El “Informe sobre la Transición Energética en América Latina: estrategias, barreras y oportunidades” señala que los mayores desafíos que enfrentan hoy las empresas en energía en términos de consumo de la misma son: 51 por ciento altos costos de transición hacia soluciones más sustentables, 44 por ciento falta de confiabilidad del suministro (cortes, fallas o sobretensiones) y 24 por ciento dificultad para mantener el suministro en ubicaciones remotas.

La investigación también revela que las empresas en América Latina tienen una visión general positiva sobre la transición hacia fuentes de energía sostenibles, con un 65 por ciento que la considera una oportunidad significativa. Alrededor del 34 por ciento de los encuestados ve la transición a fuentes de energía sostenibles como una máxima prioridad y ya cuenta con planes sostenibles. Otro 20 por ciento se encuentra entre las tres principales preocupaciones relacionadas con los negocios.

Entre sus descubrimientos como región se encuentra la preferencia por la Energía como Servicio (35 por ciento) como modelo de negocio, en el que una empresa proporciona y gestiona todos los aspectos de la infraestructura energética para sus clientes, incluida la instalación, operación, mantenimiento e incluso financiación de sistemas energéticos.

Le siguen O&M, Operación y Mantenimiento (32 por ciento) (modelo en el que un proveedor de servicios es responsable de garantizar que las instalaciones funcionen de manera eficiente y confiable en el tiempo), y la “Venta Directa” (19 por ciento), que implica la venta directa de energía, donde los proveedores de energía venden electricidad u otros productos directamente a los consumidores financieros, sin intermediarios.

Respecto a las fuentes consideradas protagonistas de esta transición, el 84 por ciento menciona la energía solar, el 72 por ciento la energía eólica y el 43 por ciento el agua. Además, las tecnologías emergentes como la hidrogenación y el almacenamiento de energía en baterías están ganando terreno, lo que indica que se presta mucha atención a las innovaciones que impulsan la transición. Es importante destacar que también se consideran importantes las soluciones híbridas (26 por ciento), que combinan fuentes renovables y fósiles.

El factor más relevante a trabajar para incrementar la penetración de las energías renovables, o la inversión estructural, fue destacado por el 35 por ciento de los entrevistados. Dicha inversión podría incluir el desarrollo de infraestructura, la modernización de las redes eléctricas y la mejora de las instalaciones para dar cabida a fuentes de energía limpia.

La investigación de la empresa Aggreko reveló que en México el 43 por ciento de los profesionales del sector eléctrico y de  infraestructura consideran la transición a fuentes de energía sustentables como una prioridad empresarial número uno y ya cuentan con muchas soluciones y planes sustentables.

Al respecto, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y la Asociación Mexicana de Gas Natural (AMGN) desarrollaron un estudio con el objetivo de ofrecer un panorama sobre las oportunidades que existen para que el gas natural funja como un aliado estratégico para el desarrollo económico y social en el territorio nacional.

El papel de este insumo como combustible de transición es clave para reemplazar centrales que operan a partir de carbón, combustóleo y diésel, por gas natural tanto en la generación eléctrica como en otras actividades industriales e incluso para la movilidad, para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) mexicanas y acercar al país a sus compromisos plasmados en el Acuerdo de París de 2015.

Aunque, existen diversos retos, pues México no cuenta con almacenamiento de este combustible, situación que lo deja en una posición de vulnerabilidad ante posibles interrupciones en el suministro. En 2018 se estableció el objetivo de contar con cinco días de inventarios para el año 2026 con la demanda proyectada para 2029.

Sin expandir el acceso al gas natural, no será posible incrementar los niveles de inversión en las regiones con menor desarrollo económico. Actualmente, existen entidades sin presencia de este combustible como Baja California Sur, Guerrero, Nayarit y Chiapas, al mismo tiempo que Zacatecas y Morelos registran un consumo marginal.

Entre enero de 2010 y septiembre de 2024, la producción nacional total de gas natural cayó 35.1 por ciento. México requiere una estrategia que le permita gradualmente incrementar la producción de este combustible. El país corre un riesgo de seguridad energética al depender de un único proveedor para el suministro de la mayoría de su consumo.

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