Frente a la crisis hídrica que enfrentan diversas entidades de la República Mexicana es urgente “replantear nuestra relación con la naturaleza y con el agua”, coincidieron panelistas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), durante la mesa de discusión Crisis hídrica, el día 0 en México, convocado por ambas instituciones en el marco de la Feria Internacional del Libro Monterrey.
El doctor Roberto Constantino Toto, académico del Departamento de Producción Económica de la UAM, dijo que la problemática del recurso “sí tiene solución, pero no se trata sólo de meterle el líquido vital a los tubos, sino que tiene que ver con muchos factores y aunque no tenemos mucha agua sí tenemos la suficiente”.
Existen diferentes formas de plantear los problemas y, en ese sentido, es preciso considerar, por ejemplo, que el norte de México es seco y, por lo tanto, no sorprenderse de que “de la noche a la mañana descubrimos que no hay agua en Monterrey, Mexicali, Durango o en San Luis Potosí”.
El investigador de la Unidad Xochimilco sostuvo que la crisis, “no es tan inesperada”, pero lo que pasa es que olvidamos pronto y ahora es necesario desarrollar capacidades de adaptación y plantearnos seriamente estas cosas, porque el gran problema es que todo mundo habla de la crisis del agua y nunca nadie define qué es y dónde está el día cero de la misma”; esto es importante porque “lo que uno no puede nombrar o describir no lo puede gobernar; si uno no sabe definir el problema, no tiene forma de hacer absolutamente nada”.
Esta problemática de la que todos hablan no ocurre de un momento inesperado a otro, sino que se va construyendo a lo largo del tiempo, es decir, es una circunstancia que altera, limita y afecta la forma del funcionamiento del estilo de vida, pero “efectivamente no es lo mismo tener una crisis teniendo alberca o teniendo cisterna, tinacos o depender únicamente del abasto por la tubería pública”, puntualizó.
“Sí tenemos un problema, sí hay una crisis meteorológica, climatológica, edafológica, geográfica, económica, institucional, política y social y no es lo mismo enfrentar la falta de agua teniendo ingreso que no teniéndolo”.
Constantino Toto afirmó que construir las soluciones es posible, pero “hay una responsabilidad para nosotros y no se trata sólo de bañarse con poca agua o reparar las fugas”, pues “hay algo más allá”, por ejemplo, las estadísticas indican que el costo de la sequía en Monterrey fue de siete por ciento del Producto Interno Bruto, repartido entre las actividades primarias, secundarias y terciarias, de acuerdo con el Banco de México.
Sin embargo, “no todos pierden” porque, “la estimación del mercado de aguas embotelladas en México, que es el más importante del mundo, para este año fue de mil 100 millones de dólares. “Alguien gana, alguien pierde y esto hay que ponerlo en perspectiva”.
Es posible construir soluciones, pero “hay decisiones que debemos tomar, porque ¿a poco el cabrito no consume agua?, ¿beber cerveza no consume agua? y ¿el combustible para los automóviles, la turbosina para los aviones?”.
Resolver el problema del agua implica “que revisemos introspectivamente nuestro actuar y saber qué tanto estamos dispuestos a renunciar a ciertas prácticas, porque hay una parte de la problemática que no queremos ver”.
En algún momento habrá que voltear y decir “tenemos que regresar y contribuir no sólo cerrando la llave, no sólo ahorrando espaciando el número de las duchas, sino decidiendo cómo consumir de una manera diferente”.
La doctora Abigail Martínez Mendoza, investigadora del Departamento de Procesos Sociales de la Unidad Lerma de la UAM, apuntó que la crisis hídrica no es propia de una región, en realidad es nacional y es fundamental un cambio de pensamiento, debido a que no se trata de un contratiempo que se pueda resolver únicamente con estrategias políticas, inversión, todas ellas muy necesarias, es necesario ir más allá y cambiar el paradigma por completo.
La académica refirió el caso de Sudáfrica, que ante su crisis hídrica tomó decisiones gubernamentales no sólo de carácter económico, sino de rediseñar y repensar la ciudad e impulsaron diversas estrategias, por ejemplo, usando las tecnologías para poder hacer denuncias en tiempo real de fugas, además reformaron el sistema educativo, de tal suerte que el tema hídrico fuera transversal.
El doctor Luis Fernández Carril, investigador del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, señaló que de acuerdo con el marco propuesto por Johan Rockstrom, conocido a nivel internacional por su trabajo académico sobre la sostenibilidad global, en el Stockholm Resilience Centre, para 2009 la Tierra estaba en “tres límites, fuera del rango de lo seguro; ahora han pasado 15 años desde la publicación de este marco y hemos superado ya siete límites planetarios”.
Advirtió que no se trata de una serie de problemas medioambientales; “lo que estamos viendo es una profunda desestabilización del sistema planetario”, es realmente la entrada a una nueva condición de estar en el mundo, donde el ser humano no sólo ha abusado y contaminado, ha provocado la creación de nuevas condiciones de existencia y que se ha llamado la Época del Antropoceno.
Un día cero “no es sólo una amenaza lejana, es una condición constante; es decir, que pasamos de tener el cambio climático, los asuntos ambientales precisamente como problemas a transitar a la crisis ambiental como predicamento”, que es “aquella condición de la cual ya no se puede escapar y que va a vivir con nosotros”.
Frente a esta realidad, “mientras antes enfrentábamos riesgos, ahora pasamos a épocas de amenazas, como la sequía”, con el aumento de la temperatura de un grado centígrado, “vemos que esto representa 1.7 veces más probabilidad de que nos enfrentemos a fenómenos extremos de sequías en un periodo de diez años”.