En un mundo donde la urbanización masiva y el cambio climático crean desafíos cada vez mayores, el concepto de “ciudades esponja” emerge como una solución innovadora para enfrentar estos problemas.

Este modelo urbano, que está ganando terreno a nivel mundial, se está implementando con éxito en diversas partes del mundo y promete una transformación significativa en la manera en que se gestiona el agua y se adaptan las ciudades a los fenómenos climáticos.

El concepto de ciudad esponja se refiere a un enfoque urbano diseñado para retener, filtrar e infiltrar el agua de lluvia a través de soluciones basadas en la naturaleza. Según un artículo del Observatorio de Innovación para Ciudades Sostenibles (OICS), “una ciudad esponja es aquella que tiene la capacidad de gestionar el agua de manera efectiva, utilizando infraestructura verde que imita los procesos naturales.”

Fernanda Rionda, paisajista naturalista y presidenta de la Sociedad de Arquitectos de México (SAPmx), subraya la importancia de este enfoque para el futuro de la urbanización. “Las ciudades esponja representan un avance crucial en la integración de soluciones naturales con la infraestructura urbana. Este modelo no solo ayuda a mitigar los efectos adversos del cambio climático, sino que también promueve un entorno más saludable y resiliente para sus habitantes”.

En respuesta a estos desafíos, México está avanzando en la implementación del modelo de ciudades esponja en varias regiones, incluyendo el Estado de México y Oaxaca. Estas iniciativas están lideradas por el Embajador Daniel Dultzin y un equipo de científicos especializados en medio ambiente, que buscan adaptar este enfoque innovador a las necesidades locales.

Por su parte, Verónica María Correa Giraldo, CEO del sistema de construcción Bambuterra, indicó que en los últimos 10 años, de acuerdo con varios estudios de mercado de la construcción existe un alza de convergencia en que los biomateriales han incrementado su demanda en más del 300 por ciento, estimándose para el cierre del 2024 el valor del mercado oscile entre los 397 mil y 474 mil millones de dólares.

Además, se estima un crecimiento exponencial para los siguientes 8 años, de tal manera que para 2032 el mercado llegue a estar entre los 998 mil y 1200 millones de dólares.

En el caso de uso de biomateriales locales de Querétaro y el Bajío en sus edificaciones, señaló que siempre hay que tener como referencia lo que cuenta la arquitectura vernácula, que siempre ha hecho uso de los materiales locales y ha evolucionado para dar soluciones eficientes y adaptadas a las regiones, es decir, a los climas y los riesgos naturales, además de los usos y costumbres.

“En regiones semidesérticas como Querétaro, hemos visto que el uso de sistemas que combinen fibras con tierra, es decir, que permitan que haya un buen aislamiento térmico de la envolvente de las edificaciones, suele ser la solución más eficiente para reducir el consumo de energía para el enfriamiento o calefacción”, dijo.

Las grandes empresas ya están alineándose a la urgente necesidad que tiene la industria de la construcción de reducir radicalmente sus impactos negativos al ambiente. Según la agencia Internacional de la Energía, en 2023 las operaciones en infraestructuras representaron el 30 por ciento del consumo global de energía final y el 26 por ciento de las emisiones globales relacionadas con la energía.

Abundó que es conocido que esta industria es responsable del 37 por ciento de las emisiones que se generan al medio ambiente, y además del consumo del 40 por ciento de los recursos naturales no renovables, del 40 por ciento de la energía y la generación del 50 por ciento de los residuos.

Al respecto, Fernanda Rionda, detalló que las ciudades esponja ofrecen múltiples beneficios más allá de la gestión del agua. “Este modelo no solo mejora la resiliencia urbana ante fenómenos climáticos extremos, sino que también contribuye a la biodiversidad, la calidad de vida y la sostenibilidad a largo plazo.” Las áreas verdes y la infraestructura natural no solo ayudan a mitigar inundaciones y olas de calor, sino que también promueven un entorno urbano más atractivo y saludable”.

En América Latina y el Caribe, cerca del 80 por ciento de la población, aproximadamente 588 millones de personas, reside en centros urbanos, según el informe del Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat). México no es una excepción a esta tendencia, con un crecimiento urbano acelerado que plantea desafíos significativos en la gestión del agua y la adaptación a fenómenos extremos como inundaciones y sequías.

ELEMENTOS CLAVE PARA UNA CIUDAD ESPONJA

Zonas verdes: la creación de humedales, parques inundables y otros espacios verdes que permiten la absorción y gestión del agua de lluvia.

Riberas de ríos rehabilitadas: reemplazo del hormigón en las márgenes de los ríos por vegetación natural que ayuda a controlar la escorrentía.

Jardines de lluvia: espacios verdes distribuidos por la ciudad que reducen la escorrentía superficial y mejoran la infiltración del agua.

Tejados verdes: techos cubiertos con vegetación que ayudan a disminuir el flujo de agua sobre el suelo y reducir el efecto de isla de calor urbano.

Pavimentos permeables: superficies que permiten la absorción del agua, minimizando la fragmentación del suelo y el asentamiento desigual.

EJEMPLOS DE CIUDADES ESPONJA

China: desde 2012, China ha invertido significativamente en el desarrollo de ciudades esponja como respuesta a graves inundaciones. Ciudades como Jinhua, Shanghái y Pekín han implementado proyectos innovadores para gestionar el agua de lluvia y prevenir desastres. Pekín, por ejemplo, ha desarrollado una zona de 150 hectáreas dedicada a la absorción del agua para evitar tragedias similares a las de 2012.

Estados Unidos: Nueva York ha transformado áreas industriales en parques inundables, como el Hunters Point South Park en Long Island. En California, se están creando espacios verdes para captar y gestionar el agua de lluvia, adaptándose a los desafíos de sequías e incendios.

Europa y Asia: ciudades como Berlín, Copenhague y Bangkok también han adoptado prácticas de drenaje pasivo del agua. Australia, con su programa de “ciudades sensibles al agua,” es otro líder en la implementación de estrategias basadas en la naturaleza para la gestión del agua.

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