Un reporte de la organización World Animal Protection (WAP) expone las crecientes tendencias del turismo con elefantes alrededor de Asia, las cuales se esperan que empeoren el trato y crueldad cuando los operadores de estos lugares traten de recuperar los ingresos perdidos por el impacto causado por la COVID-19.

En el continente asiático, existen poco más de 3,800 elefantes en cautiverio en 357 campamentos. Tailandia tiene tres cuartos de estos elefantes y se ha visto un impactante aumento del 70% en estos números en sólo 10 años, según la tercera edición del informe “Los Elefantes no son mercancías” de la WAP.

El reciente estudio, compara una investigación hecha durante los últimos 10 años en el turismo con elefantes, en donde se evaluaron lugares en Tailandia, India, Laos, Camboya, Nepal, Sri Lanka y Malasia.

El Día Mundial del Elefante, se conmemoro el 12 de agosto, sin embargo, no existe nada que celebrar, pues en un siglo, esta especie paso de 12 millones de ejemplares a menos de 400 mil; un kilogramo de marfil tiene un costo de 2 mil dólares en el mercado negro; la caza ilegal y legal de esta especie la mantiene al bordo de la extinción.

En entrevista con este reportero, Eugenia Morales, gerente de campaña de Vida Silvestre en World Animal Protection, declaró que “cuando hacemos turismo debemos cerciorarnos que no existe crueldad animal detrás de una bonito foto que nos tomemos”.

Debido a que todo animal silvestre que está en contacto estrecho con el ser humano padece de crueldad, sufrimiento y ha sido maltratado para permitir ser tocado, fotografiado, abrazado y domesticado.

Lamentó que algunos turistas no cobran conciencia del dolor que provocan a los animales silvestres que son sometidos para ser fotografiados. “Por fortuna, va en aumento el turista responsable que gusta de apreciar de lejos y en santuarios a los animales salvajes”.

Explicó que en América Latina y otros sitios donde tiene presencia la WAP se difunde por redes sociales y vía Internet la importancia de no contratar paquetes turísticos en Asía o cualquier rincón del mundo que incluyan actividades con animales silvestres.

Recomendó que los turistas deben alejarse de las prácticas poco éticas y elegir lugares donde pueden ver a los elefantes en su hábitat natural o apoyar a los campamentos con altos estándares de bienestar animal.

Las investigaciones demuestran que hay una creciente conciencia sobre el sufrimiento que causan los espectáculos al estilo circense y los paseos sobre los elefantes. Sin embargo, los lugares que ofrecen espacios para bañar a los elefantes se han vuelto muy populares en los últimos cinco años, e incluso en Tailandia estos sitios se han triplicado.

Los hallazgos son aterradores, pues revelan que 2.390 (63%) elefantes están sufriendo y viviendo en condiciones deplorables en 208 instituciones en los países analizados, y de estos, solo 279 (7%) elefantes viven en lugares con altos estándares de bienestar. Estos, en contraste con 2015, cuando 2.242 (77%) elefantes vivían en condiciones inadecuadas y 194 (7%) vivían en sitios con buenas prácticas de bienestar animal.

Dio a conocer que más de 200 empresas turísticas de Asía, han firmado una carta responsiva con WAP y con instancias oficiales para evitar la crueldad con los elefantes y otros animales silvestres que son un atractivo turístico.

Hizo un llamado para que los mexicanos que hagan turismo en aquella región del mundo o en el propio territorio nacional que no se presten a actividad que dañen a los animales, pues montar un elefante, nadar con un delfín, comprar en la carretera a pericos, iguanas o serpientes, etc, es una forma de incentivar la crueldad animal.

La Secretaría de Turismo federal (SECTUR) informa que China, Japón, Corea del Sur e India, son los principales países asiáticos que son visitados por turistas mexicanos.

TURISMO, CRUELDAD ANIMAL Y COVID-19

Según el informe de la WAP, antes de la pandemia causada por el COVID-19, la industria turística de elefantes generaba entre 581 y 770 millones de dólares en ventas al año.

La industria se detuvo por completo como consecuencia de la pandemia, muchos de estos campamentos se vieron obligados a cerrar y a despedir a su equipo de trabajo, mientras pocos quedaron para cuidar de los elefantes.

World Animal Protection ha proporcionado fondos a 13 campamentos que tienen prácticas éticas y amigables con los elefantes alrededor de Asia, para ayudarlos a superar estos momentos difíciles y así mantenerlos a flote.

Eugenia Morales lamentó que por la COVID-19 es muy factible que la crueldad a estos animales continúe, pues la crisis económica provocará que muchos lugares persistan en sus políticas de usar elefantes como atracción turística. 

“La pandemia de la COVID-19, es un llamado de atención para que la humanidad modifique su relación con su entorno y se respete la vida animal. Es nuestra obligación el proteger a los animales y actuar de forma responsable”, acotó.

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