David Espinoza, coordinador de Sostenibilidad para Mesoamérica de Syngenta, señaló que los sistemas agrícolas en Querétaro y el bajío nacional, requieren de incrementar nuevos esquemas tecnológicos como de esquemas diversificados para salvaguardar la biodiversidad de los suelos como de tener cultivos más productivos.

El suelo es un recurso vital para la humanidad, ya que el 95 por ciento de los alimentos del planeta provienen de él, y alberga el 25 por ciento de la biodiversidad global. Además, los suelos tienen la capacidad de almacenar hasta cuatro veces más carbono que la vegetación terrestre, lo que los convierte en un elemento clave en la lucha contra el cambio climático.

Este dato subraya la urgente necesidad de adoptar prácticas agrícolas regenerativas y sostenibles que protejan y restauren los suelos, garantizando así la seguridad alimentaria y la preservación de nuestros ecosistemas.

Señaló que los suelos de Querétaro y el bajío presentan condiciones muy adversas en biodiversidad de sus suelos, aunado a problemas en los sistemas agrícolas con la quema de rastrojos, que daña la oxigenación de los suelos y su huella hídrica.

“Trabajamos en divulgación de cursos de capacitación de nuevos esquemas agrícolas para que los productores tradicionales como los jóvenes tengan más alternativas para que sus parcelas no pierdan productividad”, dijo.

Cabe mencionar que científicos de Syngenta y la Universidad Nacional Autónoma de México, han conseguido una mejora de la salud del suelo y la biodiversidad con el programa de tecnología agroindustrial LivinGro, que ha mostrado resultados relevantes que apuntan a un futuro más resiliente para la agricultura mexicana.

Abundó que este tipo de programas que ha sido aplicado en Estado de México (maíz) y Sonora (trigo), puede ser replicado en otros tipos de cultivos como son las huertas de exportación que se presentan desde Querétaro hasta Michoacán, o la caña de azúcar en Morelos y Veracruz.

El experto agregó que se tienen diversos retos como es la idiosincrasia de los campesinos para evitar las viejas prácticas que daños los suelos. Además que se tiene que entender que los grandes mercados exportadores ya exigen trazabilidad de los productos y el impacto ambiental de un cultivo; lo cual, puede afectar la economía de los productores nacionales”.

“Durante tres años, entre 2021 y 2023, se realizaron experimentos simultáneos en los cultivos de maíz (Texcoco) y trigo (Sonora) en los campos del Centro de Investigación de Mejora de Maíz y Trigo (CIMMYT), donde se observó un aumento significativo en la diversidad de las comunidades bacterianas y fúngicas.

En el cultivo de maíz, la diversidad microbiana aumentó en particular con las especies asociadas a carbono, metano o absorción de nitrógeno o fósforo, a pesar de los retos que presentó la reducción de la humedad en los tres ciclos agrícolas” destacó.

En el caso de Sonora, los resultados también fueron destacables: la diversidad bacteriana fluctúo, alcanzando su valor máximo antes del segundo ciclo y su mínimo antes del tercero. “En cuanto a las comunidades fúngicas, el estudio indicó que los géneros dominantes en ambas regiones mostraron una mayor adaptabilidad frente a los cambios en el ambiente, lo que fortalece la resiliencia de los cultivos”, señaló.

Dicha investigación contribuye a procesos fundamentales como la fijación de nitrógeno, la solubilización de fósforo, la oxidación del metano y la captura de carbono; actividades esenciales para la fertilidad del suelo, la productividad de los cultivos y el desarrollo de la agricultura.

Además de mejorar la biodiversidad del suelo, los estudios han demostrado un impacto positivo en la retención de agua y el secuestro de carbono, elementos cruciales para mitigar el cambio climático. En este sentido, las prácticas agrícolas regenerativas, como la rotación de cultivos y la labranza mínima, sumado a insumos agrícolas innovadores, contribuyen significativamente a la restauración de los suelos y la mejora de la calidad del agua, fortaleciendo la seguridad alimentaria a largo plazo.

En México la pérdida de fertilidad de los suelos es alarmante pues es biológicamente improductivo, contaminado, agotado e incapaz de mantener altos rendimientos en los cultivos pues existen 139.9 millones de hectáreas, equivalentes al 70 por ciento de los suelos mexicanos, con niveles de materia orgánica muy bajos; en tanto que 62.15 millones de hectáreas, equivalente al 31 por ciento de los suelos se asocian a problemas de acidez; y 146.8 millones de hectáreas que corresponden al 73 por ciento tienen poca capacidad de intercambio catiónico.

Al respecto, la Universidad Autónoma Chapingo, recomendó adoptar medidas y prácticas para revertir la degradación de los suelos, promover la restauración de la fertilidad, incrementar la producción de alimentos para reducir la inseguridad alimentaria, promover el desarrollo rural y frenar la pobreza, entre otros aspectos.

 

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