Fernando Calderón, Managing Director de Midot Latam
En el mundo de los negocios, donde la competencia es feroz y los desafíos son constantes, acechan peligros que pueden socavar los cimientos de una organización y poner en riesgo su estabilidad financiera. El fraude y los accidentes laborales, dos caras de la misma moneda, representan un alto precio para aquellas empresas que eligen ignorar la prevención.
Uno de cada cinco gerentes comete fraude dentro de su propia organización, lo que revela una problemática arraigada en el corazón de las empresas, donde la falta de integridad de los líderes puede generar pérdidas significativas y dañar la reputación de la compañía. La gravedad del fraude a nivel gerencial radica en que estos colaboradores ocupan puestos de poder y confianza, lo que dificulta su detección y agrava el impacto en la empresa, según el reporte más reciente de Integridad Laboral Midot.
Las pérdidas ocasionadas por gerentes y coordinadores pueden ascender hasta 300 mil dólares por caso, mientras que los dueños o ejecutivos pueden generar pérdidas de hasta 675 mil dólares. Los fraudes cometidos por otros empleados promedian los 30 mil dólares. Estas cifras demuestran que las estafas no sólo afectan la economía de la empresa, sino que también pueden tener consecuencias devastadoras para su futuro.
Cuando una persona en un cargo de liderazgo incurre en una falta de integridad, su detección se vuelve más compleja y el impacto puede ser muy complicado de resolver para la compañía. Implementar medidas preventivas es clave para mitigar estos riesgos y fortalecerla confianza dentro del equipo de trabajo.
Los fraudes ocupacionales se presentan en tres esquemas principales: apropiación indebida de activos, corrupción y fraude en estados financieros, cada uno con diferente frecuencia e impacto económico.
La apropiación indebida de activos es el tipo más común, presente en el 89 % de los casos, con una pérdida mediana de 120,000 dólares por incidente. Le sigue la corrupción, en el 48 % delos fraudes analizados, la cual genera pérdidas de 200,000 dólares por caso. Finalmente, el fraude en estados financieros es el menos frecuente, representando solo el 5 % de los casos, pero con el mayor impacto económico, al alcanzar una pérdida mediana de 766,000 dólares por incidente.
En cuanto a no seguir debidamente los protocolos de seguridad, el Reporte de Tendencias de Seguridad de Midot, señala que factores como la impulsividad, la baja tolerancia al estrés y la falta de atención en tareas críticas hacen que los trabajadores sean más propensos a sufrir percances. La creencia de infalibilidad en tareas cotidianas también contribuye a generar un ambiente de riesgo, ya que muchas veces se subestiman los peligros asociados a la rutina laboral.
Las consecuencias de esta falta de seguridad quedan reflejadas en datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que reporta más de 352 mil accidentes de trabajo en un año, afectando principalmente manos y muñecas (96 mil casos), tobillos y pies (51 mil casos), piernas (43 mil casos) y cabeza (41 mil casos).
Estas cifras evidencian el impacto tangible de no seguir las medidas de prevención adecuadas, lo que no sólo pone en peligro la integridad de los trabajadores, sino que también genera costos adicionales para las empresas en términos de atención médica, ausentismo y posibles demandas.
En América Latina, el panorama es aún más preocupante. Según el más reciente Reporte Global de Integridad de EY, el 64% de las empresas en la región enfrenta grandes desafíos para mantener sus estándares de integridad. La falta de comprensión de las reglas de conducta, la alta rotación de empleados, la escasez de recursos, la presión de la dirección y el fracaso delos controles financieros son algunas de las amenazas internas que propician prácticas poco éticas.
De acuerdo con la consultoría entre las amenazas internas que propiciaron prácticas poco éticas, destacan la falta de comprensión de las reglas de conducta (28%), la alta rotación de empleados (26%), la escasez de recursos (25%), la presión dela dirección (24%) y el fracaso de los controles financieros (20%).
La alta rotación de personal, un problema común en muchas empresas, puede ser un indicador de condiciones laborales adversas, como accidentes o situaciones de injusticia. Estos factores, a menudo ignorados, pueden ser prevenidos mediante una cultura organizacional basada en la prevención y la integridad.
Los accidentes y enfermedades laborales representan otro desafío para las empresas. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que estos eventos generan pérdidas equivalentes a más del 4% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial cada año. Esta cifra revela la necesidad de que las empresas adopten medidas proactivas para garantizar la seguridad y bienestar de sus empleados.
La prevención de riesgos no sólo redúcela posibilidad de incidentes, sino que también mejora la productividad y fomenta la lealtad de los colaboradores. Prevenir riesgos no es solamente una estrategia, sino una filosofía que pone en el centro la salud y seguridad delos empleados. Implementar mecanismos de evaluación de integridad y contar con controles internos sólidos pueden marcar la diferencia entre una empresa estable y una en constante crisis.
Las organizaciones pueden comenzar con el fortalecimiento de sus prácticas de prevención a través de:
Identificación y evaluación de riesgo.
Diseño de medidas preventivas.
Capacitación de empleados.
Comunicación efectiva y la mejora continua de los procesos.