Las horas de alta afluencia vehicular se han convertido en una amenaza constante para las personas que viven en diversas partes de México. La permanencia en el tráfico expone a conductores al modus operandi de delincuentes que se acercan cuando los semáforos cambian a rojo o a la mitad de un embotellamiento.
Levantar las ventanillas y permanecer atentos en cada parada son medidas que los conductores han tomado para prevenir, sin embargo, los asaltantes recurren al uso de armas de fuego y a la violencia, para lograr obtener pertenencias como celulares, joyas, carteras, dinero e incluso computadoras, en el peor de los casos al secuestro de los ocupantes del vehículo.
Aunque en la CDMX hay más de 80 mil cámaras de seguridad dirigidas por los Centros de comando o C5, las estrategias de los delincuentes aún amenazan la integridad de conductores imposibilitados a huir de estas situaciones de violencia en sus vehículos.
En este contexto, Daniel Portugal, asesor y vocero del Consejo Nacional de la Industria Balística ha referido una estrecha relación entre la demanda de vidrio blindado y picos de violencia en diversas ciudades. “Existen diversos productos que se ofrecen a la población civil que son regulados por la DGSP y que son legales, este tipo de blindaje debe llevar un holograma que verifica que es un blindaje seguro hecho por empresa legalmente constituida y de acuerdo con normas internacionales, de igual manera existen otro tipo de productos para la industria miliar y equipos de policía”.
A esta problemática citadina se le suman los asaltos en carretera, donde a diferencia de los asaltos en el tráfico, este modus operandi sucede en tránsito, obligando al conductor al frenado mediante amenazas o ejecuciones de disparos a los vidrios. Aunque la situación en carreteras es muy complicada, Germán Padilla, presidente de la Comisión de Fabricantes y Comercializadores de Materiales Balísticos para el CNB comenta que “contar con unidades blindadas es una medida de escape ante un ataque armado, es decir, da tiempo al conductor para emprender una huida hasta el siguiente punto auxilio. Esto puede ser clave para resguardarse de estos delincuentes”.
Según datos del CNB, afirman que el 70% de los ataques a vehículos se dirigen a los cristales, ya que es lo que más se ve y dónde más temor se puede generar. Ante esto, la industria observa un notable incremento del 15% en el blindaje en todas sus modalidades.
Si bien la demanda de esta herramienta de protección predomina en vehículos y transporte, las solicitudes también han visto una búsqueda de protección para casas, edificios y todo tipo de negocios como accesos, casetas o dependencias estratégicas. Optar por el blindaje como medida de seguridad requiere de tomar una elección bien informada, ya que se han detectado negocios no certificados para blindar, así como delincuencia más informada con calibres y municiones de alto calibre.
“Un blindaje optimo está basado en la normatividad, es decir, materiales probados en laboratorio, con sistemas de gestión de calidad, entre otros, en el CNB contamos con este tipo de credenciales que se transforman en una calidad de blindaje excepcional” comentó Daniel Portugal.
Los vidrios balísticos se clasifican en diferentes normas internacionales pero los más comunes empiezan a partir de 13 milímetros lo que se conoce como un VR2 (VPAM APR2006) y que resisten armas cortas como el .357 Magnum. Posteriormente, vidrios con un grosor de 18 milímetros son capaces de soportar impactos de .44 Magnum, conocido como nivel 3 o en dos normas de referencia más comunes como NIJ III-A (NIJ 01.0801) o bien el BR4(CEN EN 1063), después viene el nivel conocido como 4 resistente a armas largas y refiere a la norma VR6 (VPAM APR2006) que soporta calibres AK47 y AR15. El nivel comercial 5 o BR6 (CEN EN 1063), uno más alto en protección civil, mismo que puede resistir a rifles de asalto de larga distancia y de alta penetración, existen más niveles de protección, pero son más aplicables a las fuerzas del orden donde podemos encontrar vidrios de 95mm o más.
Germán Padilla concluye que, “con un buen cuidado y tratamiento, un vidrio blindado puede rebasar los 10 años de duración”. Sin embargo, “es importante evitar líquidos que amenacen la perdida de adherencia del plástico entre el vidrio y el policarbonato. También, se recomienda estar atentos a cambios en las tonalidades o apariciones de burbujas, en estos casos, es importante acudir a su distribuidor para hacer valida alguna garantía o revisión”.