En México, la necesidad de atención y recursos para la salud mental es enorme. Sin embargo, datos proporcionados por el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) muestran que para 2024 se proyectó una inversión a la salud mental de 1.3% del total del presupuesto para salud, mientras que países con ingreso similar al nuestro invierten alrededor del 5% de su presupuesto total para salud. Para igualar la inversión promedio de la región, México tendría que triplicar el presupuesto para salud mental.

Como consecuencia de la pandemia por Covid-19,  los problemas de salud mental se incrementaron de manera notable a nivel mundial. De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el aumento de los trastornos de ansiedad y depresión fue de más del 25% durante el primer año de la pandemia, lo que se sumó a los casi mil millones de personas que ya tenían un trastorno mental. Al mismo tiempo, la brecha entre las necesidades crecientes de atención a la salud mental y los recursos disponibles para ello se ha ampliado.

El Dr. Fernando Fon, Director de Asuntos Médicos y Regulatorios de la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF), expuso que en México los trastornos de salud mental aumentaron entre 20 y 30% tras el periodo de aislamiento por la pandemia y se agudizaron problemas como la depresión, la ansiedad y los desórdenes obsesivo-compulsivos. Según datos del INEGI, la proporción de población con síntomas de depresión asciende a 15.4%, siendo más alta entre las mujeres, con un 19.5%. En cuanto la ansiedad, 19.3% de la población adulta tiene síntomas de ansiedad severa, con 23.2% para la población femenina.

Tomando en consideración la población total de México, se esperaría que 24.8 millones de personas presentaría algún trastorno mental al año. En relación con la brecha de atención o tratamiento, en promedio el 81.4% de las personas no reciben la atención apropiada.

Respecto a la brecha entre las necesidades de salud mental y su atención real, el Dr. Fernando Fon señaló que, además de ser generalizados y costosos, los trastornos mentales están gravemente desatendidos. “A menudo se da prioridad a otras afecciones de salud en detrimento de los problemas de salud mental. Como consecuencia, la atención de la salud mental de la población carece de los fondos suficientes.”

Sin salud mental, no hay salud

El Dr. Fernando Fon explicó que la salud mental permite desarrollar habilidades para enfrentar el estrés de la vida diaria y contribuir a la sociedad; es más que la ausencia de trastornos mentales, ya que es un estado completo de bienestar físico, mental y social. Por el contrario, los trastornos mentales son la principal causa de años vividos con discapacidad (AVD), y representan 1 de cada 6 AVD en el mundo.

Factores como violencia y trauma, pobreza, desintegración familiar, desastres naturales, desempleo,  niñez en situación de calle, discapacidad física, enfermedades crónicas, ser adulto mayor sin apoyo familiar y económico, son factores que elevan el estrés y problemas como depresión, ansiedad, adicciones y suicidio.

“Además de estas causas, hay que añadir consecuencias como falta de atención, estigma y discriminación, carencia de oportunidades laborales y rechazo social general hacia las personas con afecciones mentales, lo que cierra un círculo vicioso e impide a las personas que las padecen tener un desarrollo personal satisfactorio y reinsertarse a la sociedad”, indicó el Dr. Fon.

Primordial en la política pública

El Director Médico y de Asuntos Regulatorios de la AMIIF resaltó que lograr que la población conserve la salud mental, además de la salud física, depende, en gran parte, de la realización exitosa de acciones de salud pública, para prevenir, tratar y rehabilitar. “De esta manera podríamos alcanzar los objetivos mundiales establecidos en el Plan de Acción Integral sobre salud mental 2013-2030 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.”

En 2023, la Organización Panamericana de la Salud publicó “Una nueva agenda para la salud mental en las Américas” (NASMA), que son un conjunto de políticas para abordar la crisis de salud mental mundial originada por la pandemia, con soluciones de corto plazo que generen bases para la atención a largo plazo.

Entre las 10 recomendaciones de la NASMA está integrar la salud mental en todas las políticas y aumentar la cantidad y calidad del financiamiento,  para contar con la atención y servicios que requieren las personas y así garantizar sus derechos humanos. En alineación con la NASMA, en mayo de 2023 se creó la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (CONASAMA). Entre sus principales recomendaciones está incrementar gradualmente la inversión en salud mental.

“Además de la inversión mínima para salud mental del 5% del presupuesto total en salud, recomendado por la OMS, es necesario incluir en la política pública cuestiones de equidad y respeto a los derechos humanos, a través de la educación a toda la sociedad”, concluyó el Dr. Fernando Fon.

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