo de los gobiernos frente a la consolidación fiscal podrían empujar a muchas empresas al borde de la quiebra hacia el fin de sus operaciones.
Radiografía de la bancarrota en Latinoamérica
A diferencia de otras zonas del mundo, la región latinoamericana y del Caribe ha presentado una recuperación más sólida y una resistencia sostenida desde inicios del 2023, por lo que el reporte prevé una etapa de moderación, con un descenso previsto en el crecimiento de 2.2% en 2023, tras presentar un 3.9% de crecimiento en 2022. Mientras que la inflación general en la región, con excepción en Argentina y Venezuela, ha mostrado una tendencia a la baja, alcanzando el 5.5% en 2023, desde el 8.7% en 2022.
De esta forma, 2023, presentó un entorno operativo más favorable para las empresas de la región, gracias a la ola de ajustes de política monetaria en varios países, lo que alivió las presiones sobre el flujo de caja de las empresas y fomentó una mayor actividad en los mercados locales de capital de deuda.
Por ejemplo, los cambios de política monetaria en Costa Rica, Uruguay, Chile y Brasil, con recortes de tipos ayudaron a estimular la actividad económica. Asimismo, la resistencia de los mercados de bonos locales desempeñó un papel crucial en la mitigación de los retos económicos, contribuyendo a una reducción del 20% del total de quiebras empresariales en Argentina y en Brasil con una reducción del 13%, siendo estos los únicos países de la región que reportaron un descenso en este índice.
De esta manera, el reporte concluye vaticinando un aumento marginal en el número de quiebras en Latinoamérica en 2024, ya que la región se enfrenta a continuos desafíos económicos exacerbados por la dinámica global. El sector agrícola, será uno de los más afectados, principalmente por los efectos del fenómeno de El Niño, presente desde 2023 en la y que tuvo graves implicaciones en los desastres naturales de la región, lo que podría desembocar en una mayor incidencia de quiebras en este sector para el término de este año.
A nivel mundial, los retos para los últimos meses de 2024 son claros, los riesgos geopolíticos y perturbaciones asociadas, incluidos los de Medio Oriente y Ucrania, plantean el mayor riesgo para las empresas a través de las interrupciones de la cadena de suministro y las tensiones en los mercados financieros y energéticos. De igual manera los entornos crediticios más estrictos, las políticas monetarias restrictivas en medio de presiones inflacionistas y un mayor costo de la vida y de los gastos de explotación, jugarán un papel importante.
Por esta razón las perspectivas para las insolvencias empresariales seguirán una tendencia complicada, por lo que, las empresas que quieran sobrevivir tendrán que planificar de forma estratégica sus próximos movimientos, además de fortalecerse y resistir a la evolución de las condiciones económicas, pues un paso en falso los podría llevar al borde del abismo.